Algeciras: Tres veces fundada (siglos I a. C. - XVIII d.C)
Estampas de la Historia del Campo de Gibraltar
Las circunstancias y avatares que la hicieron surgir y luego desaparecer eran distintas por las diferencias de origen, étnicas y culturales de sus pobladores
Las puertas de Algeciras medieval (siglos XII-XIV)
Castellar y la escritura de concordia de 1549
Algeciras/La posición estratégica de Algeciras, situada en el seno de una abrigada bahía, a pocos kilómetros de unos de los espacios marítimos más transitados del mundo: el Estrecho de Gibraltar y paso obligado, a lo largo de la historia, de las civilizaciones y los imperios que arribaron a sus costas, bien provenientes del norte de África o de Europa, han condicionado inexorablemente su desarrollo, provocando que se alternaran etapas de enorme prosperidad y auge económico y demográfico, con periodos de decadencia, incluso de total destrucción y abandono.
Tres veces ha sido Algeciras fundada a lo largo de su azarosa historia: una en el año 29 antes de Cristo, con el nombre de Iulia Traducta, cuando la fundó Octavio Augusto frente a la decadente y pompeyana Carteia; en el año 712, cuando la refundó el general Musa ben Nuzayr con el nombre al-Yazira al-Jadrá (la Isla o Península Verde) y, después de estar abandonado su solar durante trescientos treinta años, en 1755, cuando volvió a adquirir categoría de ciudad al separarse de los términos de San Roque.
"Las tres Algeciras", muy diferentes por su origen y la procedencia de sus fundadores; también por las características étnicas y culturales de sus pobladores y por las circunstancias y avatares que las hicieron surgir y, luego desaparecer, han conformado el ser de lo que hoy es esta pujante ciudad, el principal puerto de España, que supera con creces los 150.000 habitantes de hecho.
1.- Iulia Traducta: la primera Algeciras
La primera ciudad surgió por voluntad del emperador Octavio Augusto en el año 29 antes de Cristo. Su territorio se repobló con soldados licenciados y otra gente trasladados desde la orilla africana, de Tingi (Tánger) y Zilis (Arcila) (de ahí el apelativo latino traducta) y, también, con colonos llegados desde Roma que aportarían el elemento de romanización que Augusto deseaba implantar en la región.
Quiso fundar una nueva ciudad en la orilla occidental de la bahía, frente a Carteia, porque quería disponer de una población fiel a sus postulados en la estratégica región del Estrecho. Los carteyenses se habían mostrado proclives al republicano Pompeyo en la pasada Guerra Civil mantenida con Julio César, de cuyo proyecto político era heredero Octavio Augusto, sobrino nieto de César. Para acentuar la vinculación de la nueva fundación a su persona y a su ideal político, puso el nombre de su gens, la familia Iulia, a la nueva ciudad. Traducta emitió monedas a partir del año 13 a.C. en las que aparecen motivos de espigas, racimos de uva, atunes y la efigie de Augusto con la corona de laurel en el reverso, todos ellos elementos propagandísticos del nuevo régimen y de las actividades económicas que caracterizaban a la nueva ciudad.
Después de un breve período de dominación de los bizantinos, cayó en el olvido a finales del siglo VI o primeras décadas del VII. De aquella floreciente etapa y de su esplendor económico se ha logrado recuperar, por medio de la arqueología, un extenso complejo industrial, dedicado a la producción de salazón de pescado, en la calle San Nicolás, al sur del desaparecido río de la Miel.
2.- Al-Yazira al-Jadrá: la segunda Algeciras
En la primavera del año 712 el gobernador del norte de África, Musa ben Nuzayr, al frente de un ejército de árabes, desembarcó en las riberas del río de la Miel y procedió a fundar una nueva ciudad, la primera ciudad musulmana en suelo europeo, que recibió el nombre de al-Yazira al-Jadrá (la Isla o Península Verde). Musa ordenó que se trazara con cal sobre el terreno las dimensiones de una mezquita en presencia de los abanderados de su ejército. Aquella mezquita, la primera erigida en al-Ándalus, tomó el nombre de Mezquita de las Banderas. El hecho de erigirse una mezquita en territorio conquistado representaba el acto fundacional de una ciudad o madina.
La nueva urbe, estratégico puerto de comunicación con el norte de África, se fue desarrollando urbanísticamente sobre la ladera y la cima de la colina situadas al norte del río y pronto comenzó a repoblarse con inmigrantes norteafricanos, indígenas hispanos y algunos clanes árabes. Entre los siglos VIII y X al-Yazira al-Jadrá fue capital de una cora o provincia que abarcaba el actual Campo de Gibraltar más los términos de Estepona, Casares, Gaucín y parte de Alcalá de los Gazules. En ella estaba establecido el poder político y militar por medio de un gobernador nombrado por el emir y jurídico-religioso por medio de un cadí o juez provincial designado por el juez de jueces de Córdoba.
Pero sería bajo dominio almohade, entre 1145 y 1228, cuando al-Yazira al-Jadrá adquirió el estatus de gran capital, centro económico, militar, político y cultural. En ella se establecieron numerosos estudiosos y sabios que acudían para aprender de la élites locales, como el poeta Ben Abi Ruh y su círculo de poetas "modernistas" y las relevantes sagas de sabios algecireños, como los Banu Udra y los Banu Samayyún.
