El tiempo de Tomás Herrera Poveda

Campo Chico

Tomás Herrera Poveda es uno de esos pocos que en la escena de su tiempo juegan un rol social activo y trascendente

Periodistas y afines, en 1968.
Periodistas y afines, en 1968. / Miguel Ángel Del Águila

Algeciras/Dada la notoriedad de su hijo; que fue no hace mucho alcalde de Algeciras y, sucesivamente, subdelegado de la Junta de Andalucía; para referirme a quién quiero hacerlo, debo añadir su segundo apellido. Sin embargo, Tomás padre, al que ya en adelante citaré por su nombre de pila, fue en su tiempo una personalidad importante y significativa de la sociedad algecireña.

Sus habilidades como cronista y su curiosidad innata lo tuvieron atento a lo que sucedía a su alrededor. Tenía cualidades para el relato y era un gran aficionado a los toros, así que ejerció durante años como cronista taurino. Escribió regularmente, durante una década, en una de las revistas taurinas más importantes de todos los tiempos: El Ruedo.

Siempre hubo en Algeciras y en la Comarca buenos articulistas. El periodismo de opinión o especializado –deportes, toros y espectáculos– se cultivaba con profusión. No faltaban publicaciones periódicas y páginas dedicadas al Campo de Gibraltar en periódicos radicados en las proximidades, concretamente en Cádiz y en Málaga; Sur, Sol de España y Diario de Cádiz disponían de delegaciones en la Comarca, el diario Área se mantenía a pesar de las dificultades, y firmas de gran calidad literaria y agudeza crítica, como las de Gabriel Baldrich o Andrés Siles, precedían a las más jóvenes, que constituirían la flor y nata del brillante periodismo de opinión que, heredero de esas y de otras firmas anteriores o coetáneas, siempre se cultivó por estas latitudes.

En los últimos años sesenta la calidad del periodismo en la Comarca era paralela a la artística y entrambos grupos de practicantes, se había creado una clase intelectual notable. Hay una fotografía histórica, de Miguel Ángel del Águila, de finales de la década de los sesenta, en la que el alcalde Francisco Javier Valdés Escuín aparece rodeado de lo más granado del colectivo. En el orden en que aparecen en la citada instantánea y tal como se refiere a ellos José Juan Yborra, en uno de sus trabajos –el del pasado treinta de junio– sobre la gran labor fotoperiodística de Del Águila, están: Agustín Moriche, Juan Silva, Tomás Herrera, Gabriel Baldrich, Andrés Siles, Pepe Vallecillo, Antonio Gómez Rubio, Paco Fernández, Jesús García Rivero, Juan Antonio Casaus, Santiago Fernández, Manuel Natera, Sergio González Otal, Pepe Ojeda, Paco Prieto y José Valero. Cada uno tiene su historia, en todos los casos ricamente asociada a la de Comarca, y no siempre se trata de periodistas en sentido estricto, si bien todos tienen que ver con el dinamismo informativo que reinaba en un tiempo, no obstante denostado por la chiquillería política que nos acompaña en los que estamos viviendo.

Radio España de Tánger

Moriche era el locutor estrella de Radio Algeciras cuando la emisora, de propiedad privada, se incorporó a la Cadena SER. Los años sesenta estaban más o menos a la mitad de su recorrido y la nueva empresa designó, en un golpe de acierto formidable, a Sergio González Otal para ocupar la Dirección.

Agustín Moriche formaba con Agustín Embuena y Carlos Muñoz, un trío de ases de la locución en la buena radio que en español se hacía en Tánger en los años cincuenta del pasado siglo. La ahora ciudad marroquí, tenía un estatus internacional desde el reparto que las potencia europeas aplicaron al norte de África en la Conferencia de Algeciras, que se celebró entre el 15 de enero y el 6 de abril de 1906 con una gran repercusión mediática internacional. Ello supuso una serie de actuaciones que tuvieron mucho que ver con el desarrollo posterior de nuestra ciudad y de toda la Comarca.

El río en 1906.
El río en 1906.

Los comienzos de la actividad turística en el último tercio el siglo XIX y la presencia de una colonia británica en el territorio, incidieron en iniciativas que se materializaron en la llegada del tren y en la construcción de villas al gusto inglés en la orilla derecha del Río de la Miel y en la del monumental Hotel Reina Cristina. La oferta se completaría con los hoteles Término (ya desaparecido) y Anglo-Hispano (hoy alquilado al Consulado de Marruecos), muro con muro el uno del otro y también en esa orilla. Mucho después, en los años veinte, se construiría el Hotel Sevilla en la orilla izquierda. El Reina Cristina y el Anglo-Hispano –el Término aún no existía– serían los hoteles por excelencia que servirían de alojamiento a políticos y periodistas desplazados hasta Algeciras para participar y asistir, respectivamente, a la celebración de la Conferencia.

Los tres locutores de Radio España de Tánger, escuchada en toda la comarca, llegaron a Algeciras a mediados de los cincuenta, montando un improvisado espectáculo en el Casino Cinema. El protectorado español en Marruecos llegaba a su fin y a lo largo de los años 1956 a 1958 iban desapareciendo o trasladándose, sobre todo a Algeciras, personas e instituciones. Tanto es así que el Algeciras C.F. se denominó en la temporada 1956/57, España de Algeciras C.F., absorbiendo al desaparecido equipo tangerino.

Fracción del primer ejemplar del diario 'España'.
Fracción del primer ejemplar del diario 'España'.

