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Vox sacrifica Andalucía por Madrid

Los consejeros Juan Bravo y Elías Bendodo explicaron a los voxeros todos los detalles de los Presupuestos en una larga reunión, donde nadie planteó objecciones

Los parlamentarios de Vox presentan la enmienda de devolución.
Los parlamentarios de Vox presentan la enmienda de devolución. / Raúl Caro/Efe
Juan Manuel Marqués Perales

09 de junio 2019 - 07:52

El grupo parlamentario de Vox está dispuesto a llevar su amenaza de tumbar los Presupuestos andaluces de 2019 hasta el final. Un partido que rechaza el Estado autonómico y que carece de una dirección en Andalucía está sometido a su liderazgo nacional, y éste reside en Madrid. Y, como ha ocurrido con todos los centralismos españoles, a Madrid le interesa Madrid. En este caso, Vox quiere entrar en los gobiernos municipal y autonómico de Madrid, con tenientes de alcaldes y consejeros, y para ello, para forzar a Ciudadanos, no ha dudado en poner en peligro el primer presupuesto del cambio.

Esta aseveración no es fruto de un análisis ni de una opinión. El propio líder nacional de Vox, Santiago Abascal, lo explicó en su intervención posterior a la visita al Rey en Zarzuela: todos los casos de negociación están relacionados. Y Andalucía, por tanto, también. El Gobierno andaluz, formado por PP y Ciudadanos, no calculó bien el órdago, porque la enmienda de devolución de los presupuestos se debatirá el próximo miércoles, cuatro días antes de que se constituyan los ayuntamientos. El día antes, el 11 de junio, se constituye la Asamblea de Madrid, que Ciudadanos aspira a ser presidir, aunque necesita los votos del PP y de Vox. Si no hubiese acuerdo a tres en Madrid, el Presupuesto andaluz podría ser tumbado el miércoles.

Más que de Juanma Moreno y Francisco Serrano, las cuentas andaluzas dependen de Isabel Gracía Ayuso, Rocío Monasterio y Begoña Villacís.

El portavoz de Vox en Andalucía, Alejandro Hernández, registró el jueves pasado la enmienda a la totalidad a las cuentas. Uno de los problemas con los que se encuentran sus interlocutores es que nadie sabe quién manda en este partido en el sur: si Francisco Serrano o Alejandro Hernández, capaz de obligar a otros parlamentarios a realizar preguntas orales que él mismo presenta pero que no se atreve a formular. La derechita cobarde está en muchas latitudes.

El grupo parlamentario de Vox bendijo los Presupuestos la semana pasada. El consejero de Presidencia y el de Hacienda, Elías Bendodo y Juan Bravo, se los explicaron con todo detalle a los voxeros en una larga reunión. Y nadie planteó objecciones, se quedaron con el documento y tuvieron todo el fin de semana para estudiarlo. Aunque esto parezca una labor titánica, no lo es tanto. Las cuentas de Bravo están muy explicadas y son bastante claras: aumentan el 5% porque hay más ingresos de parte del Estado y de una mejor gestión de los fondos europeos. Permite, además, introducir la mayor rebaja fiscal de los últimos decenios, algo que Vox había solicitado.

De hecho, Vox no ha sabido explicar por qué se opone a las cuentas. No le gusta la filosofía, quieren otros gestos; en definitiva, algo de lírica para evitar entrar en detalles. Pero, por fin, el jueves, el parlamentario gaditano Manuel Gavira aportó una razón: Ciudadanos no puede pretender sacar cuatro presupuestos en esta legislatura sin sentarse ni una sola vez con sus aliados parlamentarios. Sólo cuando se compara la magnitud de un gasto de 36.000 millones de euros con el gesto del retrato se advierte de la puerilidad de la situación. Vox no puede rechazar las primeras cuentas del cambio por una foto, pero Ciudadanos debe asumir que ésos son sus aliados. Tanto, que Albert Rivera no tuvo reparos en marchar con Abascal en la plaza de Colón.

Así, que el nuevo Gobierno andaluz puede encontrarse la semana entrante con sus primeros Presupuestos rechazados. Técnicamente, no es tan grave, porque se trata de unas cuentas para sólo seis meses y que se aprueban sobre una prórroga vigente. es más, Juan Bravo podría tener el proyecto de Presupuestos de 2020 preparados después del verano. Sin embargo, el efecto político es tremendo, porque afectaría a la seguridad que el Gobierno andaluz está transmitiendo al empresariado nacional e internacional.

El Gobierno andaluz está desenredado algunos grandes proyectos que llevaban algunos años estancados. Juan Bravo dio algunas pistas en el Foro Joly del jueves pasado, hay una inversión de 1.200 millones de euros que ha quedado desbloqueada. Los índices económicos de la comunidad están mejorando e, incluso, es posible que, como este consejero asegura, sus causas no sólo residan en la ola general de crecimiento. Es posible que la reducción de impuestos y el anuncio de que habrá este mismo mes un anteproyecto para eliminación de trabas burocráticas esté causando un efecto especial en Andalucía.

Todo esto se iría al traste con el rechazo presupuestario. El Gobierno andaluz pasaría a ser un Ejecutivo preñado de incertidumbre del que no se sabe si logrará sacar sus cuentas adelante y acabar la legislatura. De hecho, en estos días, se vuelve a hablar de la posibilidad de acortar el mandato a tres años si los sondeos electorales apuntan bien. Ante una convocatoria, Vox aparecería como el culpable de frustrar el cambio. Y cada escaño perdido por los voxeros irá al PP o a Ciudadanos. La suma le daría de bien.

En cualquier caso, y aunque la crisis madrileña se resuelva, el presidente Juanma Moreno y su vicepresidente, Juan Marín, deberán realizar ajustes finos, tanto en el Gobierno como en el Parlamento para forjar una alianza a tres que está debilitada sólo tres meses después de haber sido bautizada.

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