La izquierda frena a Podemos
Barómetro Grupo Joly
3 El 'efecto Susana' y el pragmatismo de IU en Andalucía frenan la expansión del partido de Iglesias, que se nutre de estas dos formaciones 3 Ferraz cree que Podemos le quita un 40%, un 11% en el sur
TARDÍA y menor. Así va a ser la irrupción de Podemos en Andalucía. Tardía porque las elecciones al Parlamento andaluz se celebrarán casi un año después que las de la mayor parte de las comunidades, que se examinan el próximo 25 de mayo. Y menor porque, aunque no hay en la pequeña historia de la democracia española un caso de efervescencia similar, la fuerza de los dos partidos tradicionales de la izquierda, el PSOE e IU, impiden que Podemos se coloque en el empate a tres que sí se intuye en el conjunto del país. Si recurrimos a esta imagen, el caballo que monta Susana Díaz saca una notable ventaja a sus seguidores, y más por la amazona que por el potro.
Pero es que, además, IU de Andalucía resiste. Antonio Maíllo, líder de la federación, y el diputado malagueño Alberto Garzón sostienen la imagen de una organización que aguanta el grueso de su electorado. Lejos de perjudicarle el paso por el Gobierno, a IU le beneficia el pragmatismo. ¿Qué sería hoy de IU si se hubiera quedado fuera? Éstos son los dos factores decisivos que estarían explicando por qué Podemos no arrasa: por el efecto Susana y por Izquierda Unida.
Ahora bien, es tardía y menor en términos relativos, porque el eco de las futuras elecciones puede ser de traca, ya que la evolución de Podemos durante los futuros meses y, en especial, la traducción aritmética de sus escaños podrían llevar a la Cámara andaluza a una situación de muy difícil gobernabilidad. Si los apoyos del PSOE y de IU sumasen 55 diputados, la mayoría absoluta, podría repetirse la misma coalición, si bien tanto Susana Díaz como una parte de la federación de izquierdas preferiría no volver a gobernar juntos.
La presidenta lo ha explicado en varias ocasiones. Si su lista del PSOE es la vencedora, y es muy probable que lo sea en este momento, ensayaría una aritmética flexible, en la creencia de que IU nunca votaría con el PP en los grandes temas. Sin embargo, la aparición de Podemos añadiría más complejidad a una estrategia de por sí tendente a la inestabilidad por muy cómodo que le resultase al PSOE gobernar solo. Los socialistas tienen poca cultura de coalición. Como el resto de España, pero Podemos le va a obligar a explorar sumatorios nunca vistos en el país. Incluida la llamada gran coalición entre socialistas y populares, negada por todos, pero querida, en ese caso, por una curiosa mayoría.
De traca. El Barómetro Joly muestra un aspecto que refuerza la opción de Podemos, y del que se pueden extraer conclusiones para un relevo en la dirección del PSOE. Cuando a los sondeados se les pregunta no por las autonómicas, sino por su voto en las elecciones generales, Podemos es la primera fuerza en intención directa de voto. No es el resultado tratado, pero sí resulta indicativo del trasvase de votos. En el escenario nacional, desaparece el efecto Susana, un cambio que el secretario general, Pedro Sánchez, no compensa y, además, IU sí sufre la huida de sus votantes. Según los cálculos del Barómetro, IU estaría perdiendo casi el 40% de sus electores en el caso de las generales, mientras que en las andaluzas, sólo sería el 20%. También hay un incremento de pérdida en el caso del PSOE, y aunque menor en términos porcentuales, es mayor en datos absolutos ya que el granero electoral es mayor.
Esto no hace sino confirmar el beneficioso papel de la presidenta en este engranaje, lo que llevará inevitablemente a que el PSOE federal esté tentado de hacer coincidir las elecciones andaluzas y generales. Sin embargo, Susana Díaz optará, como hizo Griñán, por unos comicios separados, y sólo ella tendrá la llave. La presidenta de la Junta se armará de mejores argumentos en una rivalidad que ya es manifiesta con la dirección de Pedro Sánchez. El modo en que se solucionará este conflicto entre dirigentes tendrá una repercusión directa en Andalucía en los próximos 12 meses.