El diario España resistiría aún bastante tiempo; dejaría de circular en 1971, tras algo más de treinta años (apareció en 1938) en los quioscos de este lado del Estrecho, de Málaga a Cádiz, llegando a Sevilla y hasta a Madrid. Uno de sus últimos directores fue Eduardo Haro Teglen, que también lo fue de Sol de España. Haro fue un periodista de una inescrutable y muy confusa ideología, de un larguísimo y pintoresco recorrido, que recaló finalmente con gran protagonismo en el El País, en 1978, donde permaneció hasta su fallecimiento en Madrid, en 2005. Debió de tener amistad con el gran alcalde Angel Silva Cernuda, pues fue, en su tiempo, pregonero (uno de los primeros) de la Semana Santa de Algeciras.

Tomás Herrera

Tomás era un profesional de prestigio. Alcanzó el más alto nivel como oficial de notaría; cuando se jubiló ya hacía años que desempeñaba el destino de Oficial Mayor y durante décadas fue por elección de sus compañeros, presidente de la Asociación de Empleados de Notaría de España. La Orden de San Raimundo de Peñafort le distinguió en 1990, con la Medalla de Plata al Mérito a la Justicia.

Tomás Herrera Poveda en 1980.
Tomás Herrera Poveda en 1980.

En una época en que estas tierras que Dios guarde, eran tenidas por alejadas de la civilización y a las que quienes venían destinados, llegaban a regañadientes, hay que valorar multiplicando por tres o cuatro cualquier señalamiento que tuviera alcance más allá del Peñón del Fraile. De añadido, la concesión de esa medalla no se da mucho fuera de los colectivos mayores de la Administración de Justicia y mucho menos entre empleados de Notaría. Curiosamente, Tomás, que había nacido en 1926, empezó a trabajar en la Notaría de Carlos Brioso, en el número 2 de la entonces calle de José Antonio, poco antes de que, a la jubilación del notario, en ese lugar se instalara el Bar Los Rosales. Después pasaría a formar parte del equipo del gran notario, de entrañable memoria para todos los algecireños, José María Lucena Conde.

Tomás Herrera Poveda es uno de esos pocos que en la escena de su tiempo juegan un rol social activo y trascendente. Si Ramón García Vero, conocido cariñosamente por el Chato Huertas, era el referente monárquico de la ciudad, Tomás era el referente republicano. Hay un republicanismo de derechas lo suficientemente riguroso como para tenerlo en cuenta; en no pocos aspectos, más significativo, si cabe, que el republicanismo de izquierdas. Baste indicar que las dos repúblicas que hemos tenido en España, se generaron contra el rey por personas de indudable adscripción ideológica al lado derecho del espectro político. Especialmente Miguel Maura Gamazo, líder del Partido Liberal-Conservador y de Derecha Liberal Republicana, primer actor del elenco del Pacto de San Sebastián que determinó la salida de Alfonso XIII y la (ilegal) proclamación de la Segunda República, que transformó por arte de birlibirloque en plebiscito una convocatoria de ámbito municipal, la del 12 de abril de 1931. Maura sería Ministro de la Gobernación del primer Gobierno Republicano, presidido por el cordobés de Priego, Niceto Alcalá-Zamora y Torres, también de Derecha Liberal Republicana. Ambos, Maura y Alcalá-Zamora eran católicos confesos.

Fragmento de una crónica de T. Herrera en 'El Ruedo'.
Fragmento de una crónica de T. Herrera en 'El Ruedo'.

Tomás, por su proceder político y por su actitud humana, era más que asociable a esa tendencia liberal, no obstante se percibía su admiración por Manuel Azaña Díaz, que también fue presidente de la Segunda República pero, sobre todo, del Consejo de Ministros bajo la presidencia de Alcalá-Zamora.

El partido de Azaña era Izquierda Republicana y no sólo marcaba distancias con el socialismo y el comunismo (al que descartaba sistemáticamente) sino que claramente apuntaba hacia una socialdemocracia, de cierto corte liberal, que estaba por definir. Los simpatizantes de Azaña hay que situarlos en esa izquierda suave, un poco liberal, muy de intelectuales en la que yo tengo la sensación de que Tomás Herrera se habría sentido cómodo.

Esos derroteros del social liberalismo; es decir, de liberalismo con correctivos sociales; han sido muy atractivos para la gente ilustrada, verdaderamente progresista, que cree en las personas y las entiende como elementos privativos, singulares y esenciales de los colectivos. Me referiré en una próxima entrega, al único libro que Tomás Herrera escribió. Lo dejó inconcluso, la muerte le llegó el día 2 de julio de 1998, cuando el verano había llegado, la Feria se alejaba y se acercaba el día de la Virgen del Carmen, que seguro estoy que lo envolvería con su manto de luz.

Guillermo García Jiménez
Guillermo García Jiménez

Tomás Herrera hijo, que mire usted por dónde, presidiría el Consistorio en 2006, cuando se conmemoraba el centenario de la Conferencia de Algeciras, se ayudó para publicar De la calle Munición a la Perseverancia de la inmensa bondad y el conocimiento y habilidades literarias de un paisano inolvidable. Me refiero al gran Guillermo García Jiménez, que declararía lo siguiente: “Fuimos grandes amigos y compartíamos un universo muy rico, como, por ejemplo, nuestro escepticismo y liberalismo políticos. Por eso acepté encantado la propuesta de su hijo”.

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