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Un Pedro Sánchez asediado confirmará en Sevilla el tándem María Jesús Montero y Santos Cerdán

Salvo giro de última hora, el secretario general mantendrá a la cúspide que ha sido señalada por el intermediario Víctor de Aldama

El PSOE cree que hay jueces que están buscando la imputación del presidente del Gobierno

Un cónclave de prietas las filas

Pedro Sánchez, ayer en el congreso de UGT. / Lorena Sánchez/Europa Press

Atrás quedaron los años en los que los delegados de los congresos del PSOE sabían cómo entraban pero no cómo salían. A Felipe González le pidieron la dimisión de Alfonso Guerra en el de 1997, y acabaron por salir los dos. Antes, un desconocido Cipriá Ciscar fue elegido secretario de Organización casi por descarte. Y Zapatero le ganó a Bono por un puñado de votos. Como Rubalcaba a Chacón, pero las primarias acabaron con la incertidumbre del nombre del secretario general, cuya elección por parte de los delegados disparaban las negociaciones paralelas para conformar el resto de la dirección. El 41º Congreso, que comienza este viernes en Sevilla, se celebra en un contexto judicial tan difícil para Pedro Sánchez que, lejos de complicarlo, está provocando un "cierre de filas" en torno a una Ejecutiva de la que se da por segura la continuidad de María Jesús Montero y Santos Cerdán como número dos y tres del PSOE.

Pedro Sánchez concibió este congreso como un cónclave que debía asumir los acuerdos a los que el PSC y ERC habían llegado para la investidura de Salvador Illa, se trataba de salir con una Ejecutiva renovada para, a continuación, cambiar y reforzar al Gobierno. Por eso, por la cuestión catalana, la cita se presentaba con ciertas dosis de discrepancias. Sin embargo, la reciente declaración del empresario Víctor de Aldama ante el juez y la implicación de Moncloa en el caso del fiscal general del Estado llevan a lo que uno de los delegados define como un congreso de "perfil bajo y de prietas las filas".

La psicología de los partidos funciona así, ante una amenaza real a un Gobierno, la reacción es la del grupo. Víctor de Aldama ha acusado ante el juez al secretario de Organización, Santos Cerdán, de haber cobrado 15.000 euros de su trama y al jefe de gabinete de la vicesecretaria general, María Jesús Montero, de poner la mano por otros 25.000 euros. Aldama dispara a la número dos y al número tres del partido, y el líder del PSOE de Madrid, Juan Lobato, ha dejado registrado en una notaría el eslabón que une al fiscal general del Estado con Moncloa por la filtración de la información sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso.

Si quedase alguna duda sobre el tándem con el que Montero y Cerdán han logrado apaciguar las relaciones entre el Gobierno y Ferraz, las acusaciones de Aldama han terminado por fortalecerlo. En el PSOE muchos creen que Pedro Sánchez se enfrenta a una situación similar a la que vivió Felipe González en su última legislatura, cuando el Tribunal Supremo le pisaba los pies por la guerra sucia contra ETA, no son pocos los que dan por hecho que ahora también hay jueces que buscan la imputación del presidente del Gobierno. O por el caso de su esposa o por la del fiscal general.

Pedro Sánchez aseguró ayer, en el congreso que UGT celebra en Barcelona, que le esperan "tres años más y los que quedan por venir". Más que un aviso es un recordatorio. Ni siquiera el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, plantará cara en el congreso, el único que se ha salido de la foto es Juan Lobato, y quizás de modo involuntario, más preocupado por Óscar López, que puede ser su sustituto, que del propio Sánchez.

Juan Lobato ha explicado que la persona que le facilitó la información sobre el acuerdo que el novio de Ayuso pretendía con la Fiscalía fue Pilar Sánchez Acera, quien en marzo era la jefa de gabinete del director de gabinete de Pedro Sánchez, Óscar López, hoy ministro.

Más allá de esa cúspide, todo puede cambiar. Se da por hecho que habrá una renovación en la portavocía de la Ejecutiva, que ahora lleva Esther Peña, y en los siguiente cargos, toda esa serie de nombres de los que se habla en las noches de los congresos pero que después pasan desapercibidos. Después de Montero, los andaluces con más poder en la actual dirección son Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que es secretario de Política Municipal, y Juan Francisco Serrano, que es secretario adjunto a Organización.

Este 41º Congreso Federal también estaba llamado a ser el de Andalucía, toda vez que la situación electoral del PSOE en la comunidad era la que más preocupaba a Pedro Sánchez, pero sus problemas ahora son otros. Juan Espadas presidirá el cónclave, aunque el próximo congreso regional se presenta complicado para el secretario andaluz. Muchos críticos están dispuestos a presentar una lista alternativa y otros tanto esperan a que sea Ferraz y Moncloa los que acuerden una salida pactada con Espadas y la futura renovación del partido.

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