El Trienio Liberal: Niños expósitos, la sal y el navío 'Algeciras'
Historias de Algeciras
'L’Algesiras' fue uno de los pocos navíos que pudo regresar a Cádiz tras la derrota de Trafalgar
Un portugués residente en Gibraltar pide permiso para fabricar dos puentes sobre los ríos Palmones y Guadarranque
Algeciras/Tradicionales incoherencias aparte de la Casa Consistorial sita en la céntrica calle Ancha, un tema de lo más urgente se pone sobre la mesa del jefe subalterno del Partido de Algeciras: la grave situación de las Casas de Expósitos de los municipios del distrito.
Tras conocer el estado de las mismas, a través de los escritos de los respectivos ayuntamientos, el citado órgano liberal elabora un informe que es remitido a las autoridades provinciales quienes a la vista de la gravedad de lo expresado resuelven: “Enterados por lo manifestado por el Jefe Político Subalterno del partido de Algeciras sobre el mal estado de las Casas de Expósitos [...], no ha podido menos que conmoverse sobremanera del informe de dicho Jefe y documentos que se tiene a la vista, resulta que por Real orden del año 1799, fueron concedidos 15.000 reales al año pagaderos del fondo pío beneficial, que hace siete años no se satisfacen. En tal concepto, creemos debe interponer la mediación de S. Itma Sr. Obispo de esta Diócesis ó del Sr. Gobernador del Obispado para que ejercitando su celo pastoral y caridad cristiana, coopere por su parte a los auxilios de que necesitan los niños expósitos, y al pago del importe de los siete años que adeuda el fondo pío beneficial”.
Prosiguiendo el texto consultado: “Para ello se acuerda se pida al Sr. Jefe Superior Político se sirva oficiar a dicho Sr. Prelado ó Gobernador del Obispado, manifestación de lo que va expresado a fin de que se sirva exigir de quién corresponda y hacer que se remita una razón clara y circunstanciada del origen del fondo pío beneficial, cuales sean sus ingresos, atenciones ó inversión de ellos, que personas lo administran, si tienen la orden citada del año 1799 para contribuir 15.000 reales anuales a los niños expósitos [...], y si se adeuda la cantidad de 105.000 reales por atrasos de siete años, cuál haya sido la causa de estos atrasos y un estado de la alta y baja de caudales en los últimos siete años. Al mismo tiempo acordó se conteste [...] por conducto del Jefe Político subalterno de Algeciras con inclusión de lo que va dispuesto, manifestando tener aprobada la venta de leña que aquel ha propuesto y que tampoco tendrá reparos en aprobar un derecho sobre carboneo, equivalente al que solicita sobre el vino y el vinagre, pudiéndose abrir un empréstito de 6 á 8.000 reales para socorrer á los expósitos hipotecando al pago el producto de las leñas que se tratan vender y el derecho sobre los carbones si lo conceptúan cómodo”.
Y mientras se decide la vía de solución definitiva para el gravísimo problema de las Casas de Expósitos dependientes de los municipios del Partido algecireño, otro asunto, pero de carácter privado, también tendrá como protagonista indirecto a un miembro de la institución eclesiástica. Todo aconteció cuando desde nuestra ciudad se inicia el expediente religioso-judicial que sigue: “Dn Antonio Saavedra, natural y vecino de Cádiz, de profesión sargento de la Compañía del Resguardo Militar de la Provincia, destinado en Algeciras declara que en la ciudad de Cádiz tiene contraído esponsales de futuro con Dña. Ana María Castañeda, no habiendo satisfecho el matrimonio por haberse opuesto Dn Benardo Castañeda, padre de la novia con quién esta pendiente de litigio, y como ha tenido que salir de aquella ciudad (Cádiz) para ocupar el destino en que se halla (Algeciras), autoriza a Dn Luis Morales de la Audiencia Episcopal Provincial para que en su nombre, en el expediente competente, llevar a efectivo matrimonio los esponsales que tiene contraído con Dña. Ana María Castañeda".
