Un vestigio de la época más señorial
José Antonio Ceballos compró la finca La Solana en 1985 para convertirla en un hotel para artistasl lugares con encanto La mansión y los jardines de esta finca perteneciente al municipio de San Roque transportan al visitante a otro tiempo.

En el margen norte del punto kilométrico 116,5 de la A-7 se levanta la finca La Solana, una superficie de más de trece hectáreas en la que reposa imponente una mansión con varios siglos a sus espaldas y digna de ser visitada.
Su propietario es desde el año 1985 José Antonio Ceballos, un sevillano que se enamoró de esta casa y que no dudó en vender todo lo que tenía -incluidas una finca en Facinas, una casa en su Sevilla natal y otra en Jerez de la Frontera- para convertir La Solana, dada su gran afición a la escultura y las artes en general, en un hotel para artistas. Por desgracia, aquel proyecto nunca terminó de cuajar del todo. "No he tenido suerte con las personas en las que deposité mi confianza para llevar el hotel", puntualiza José.
La inversión de José en La Solana no terminó con la adquisición de la finca, que incluía dos casas, un cortijo y una posterior ampliación, ya que el estado que presentaba el inmueble era bastante ruinoso.
Así, fueron necesarios dos intensos años de obras para hacerla habitable y crear veinte habitaciones -originariamente tenía unos siete dormitorios- con sus respectivos baños para transformar la mansión en un establecimiento hotelero diferente y, sin duda, con un encanto muy especial. Y es que pasear por los jardines de La Solana o divagar en su patio interior, ajenos al ruido de los coches y la autovía, no tiene precio.
La Solana, cuya parte más antigua fue levantada entre los siglos XVII y XVIII, siendo después ampliada en el XIX, está rodeada además de un halo de misterio del que es difícil escapar. Y es que el propietario, que aportó el mobiliario y las obras de arte que acoge el caserío casi en su totalidad, reconoce que ni siquiera está claro el origen del nombre de la finca. "No se sabe con exactitud, aunque quizás el nombre tenga que ver con el hecho de que la casa está muy bien orientada hacia el sol. Está a la solana", apunta.
En la actualidad todavía es posible hospedarse en esta mansión, que dejó de funcionar como hotel hace ya cinco años. Además, algunas parejas acuden a sus verdes jardines para las fotografías de boda, aunque estas visitas esporádicas son cada vez menos frecuentes. José asegura que no se arrepiente de haber adquirido esta finca, que le ha dado muchas satisfacciones pero también numerosos problemas. Es por eso que está abierto a desprenderse de ella tras un cuarto de siglo "si hubiese alguien realmente interesado".
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