Roberto Scholtes
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Tragedia en Barbate | El narcotráfico mata a dos guardias civiles
¿Quién dio la orden de entrar al mar en una pequeña zodiac? Esa era ayer una de las preguntas más repetidas en Barbate. El pueblo busca responsables en una historia con dos muertos pero muchas víctimas. A esa primera pregunta le sigue otra segunda: ¿Puede contradecirse una orden por muy descabellada que parezca? No debe olvidarse que la Guardia Civil es un cuerpo militar y los galones pesan. Cumplir determinadas órdenes implican jugarte la vida, no hacerlo trae consigo consecuencias laborales.
La cuestión es que la secuencia de los hechos sigue arrojando contradicciones según de quien parta el relato. Es como si esa cadena de mando que tanto pesa para algunas cosas quisiera eludir el bulto en un operativo que, a toro pasado, resultó desastroso.
Lo único seguro es que en la tarde del jueves, cuando los efectos de la borrasca ‘Karlotta’ comienzan a sentirse con virulencia en el Golfo de Cádiz, varias narcolanchas se aproximan al puerto de Barbate y se amarran a las dos boyas, una roja y otra verde, existentes en su bocana. Así al menos confían en eludir una marejada que va en aumento con el paso de las horas.
Durante todo el viernes los vídeos con seis gomas en la zona empiezan a circular de móvil en móvil. Cuando llega al terminal del alcalde, el andalucista Miguel Molina, este decide que debe ponerlo en conocimiento de las autoridades. “No creo que la llamada de Miguel origine el suceso”, dice Paco Ponce, edil de Seguridad del Ayuntamiento. “Como Gobierno municipal pusimos en conocimiento de la Comandancia de la Guardia Civil lo que estaba sucediendo, pero nosotros no tenemos ninguna competencia, las órdenes en este caso las da el Ministerio del Interior o la Subdelegación de Gobierno. Llevamos años pidiendo medios para Barbate, porque lo que no es lógico es que la Guardia Civil tenga una patrullera para cubrir 25 kilómetros de costa”.
Hay dos versiones sobre quién recibe esa primera llamada del alcalde. Un de ellas dice que fue el coronel de la Benemérita, Luis Martín; otra, que fue Blanca Flores, subdelegada del Gobierno. De lo que no hay duda es de que ambos están en el Gran Teatro Falla disfrutando de la final del Concurso en el palco de autoridades, que abandonan en cuanto tienen noticias de lo que está sucediendo en el puerto barbateño.
Desde la Comandancia de la Guardia Civil se busca embarcaciones que puedan acceder a la zona, pero las del Servicio Marítimo están inoperativas por diversas averías. Incluso se contacta con Ceuta, donde están fondeadas embarcaciones de gran eslora, pero no pueden navegar por culpa del fuerte temporal en el Estrecho. Es en ese momento cuando se decide que acuda una dotación del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS), apoyada por el Grupo de Acción Rápida (GAR). Ninguna de estas unidades son expertas en este tipo de intervenciones contra el narcotráfico.
Se trasladan por carretera hasta Barbate llevando la pequeña zodiac. Cuando llegan la noche ha caído sobre el puerto y la lámina de agua es una mancha negra. Allí espera el capitán del Servicio Marítimo, quien tiene que tomar una decisión. La cuestión que todavía flota en el aire es saber si fue el capitán de quien partió la orden directa de que había que entrar en el mar o bien este la recibió de un superior. Nadie parece dispuesto a asumir esa responsabilidad. Es evidente que tampoco nadie pensó que los narcos llegarían a embestir a la zodiac donde iban los agentes.
Manuel Relinque, sociólogo barbateño, no pone paños calientes. “Los culpables, los asesinos de esos dos guardias civiles, son los que pilotaban las narcolanchas, pero en el pueblo también se tiene claro que quien ordenó que se echaran al mar, con ese temporal, en una pequeña zodiac, también tiene su cuota de responsabilidad en la historia. Aquí en el pueblo se recalca mucho eso. Que las órdenes no fueron las adecuadas. A nadie se le ocurre mandar un comando del ejército sin las armas necesarias a tomar una loma donde hay un nido de ametralladoras”, asegura.
Esa orden no parece sencilla de asumir. Será una investigación interna la encargada de depurar responsabilidades en una cadena de mando que todavía hoy, varios días después del suceso, sigue arrojando demasiadas incógnitas.
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