Y mientras el amor encuentra acomodo legal a través del diligente miembro de la Audiencia Episcopal con sede en la capital de la provincia, en el despacho del Jefe subalterno del Partido algecireño se recibe un escrito de las liberales autoridades capitalinas para su observancia en aquellos municipios con importante fondeadero, como el de nuestra ciudad, informando que: “Teniendo el Jefe Superior Político noticias de la infracción del artículo 9 del Decreto de las Cortes de 5 de Octubre de 1820 que se cometía en el transporte de sal de la Hacienda pública para las costas de Galicia y Asturias [...] procediendo contra los infractores y que el Sr. Comandante General del Departamento y oficina de Sanidad se advirtiese lo conveniente para impedir este fraude con el cual se habían habilitado el queche sueco Abeona, y bergantín de la misma nación Villermina; y que esto no obstante ambos buques han salido ayer para la Coruña, según resulta de los papeles públicos. En consecuencia observando que la vigilancia y celo de las autoridades de los fondeaderos de la provincia serán en vano si impunemente se dejan correr los abusos, acordó pasar nuevo oficio a dicho Jefe a fin de que se sirva averiguar porque estos buques no hayan sido detenidos y que con toda prontitud se proceda de un hecho tan marcado; y respecto de que por los mismos papeles públicos se advierte que ayer fue despachado un navío portugués que también parece ser cargado de sal con igual fraude de la ley”.
Prosiguiendo dicho texto: “Hay motivos para sospechar que con la continuación de estos transportes se pretenda encubrir con despachos para puertos extranjeros, lo cual no puede verificarse sin la cooperación positiva de los empleados en la Administración de las salinas [...] Se dirige oficio dando noticias de la habilitación de dichos tres buques [...] a fin de que se haga lo que crea oportuno para contener este fraude y no logren consumarlo impunemente”. Dicho asunto bien se pudo considerar de gran interés para el distrito algecireño, dado el importante comercio del fondeadero de Algeciras y la cercana presencia de salinas en la llamada aldea de Palmones, perteneciente al vecino municipio de Los Barrios. Años después y bajo el reinado de Isabel II, y como prueba de la presencia de esta importante industria en el distrito: “Se constituye por el Ministerio de Marina, la Sociedad Salinas San Bernardo, según R.D. de 5 de marzo de 1848, siendo propietaria de una de las acciones la viuda Dña. María de la Luz Feijoo y Calderón, quién la recibió por herencia de su fallecido padre Dn José María Feijoo y Morales, abogado y vecino que fue de la ciudad de Algeciras. Aquella sociedad fue confirmada por el Ministerio de Hacienda para el establecimiento de salinas que se le dio en posesión por el Juzgado de Marina, señalando terrenos o marismas donde debía establecerse el término municipal de Los Barrios y sitio de Palmones”.
En otro orden de asuntos, muchas son las críticas que recibe el Gobierno de Riego por su falta de apoyo a los leales que se enfrentan en Lima a los insurrectos, en la oficial contestación a las voces críticas; nuevamente aparece como protagonista el nombre de nuestra ciudad: “Para que todo el mundo pueda hablar con propiedad sobre la posible escuadra que se habría destinado al mar Pacífico o socorro de Lima [...] dicha escuadra se compondría, y detalle exactísimo en que se hallan los navíos San Pablo, Algeciras y San Julián, fragata Casilda y bergantín Jasón [...] El Algeciras está a pique y enterrado en el fango de donde es preciso sacarlo, si se puede, y carenarlo de firme dentro del dique [...] cuya operación costará tanto como hacer un navío, y quedando este siempre de poca confianza; aún suponiendo que estuviese en el mejor estado, es el buque menos aparente para la comisión, por ser excesivamente largo y sencillo, y propio para vanguardia de una escuadra, que es para lo que lo hicieron los franceses cuando necesitaron muchos navíos”.
Recordemos que L’Algesiras fue uno de los pocos navíos que pudo regresar a Cádiz tras la derrota de Trafalgar, sirviendo a la Marina española hasta su baja diez años más tarde cuando se ordena: “Escrito de fecha Desguace del Navío Algeciras, habilitación del Dique g. que ocupa en la Carraca, y colocación en su lugar del Navío Guerrero. V. En su expte en Asientos á nombre de D. Felipe Riera en 14 de julio de 1831”. (Tapia Ledesma, M. Historias de Algeciras (I). El navío L’Algesiras tras la batalla de Trafalgar, pág. 89. Ed. Imagenta 2015).