En 1275 los meriníes, que habían establecido un gran imperio en el Magreb, se apoderaron de Algeciras, de Ronda y de los castillos existentes entre ambas ciudades, convirtiendo la antigua provincia de al-Yazira al-Jadrá en una especie de protectorado en alianza con el sultán de Granada. Algeciras sería ampliada con la construcción de un segundo recinto defensivo situado al sur del río conformando, desde entonces, una ciudad doble separada por el cauce del río de la Miel.
Sin embargo, en agosto del año 1342, Castilla, con la participación de las flotas aragonesa y genovesa, puso cerco a la ciudad entrando en ella Alfonso XI en marzo del año 1344. Algeciras estuvo bajo soberanía de Castilla veinticinco años, hasta el mes de octubre de 1369 cuando fue reconquistada por el sultán de Granada, Muhammad V. Una década más tarde los granadinos abandonaron la ciudad, después de demoler sus murallas y cegar su puerto, quedando la rica Algeciras, que fundara Musa ben Nuzayr, convertida en un montón de ruinas. Como escribe el historiador y sociólogo musulmán Ibn Jaldún después de su arrasamiento: "A la mañana siguiente la ciudad se hallaba tan arruinada como si no hubiera estado habitada la víspera".
3.- La tercera Algeciras: la ciudad moderna
En el año 1462 el rey Enrique IV, mediante un privilegio otorgado en Ágreda el 15 de diciembre de 1462, entregó al concejo de Gibraltar los términos que habían pertenecido a la Algeciras medieval. Durante doscientos cuarenta y dos años los territorios de la ciudad yerma de Algeciras fueron aprovechados por los repobladores que se establecieron en Gibraltar, hasta que en el año 1704 la escuadra anglo-holandesa se apoderó de tan estratégico enclave, pasando a formar parte del Imperio Británico tras firmarse el Tratado de Utrecht en 1713.
Las primeras décadas de existencia de la nueva ciudad fueron muy difíciles. No cabe duda de que la moderna Algeciras debe buena parte de su existencia, como pujante ciudad portuaria, al ingeniero militar Jorge Próspero de Verboom que, después de inspeccionar las fortificaciones de Ceuta en 1724, retornó a Algeciras para preocuparse de su desarrollo urbanístico y hacer un estudio de las murallas y de sus posibilidades de refortificación a la moderna, según el modelo del arquitecto Vauban, con la finalidad -según dejó escrito en uno de sus informes-, de que la monarquía pudiera disponer de una fortaleza que hiciera frente a la vecina posesión inglesa de Gibraltar.
En 1730 el teniente coronel Juan de la Fita, alegando que los términos que ahora gozaba San Roque habían pertenecido a la Algeciras medieval y que era su población la más dinámica demográficamente y la mejor situada en el arco de la bahía, elevó al rey una petición para que se le concediera el estatus de ciudad con ayuntamiento propio independiente de San Roque. Pero hubo que esperar hasta el año 1755 cuando se aprobó por el Consejo de Castilla, mediante Real Resolución emitida el 6 de septiembre de 1755, la división de los términos que habían pertenecido a la desaparecida ciudad de Gibraltar entre las poblaciones de San Roque, Los Barrios y Algeciras, autorizándoles a tener ayuntamiento propio. Después de trescientos ochenta y seis años Algeciras volvía a poseer un término municipal -aunque muy mermado con respecto al que tuvo en el medievo- y un ayuntamiento para que se gobernaran autónomamente sus vecinos y se administraran los bienes del municipio.
En el año 1742 se estableció una aduana en Algeciras. Aunque, seis años más tarde, en 1748, por Real Orden, se suprimió dicha aduana para beneficiar a los puertos de Tarifa y Cádiz que, tradicionalmente, habían monopolizado el comercio con los puertos norteafricanos, puesto que tenían establecidas aduanas con anterioridad a la de Algeciras. Mas, a pesar de la prohibición, las embarcaciones procedentes de Marruecos continuaron acudiendo al fondeadero de Algeciras, lo que obligó a las autoridades de Hacienda a reconsiderar lo establecido en 1748. El 29 de junio de 1766 se remitió una orden al Director de Rentas Generales por la que se rehabilitaba la Aduana del puerto algecireño.
El desarrollo de la nueva Algeciras a lo largo del siglo XIX fue lento, a pesar de la excelente posición geográfica de la ciudad, situada en uno de los puertos naturales más abrigados del litoral mediterráneo. Sin embargo, dos condicionantes convergieron durante la centuria diecinueve impidiendo que volviera a erigirse en nudo de comunicaciones y en cabecera de la comarca: las inexistentes vías de comunicación terrestres y los obstáculos políticos que encontró para ver satisfechas las aspiraciones del consistorio local de contar con un puerto que pudiera competir con los de Cádiz y Málaga.
No obstante, esos obstáculos pudieron ser superados y, a partir del año 1913, después de la creación de la Junta de Obras del Puerto en el año 1906, la ciudad comenzó un imparable desarrollo que ha culminado, a finales del siglo XX, en la extraordinaria realidad que es hoy día la ciudad que había sido tres veces fundada.
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