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El trienio liberal en Algeciras (I)

Historias de Algeciras

Este año se cumple el 200 aniversario de esta destacada etapa en la historia contemporánea de España, que dejó una huella política, social y económica en la localidad

Una imagen de la Algeciras de la época
Manuel Tapia Ledesma

15 de marzo 2020 - 06:07

Algeciras/Tras la reciente publicación en cinco entregas, bajo el título Riego en Algeciras en 1820 (Europa Sur, 12,19, 26 de enero; 2 y 9 de febrero), comienza otra serie que intenta plasmar como se vivió en nuestra ciudad el importante periodo denominado históricamente Trienio Liberal. Su impronta política y social, afectación al desarrollo urbano y económico de la ciudad; en definitiva, como vivieron los algecireños aquel convulso periodo liberal. Recordemos que este año se cumple el doscientos aniversario de tan destacada efemérides de la historia contemporánea de nuestro país.

Comencemos por tanto por comentar que estaba ocurriendo en nuestra ciudad aquel lejano 1 de enero de 1820, mientras que en el municipio de las Cabezas de San Juan se proclamaba la Constitución de 1812. En la primera entrega de Riego en Algeciras (Europa Sur, 12 de enero de 2020), se expresó: “Algeciras en 1820, contaba con una población de algo más de 15.000 habitantes. Sus límites urbanos seguían estando constreñidos entre las murallas medievales que la rodeaban. Sus gentes, venidas en gran medida buscando refugio desde los pueblos de la serranía de Ronda durante los difíciles años de guerra contra el francés, encontraron fácil acomodo en una población que aún estaba por rehacerse tras los años de olvido. Las relaciones económicas ilícitas, establecidas tradicionalmente con la cercana colonia británica, facilitaban el sustento de aquellos recién llegados y del resto de la población en general”.

Por otro lado, aquel histórico día para los constitucionalistas, según recoge en sus memorias José de Rabadán, comandante del Batallón de Asturias: “Aquel 1º de Enero en Las Cabezas de San Juan […] Riego salió de su casa acompañado de Miranda, y se dirigió a la Plaza, donde estaba formada en batalla la tropa, con los sargentos y cabos en sus puestos, y al frente el ayudante Valcárcel. Era un día espléndido de invierno, en que un sol glorioso iluminaba el cielo andaluz. Los pacíficos habitantes del pueblo salían del templo y se congregaban en la Plaza […] He aquí la proclama que pronunció Riego, al frente de banderas, con la solemnidad de quien habla para que lo escuche el porvenir […] Mas el Rey no la ha jurado (la Constitución) y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador”.

Mientras estos hechos se sucedían en el citado municipio sevillano, aquí en nuestra ciudad, poco podían imaginar la gran mayoría de los algecireños que un mes mas tarde, aquél histórico acontecimiento que se estaba desarrollando en Las Cabezas de San Juan, tendría una gran repercusión en su ciudad y en sus vidas; pero mientras tanto, el Alcalde absolutista Pedro Barte Ortega, seguía rigiendo el Consejo de una ciudad que amanecía aquél primer día del nuevo año, con las mismas preocupaciones del año anterior. Sirva como ejemplo particular el de la vecina de Algeciras Josefa Espejo; luchadora mujer, viuda de un prohombre local de la época llamado Damián Chinchón, que si bien la dejó al morir una buena renta no fue menos cierto que para mantener el patrimonio, necesitó de la ayuda económica de varias personas de la zona, debiendo afrontar desde el primer día del nuevo año -al mismo tiempo que Riego realizaba su proclamación-, el pago de los prestamos adquiridos.

Así le ocurrió para con el vecino de Gibraltar José Cavilla: “Obligándose a pagar la cantidad de 100.000 r.v. por hacer merced y buena obra se ha prestado para atender a sus urgencias [...], para lo cual hipotecó diferentes viviendas situadas a la otra parte del río de la Miel, junto al callejón angosto que hace camino para arriba entre ella y el almacén de Marcelo Gallardo; y el centro corresponde a otro Callejón Alto que no tiene nombre y lo forma con casas que labró el difunto Juan Cuadrado, cuya finca construyó a su costa la señora Espejo que compró a su hermano José Carlos Espejo en 27 de Abril de 1813”.

Rafael de Riego, protagonísta del Trienio Liberal (1820-1823)

Días después y mientras Riego -según recogió su comandante Rabadán-, se pusiera en marcha en dirección a la ciudad de Arcos de la Frontera, la citada viuda algecireña debió hacer frente a otra deuda: “Obligándose a pagar a Manuel Pérez, Teniente retirado de Caballería y vecino de esta Ciudad, la cantidad de 80.000 r.v. por igual concepto”.

Al verse amenazado por el general absolutista Marchena desde Lebrija, nos cuenta Rabadán: “El camino resultó difícil y penoso; más de siete leguas por medio de barrizales y dehesas inundadas, cayendo y levantándose […], hasta llegar de madrugada al cortijo del Peral. La mayoría de los soldados habían perdido sus zapatos, pero todos se agrupaban alrededor del héroe dispuestos a obedecerlo”.