A la presidenta andaluza le pasa como a Podemos: que ha nacido con la fuerza de la espuma, y parece que no cae. Hace sólo un año que Susana Díaz preside la Junta, y durante estos meses no sólo ha neutralizado todos los elementos negativos de un perfil que la dibuja como una ambiciosa joven del aparato sin sostén técnico, sino que se ha convertido en una dirigente autonómica con visión de Estado y con capacidad para colocar mensajes muy nítidos, a la vez que simples. En sólo un año ha alcanzado casi el nivel de conocimiento de Manuel Chaves en sus últimas legislaturas y ha igualado al de Griñán. Pero es que, además, llega con una nota de aprobado en un escenario donde todos los políticos cargan con suspensos. Díaz se ha instalado, ahora sí, en un susanato que se prolongará durante bastantes años.
El PP de Juan Manuel Moreno Bonilla no se derrumba, pero en términos generales deja de ser una alternativa de gobierno al PSOE. La última llama de Javier Arenas parece que se agota tras el interregno desaprovechado de Juan Ignacio Zoido.
Hasta ahora, se había intuido que una de las peculiaridades andaluzas sobre Podemos era que este partido de jóvenes universitarios entraba con menos fuerza en la Andalucía rural. Sin embargo, las tripas del sondeo no encuentran un sesgo poblacional. Es decir, que los de Pablo Iglesias reciben los mismos apoyos en las grandes que en las pequeñas ciudades. O en los pueblos. ¿De dónde viene el voto de Podemos, entonces?
El perfil del elector de Iglesias indica que es un hombre, Podemos es un partido muy masculino, de gente joven y situada muy a la izquierda. No hay preeminencia en cuanto a la procedencia de la clase social ni del hábitat, aunque sí hay un porcentaje significativo de apoyos entre personas con Bachillerato. Ahora bien, que Podemos se presente, sea concebido, como un partido de extrema izquierda no le quita apoyos entre todo el espectro político. Es por eso por lo que sus dirigentes, claramente procedentes de lo que se ha denominado el comunismo débil, se definan ahora como socialdemócratas o ajenos al esquema de derechas e izquierdas.
En Andalucía, Podemos toma sus votos de IU, del PSOE, de aquéllos que nunca han votado e, incluso, del PP. La mayor parte de los votos procede del Partido Socialista, aunque en un porcentaje menor que de IU. Son más por el volumen del caladero. De este modo, y según los cálculos de este Barómetro, los socialistas nutrirían a Podemos con un 11,4% de los votos, mientras que IU prestaría hasta el 20% aunque su impacto en la formación de Pablo Iglesias es menor. Estos porcentajes son una buena muestra cuantitativa del efecto Susana y de la izquierda andaluza. Según los cálculos de la dirección de Ferraz, obtenidos en diversas encuestas, Podemos estaría llevándose el 40% del electorado socialista. Si esto es así, la comparación sería el mejor argumento para aquéllos que piensan que Susana Díaz debería desplazar a Pedro Sánchez al frente de la dirección federal socialista. También hay un porcentaje de electores del PP, en torno al 11%, que siente bastante simpatía por las propuestas de Podemos si bien, en este caso, es difícil averiguar si se trasladará en un cambio de voto.
Una de las dudas sobre Podemos es la consistencia de su voto, y es que una mayor parte de los sondeados aseguran que la elección viene marcada por el hartazgo. De hecho, un 15% del apoyo viene de aquellos que votan en blanco. La indignación y la desafección institucional es la que hace que Podemos suba como la espuma, pero es posible que ésta se detenga tras las primeras citas electorales.
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