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Comercio tradicional
La zapatería y guarnicioneríaEl Lorito lleva más de 70 años ininterrumpidos ofreciendo sus servicios a los ciudadanos del Campo de Gibraltar, siempre en la misma ubicación, en la calle Rafael de Muro en Algeciras.
Inicialmente, sus instalaciones albergaban una pescadería. Ana, su fundadora y abuela de su actual propietario, Vicente Serrano (Algeciras, 1942) la transformó en lo que desde hace muchos años ya es su actual negocio. Con los años ampliaron el local comprando el anexo que era un laboratorio de análisis clínicos, propiedad del entrañable doctor Juan García de Loma, y otro en el que se ubicaba una oficina militar de aviación que estaba al mando de un teniente.
El nombre del establecimiento se inspira en un loro que era propiedad de su familia, de nombre Curro, con muy mala lengua y bastante travieso.
Nada más atravesar el umbral de la puerta de este comercio se percibe ese aspecto propio de la primera mitad del siglo XX. Es un viaje en el tiempo como testifican varias máquinas de coser de las marcas Singer y Hexagon, ambas de fabricación alemana que superan los cien años de antigüedad y que continúan en perfecto estado de funcionamiento, alojadas en sus mesas de madera originales. Vicente se las trajo desde Inglaterra a finales de los años 60, cuando decidió volver a España tras haber trabajado allí como enfermero psiquiátrico en el Hospital Napsbury, en St. Albans, en el Condado de Hertfordshire.
Vicente repara y elabora con absoluta destreza y maestría desde cero: zapatos, botas, carteras, cinturones, bolsos, fundas para teléfono (incluso con protectores de pantalla) walkies, cuberterías (como las que ha creado para un importante y renombrado hotel de Madrid) e incluso faldas. Cualquier trabajo en cuero que el cliente pueda necesitar y de forma personalizada.
Tal es su destreza que uno de sus encargos fue digno del personaje ficticio Q, el creador de los gadgets de James Bond, el agente secreto 007, que consistió en alojar en el tacón de un zapato un sofisticado dispositivo electrónico sin que se apreciara.
Sus clientes no son solo locales, sino de cualquier parte de Andalucía, Madrid o del extranjero. Tal es la calidad y profesionalidad de sus manufacturas, de los materiales empleados en su elaboración y de la buena reputación conseguida a lo largo de los años, que la continuidad está asegurada a pesar del cambio generalizado por los consumidores y su preferencia por productos elaborados industrialmente en serie. Afortunadamente, cuando Vicente decida jubilarse, su único empleado, Enrique, será la persona que se mantenga al frente de este establecimiento.
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