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Feijóo, bajo el síndrome de Susana

Primarias en el PP

Ni en el PP se volverán a elegir a sus líderes por aclamación, quien deja huecos, se lo ocupan

Alberto Núñez Feijóo y Susana Díaz en una imagen de archivo. / EFE
Juan Manuel Marqués Perales

18 de junio 2018 - 14:01

Hubo una expresión que me lo recordó, tal como en 2014 y, posteriormente, en 2017. Es el momento de ser respetuoso con los militantes y con los tiempos. Esto fue la semana pasada, y el autor, Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y aún hoy, sólo posible candidato a la Presidencia del PP. Y fue la misma frase que Susana Díaz pronunció a lo largo de la primavera de 2017, cuando intentaba contener su candidatura a las primarias del PSOE para que, en el momento de anunciarla, llegase como por aclamación.

La expresión es, cuanto menos, absurda. Los militantes del PP van a elegir por primera vez en las urnas a su futuro líder, pero quien podía ser el candidato con más apoyos reviste su silencio y sus dudas, de respeto confundido hacia los votantes. Al contrario, lo que necesitan los militantes del PP a dos semanas de la votación es que los candidatos se presenten, vayan a las agrupaciones, presenten sus programas y hablen de sus ambiciones con total transparencia.

Pero a Feijóo le pasa como a Susana, y lo comprendo. En la primavera de 2014, Susana Díaz se podía haber convertido en la secretaria general del PSOE. Era una recién llegada presidenta a la Junta y la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba le situaba a ella, casi el único cargo institucional en el PSOE, como un referente ideal. Pero Susana Díaz debía abandonar para ello la Presidencia de la Junta, que no es cosa menor, y quería una elección segura. Casi por aclamación. Como Feijoó.

Susana Díaz estuvo semanas pensándoselo, pero no quería disputarse el cargo en las urnas con Eduardo Madina. En ese momento, la andaluza podría haber ganado, Madina era más del aparato que ella y, por entonces, a la presidenta no le habían sacado esas aristas que fueron el motivo de su derrota en las segundas primarias, las de 2017.

El PP va a unas elecciones primarias, pero sus dirigentes aún no se lo creen. Hace dos semanas pensaban que sólo habría un candidato, alguien de consenso, como Alberto Núñez Feijoó, porque el PP -explicaban- no tenía esa cultura de partido. Risas. La libertad de escoger a tus representantes se abre paso en todos los partidos y en todas las instituciones. Los militantes populares no son más serviles que los del PSOE. ¿Por qué iban a serlo?

Fraga heredó sobre Aznar, después de que el primer gallego quisiese elegir a Isabel Tocino. Un grupo de no más de cinco personas lo impidió en un viaje que hicieron a Galicia para plantarse ante Don Manuel. Y Aznar tomó esa misma decisión, cerrada, oscura y personalísmima, en la persona de Rajoy, pero el segundo gallego ha demostrado ser un tipo mucho más demócrata que sus antecesores. En todo. Los militantes populares no son hoy los de la vieja AP, a ellos también les apasiona votar.

En 2014, Susana Díaz optó por quedarse al frente de la Junta con el convencimiento de que un patrocinado suyo, Pedro Sánchez, le guardaría la opción de ser la candidata a la Presidencia del Gobierno, aunque él fuese el secretario general. Ay, las sucesiones.

Ni Feijóo ni nadie en el PP va a encontrar ese mirlo blanco. Porque no existe. El primer congreso que Pedro Sánchez ganó fue el del 26 y 27 de julio de 2014. En septiembre, en una de sus primeras entrevistas, anunció que también quería ser el candidato a la Presidencia del Gobierno.

Núñez Feijóo no da el paso, y otros lo están dando por él, así se comporta la política, hueco que no ocupes, te lo ocupan.

En la primavera de 2017, Susana Díaz volvió a retrasar el anuncio de su candidatura. Se esperaba otra aclamación, porque al ex secretario general todos daban por muerto. Sánchez, como Lázaro, se levantó y comenzó a recorrer de nuevo España. Cuando Susana despertó, Pedro no sólo seguía allí, sino que era más grande.

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