Vecinos de Ramón Puyol, en Algeciras, denuncian los baches en la acera de la calle

Algeciras/La avenida Ramón Puyol de Algeciras es una buena muestra de la gran cantidad de desniveles que se encuentran por toda la ciudad. Para muchos residentes, especialmente aquellos con problemas de movilidad, recorrerla se ha convertido en una quimera por el mal estado de la acera, repleta de baches y agujeros.

Según denuncian los vecinos de esta vía, que acoge a lado y lado las urbanizaciones Carteia y Al-Hadra, existe una gran cantidad de irregularidades en el piso provocadas por las raíces de los árboles, que levantan las baldosas, además de otros puntos en el que estas se encuentran sueltas o, sencillamente desaparecidas.

Ante esta tesitura, quienes más sufren son las personas con movilidad reducida, especialmente aquellas que usan sillas de ruedas o andadores para desplazarse, también afectadas por la estrechez de la vía en un punto muy irregular. "Me resulta muy difícil andar por aquí porque te puedes caer con mucha facilidad", expresa una vecina con problemas de rodilla.

La principal concentración de estos problemas se encuentra en la acera derecha de la avenida, según se asciende en sentido al centro de la ciudad desde la escuela de Ingeniería. Aunque recientemente el Ayuntamiento de Algeciras arregló la peligrosa bajada de la isleta central de la vía e instaló un badén a la mitad de la misma para disuadir las altas velocidades, a ojos de los vecinos sigue siendo necesario un paso de peatones en el tramo intermedio que agilice el cambio de acera para facilitar el acceso a los contenedores de basura y poder circular por un acerado menos accidentado. "Hay que elegir entre jugársela cruzando por la carretera o sufrir con los baches de la calle", expresa otra vecina.

Aunque no preocupa tanto al vecindario como el mal estado de la acera, algunos residentes aprovechan para pedir al Ayuntamiento que refuerce las tareas de limpieza en la calle, cuyo piso en el tramo superior se cubre completamente de los frutos de las moreras. Esto provoca que el andar sea pegajoso y difícil, afectando especialmente, de nuevo, a aquellos con andadores y sillas de ruedas, con el riesgo adicional de mancharse las manos en el caso de estos últimos si se impulsan solos. "No tienen que quitar los árboles, pero sí recoger las moras para que se quede la calle pringada", manifiestan los vecinos.