Mientras los soldados del ejército doceañísta, seguían su periplo hacia el sur de nuestra provincia, tras abandonar la de Sevilla, en Algeciras sus gentes seguían con sus vidas con toda la normalidad; pero para entonces, ciertos movimientos serían observados por parte de las autoridades absolutistas “poniendo vigilancia”, según se reseña en la documentación consultada, sobre los ciudadanos declaradamente señalados como liberales. En las habituales tertulias y mentideros que se generaban en lugares como las reboticas, tales como la de Manuel Avalle, quién la adquirió tras comprársela al que fue su maestro de farmacia y anterior dueño de la misma Julián Balbán, o en el café del Griego, que se encontraba situado en la plazuela de La Pescadería y al parecer, era lugar de reunión de liberales.

Pero a pesar del cada vez mayor júbilo de los liberales, los algecireños seguían con su habitual trasiego, tal como el vecino de nuestra ciudad Francisco Solano, quién en aquellos primeros días de enero, confió al vecino tarifeño Francisco Araujo: “La venta de una sala baja, sita en la calle Parra de Tarifa”.

Para entonces y mientras Solano, esperaba que su amigo tarifeño lograra vender su propiedad en el vecino municipio, según Rabadán: “Resuelto a llevar a cabo su plan, se encaminó a la cabeza de cinco compañías, hacia Villamartín, sorprendió la avanzada, que se hallaba a la entrada de Arcos, y penetró en la ciudad […] Después de la victoria, Riego aumentó su ejército con las tropas del cuartel general, y con el batallón de Sevilla, que llegó de Villamartín. Con este pequeño ejército se dirigió el héroe hacia Cádiz”.

Coincidente con las victorias del Ejercito sublevado en nuestra provincia, la viuda algecireña Josefa Espejo, aún no se había repuesto de su derrota en los negocios tras el fallecimiento de su marido Damián Chichón, debiendo afrontar el último gran pago por el préstamo anteriormente pedido: “Se obliga a devolver a Miguel Bellido, Teniente retirado de Caballería y vecino de esta, la cantidad de 40.000 r.v. por igual razones que las deudas anteriores”.

También y en Algeciras, junto a la casa del rico industrial Cosme Burlini, (propietario de una fábrica de curtidos, nombrada de "Hernández" sita en el extramuros de la ciudad, y en el popular camino denominado Secano), el matrimonio compuesto por los gibraltareños residentes en esta población, Juan Maraboto y María Quintero, vendieron su vivienda sita en la calle López, al también vecino de Algeciras y propietario Gregorio Masía. Aquella vivienda que había pertenecido a Burlini, fue adquirida por el citado matrimonio en 1814, fecha de regreso de Fernando VII, contra quién Rafael de Riego en aquellos días se había levantado.

De vueltas al devenir del Ejército constitucionalista, Rabadán nos informa: “Durante el viaje, Riego proclamó la Constitución en Jerez de la Frontera […] Riego logró entrar en San Fernando en la noche del 5 al 6 de Enero, encontrándose con esto juntas todas las fuerzas constitucionales, que tenían enfrente un enemigo importante en Fernández de Córdoba, el cual comenzaba ya a dar muestras de su genio militar […] Salió de Cádiz al frente de sus tropas y recorrió todos los lugares de la costa desde la Isla hasta Málaga”.

Mientras Riego al frente de sus tropas, comienza a poner rumbo hacia el sur de la provincia, señalando en su ruta a Algeciras; en nuestra ciudad, la algecireña Ana Ramírez viuda del también algecireño Alonso Ordóñez, velando por los intereses de su hija, se dirige al Ayuntamiento -aún- absolutista, liderado por su alcalde mayor Pedro Barte, solicitando, según la instancia preceptiva: “Siendo heredera de un pedazo de terreno á su favor en el callejón nombrado del Puente de Piedra, junto a las tapias del Matadero y tierras de Sebastián Puche, dando a la vereda que vá a la Villa Vieja […], y necesitándolo hacerlo fructífero, se dirige al Alcalde Mayor de esta Ciudad, en instancia de 23 de Diciembre último, solicitando la venta de dicho terreno, en cuya vista el Sr. Alcalde, en reconocimiento mandó justiprecio y practicar su venta y remate en pública subasta, recayó la propiedad por 2.500 maravedíes en la persona de Sebastián Puche”.

Al mismo tiempo que la vecina de nuestra ciudad Ana Ramírez, solucionaba el futuro de su menor hija de igual nombre, los aires bélicos entre constitucionalistas y absolutistas se iban aproximando a nuestra zona. Dejando atrás la crónica del comandante del batallón de Asturias José Rabadán, continuamos siguiendo el viaje de Riego a través de la visión que del mismo –y en sus también Memorias-, recoge el teniente coronel Evaristo San Miguel, expresando: “Esta Columna mandada por el Comandante General de la primera división D. Rafael del Riego, compuesta del batallón de Asturias, del de Sevilla, del batallón de Guías de dos compañías de Valencey y de cuarenta caballos, total igual hombres, salió de la ciudad de San Fernando el 27 de Enero con dirección á Chiclana, cuya barca acabó de pasar á mediodía”.

Solo faltaban 5 días para que los soldados constitucionales llegaran hasta nuestra ciudad. Los liberales algecireños, expectantes y exultantes de gozo esperaban la entrada de su gran redentor político. Los absolutistas, por otro lado, muy preocupados seguían las informaciones que prontamente le llegaban al gobernador militar del Campo de Gibraltar José O'Donnell, sobre la vigilada -en la distancia- marcha del ejército de Rafael de Riego. Mientras que unos exclamaban ¡solo faltaban 5 días ¡, los otros se preguntaban ¿qué ocurrirá dentro de 5 días? La incertidumbre y la preocupación tomaron posesión de Algeciras antes de que los doceañístas hicieran su entrada.

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