Dicha declaración oficial demuestra el pésimo estado de la Armada Nacional y el titánico esfuerzo que se habría de hacer para recuperar el poder perdido en el mar, y así hacer frente con efectividad a los diferentes movimientos independentistas que se generaban en las antiguas posesiones del hispano imperio cada vez más resquebrajado.
La suerte estaba echada. Y así, al mismo tiempo que nuestro navío Algeciras vuelve a la primera plana de la historia, años después de su destacada presencia en la batalla naval desarrollada en los llamados Bajos de la Aceitera y frente al cabo de Trafalgar, nuestro también ayuntamiento local presidido por el liberal y ex diputado provincial Ventura Fita, se dirige a las instancias superiores en los siguientes términos: “El Ayuntamiento de Algeciras [...], manifiesta las dudas que le ocurren con la distribución de los 400.000 reales para gastos de la Provincia, dudas que carecen de fundamento; se ordena conteste tenga cumplido efecto lo mandado bajo el apercibimiento prevenido e igualmente que así como se satisfará con gusto todas las dudas que fundamentadamente se ofrezcan a los Ayuntamientos, viéndose siempre con disgusto las que solo aparecen dictadas para entorpecer los negocios”.
Tras las “dudas” algecireñas para con la distribución de tan importante cantidad en la provincia; así como también el “disgusto” plasmado en la respuesta por el órgano que debía proceder a la distribución, demostrando ambas expresiones una “cierta” desconfianza institucional, prosigue la vida en el Partido del Algeciras, afrontando sus municipios bajo la atenta mirada del Gobernador Militar, las exigencias de contar con las infraestructuras necesarias como lo demuestra la siguiente pretensión expuesta por un domiciliado en la vecina colonia británica: “Dn Luis Antonio Monteiro, de nación portuguesa habitante en la plaza de Gibraltar, pide permiso para fabricar dos puentes sobre los ríos Palmones y Guadarranque; se exige al Jefe Político de Algeciras para que oyendo a los Ayuntamientos y al interesado diga lo que se le ofrezca y parezca en el asunto”.
Ayuntamientos con intereses directos en la pronta construcción de los citados puentes -como el algecireño y barreño o barrense, sobre el del río de Palmones-, harán presión ante las instancias superiores enviando sendos escritos, obteniendo como respuesta: “En vista de la representación hecha por los Ayuntamientos de Algeciras y Los Barrios manifestando la necesidad que hay de dar principio a las obras del puente del río de Palmones; se acuerda se esté a lo que se tiene resuelto sobre este asunto en sesiones anteriores”.
La superior contestación hace referencia a lo tratado sobre el mismo asunto, en la primavera de 1821 como así se recogió en un anterior capítulo de esta serie, determinándose, recordemos: “Propone será más conveniente que la obra que necesite el puente del río Palmones se haga por contrata [...] acordándose se diga [...] puede instruir el oportuno expediente según lo solicitado pues conviene que la reparación del puente se haga por contrata”. ¿Construcción, reparación, recorte del presupuesto? He ahí la duda con la que se quedarían los munícipes de ambos ayuntamientos, y por ende los del resto del Partido.
De regreso a las dudas algecireñas sobre el reparto provincial de los 400.000 reales y tras falta de claridad en el último comunicado oficial sobre el asunto de los puentes, no pocos liberales comarcanos tendrían sensaciones negativas sobre el futuro respaldo presupuestario para el tan necesario proyecto de vital importancia para el desarrollo social y económico de la redolada del Campo de Gibraltar. Recordando la galdosiana frase: El municipio es hijo de las Provinciales Juntas y nieto del Gobierno, bien se puede añadir que desde inmemorial tiempo y en las familias ideológicas, no se puede cuestionar a los “mayores en el escalafón” por muy liberales que estos sean; y... ¡Ay de aquel que se atreva!
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