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Un toque que salía de las tripas

Flamenco

“Sobrepasó la técnica y el virtuosismo de la guitarra y llegó al verdadero arte”, dijo de él Paco de Lucía

Una actuación en el homenaje a Moraíto Chico en Algeciras / Jorge Del Águila
Juan José Silva

18 de noviembre 2023 - 23:15

Sabido es que Paco de Lucía siempre admiró el toque peculiar de compás y soniquete, lleno de emocionante expresividad, de Manuel Moreno Junquera -Moraíto Chico por siempre en el mundo flamenco-, a quien se dedica esta XXXI edición de la Palma de Plata.

Me contaba un testigo presencial que, en la recepción organizada en los salones del Hotel Reina Cristina por la Universidad de Cádiz la noche del 23 de marzo de 2007, con motivo del nombramiento del Maestro algecireño como Doctor Honoris Causa por dicha Universidad, terció una jugosa conversación entre los dos guitarristas, en la que, tras intercambiar ambos cariñosos y sentidos elogios sobre sus formas y maneras de tocar, Paco de Lucía -con una certeza esencial-, refirió, con un gesto de sus dos manos vueltas hacia su vientre y en pocas palabras, el secreto del toque de su compañero y buen amigo Moraíto: “Lo que te pasa Morao es que a ti el toque te sale de aquí, de las tripas”. Difícil una mejor y más precisa definición.

Tres años después, en la noche del 16 de agosto de 2010, y de la mano del promotor algecireño José Luis Lara, el guitarrista algecireño volvió a tocar en Jerez, patria de la saga de los Morao y de unas formas flamencas personalísimas. Sabido y confesado por Paco siempre era también el hecho de que, pese a su proverbial dominio del instrumento, cuando tocaba en capitales de la geografía flamenca como es Jerez, sentía una enorme responsabilidad al tener que mostrar su toque ante la presencia de compañeros cantaores, bailaores y, sobre todo, tocaores, que sabían de qué iba la cosa. Eso le ponía especialmente nervioso, confesó con frecuencia el maestro. Lo pudimos constatar en su primer toque por rondeña de aquella noche, donde las manos de Paco, balbucearon por un instante en sus primeros compases, -lo nunca visto, me dije-, delatándolo.

Entre tantísimos compañeros que lo arroparon en aquella actuación, sentados en cuarta o quinta fila, a nuestra izquierda, estaban su amigo Moraíto y su hijo Diego. Paco, en un momento de la primera parte de su actuación, irrumpió con su palabra para agradecer a todos los presentes su muestras de cariño, y acto seguido se dirigió a Manuel y a su hijo, para decirles que eran dos grandes guitarristas a los que admiraba -según expresó- y a los que por eso quería dedicarles en su tierra su siguiente toque: ¡Nada más y nada menos que un toque por bulerías, -el más complejo del toque flamenco-, y en Jerez! En él se volcó el maestro con su especial rabia y rotundo compás….. por más de diez minutos, con una intensidad y una riqueza de falsetas excepcionales, repleta de esos silencios a compás que tan magistralmente ejecutaba Moraíto por ese palo, precedidos de rasgueados majestuosos, que sublimaron, más aún si cabe, su toque de aquella noche, ….y todo ello, con el alma manejando sus manos en sentido homenaje a quién él siempre supo y reconoció como uno de los mejores tocaores para el cante de todo el panorama flamenco contemporáneo.

No en vano, tras la pérdida de su amigo Manuel, Paco pronunció estas conmovedoras palabras de despedida, haciendo de nuevo justicia a su proverbial forma de tocar: “Se nos ha ido Manuel Morao, con 55 años, no hay derecho, no es justo, con casi media vida por delante. Moraíto ha sido uno de los guitarristas que más profundamente me han hecho sentir, porque hay otros muchos que me han deslumbrado, pero pocos que me hayan llegado al corazón como mi querido Manuel. Él sobrepasó la técnica y el virtuosismo de la guitarra y llegó al verdadero arte, comunicar con su lenguaje todo un universo de emoción y sensaciones. Se nos ha ido uno de los pilares de la guitarra flamenca de todos los tiempos (...)”.

En fin, el toque de Moraito Chico, ese que siempre llenaba de júbilo por bulerías entre palmas de su tierra, ese que hería insoslayable por seguiriyas en soledad, ese que siempre sabia conmover a noble y añejo compás jerezano las entrañas de todos los flamencos que en el mundo son y somos.

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