Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
LA presidenta de la Junta, Susana Díaz, se reafirmó ayer en lo que ha venido repitiendo durante la campaña: gobernará "en solitario" porque los 47 escaños conseguidos en el 22-M son los mismos que tenía el PSOE hasta ahora; porque, a diferencia de lo ocurrido en 2012, esta vez sí ha ganado las elecciones, y porque los únicos dos partidos que suman más que el suyo son Podemos y el PP, y ambos tendrían que aliarse en su contra. Para Susana Díaz, ésta es la estabilidad a la que apeló al adelantar los comicios, una suma de la legitimidad en las urnas por haber alcanzado un notable éxito el domingo por la noche y la posibilidad remota, aunque no imposible, de que en el Parlamento andaluz los escaños del PP y de Podemos, que suman 48, uno más que el PSOE, sirvan para reeditar la pinza de 1994. Gobernar desde el Parlamento, y en contra del Ejecutivo, una fórmula que pasó factura a la IU de entonces. Para ser investida presidenta, Susana Díaz necesita, al menos, que Podemos o PP se abstengan o que Ciudadanos vote a su favor. Cualquiera de estas tres opciones por separado le vale, y el PSOE ya ha nombrado un comité de enlace para comenzar a hablar con la oposición: Juan Cornejo, número dos del partido, y Mario Jiménez, el portavoz parlamentario, al que se sumará el consejero de Presidencia en funciones, Manuel Jiménez Barrios. "De momento, hay que ir engrasando, vamos a hablar con todos", explicó uno de ellos.
El principal obstáculo que Díaz debe salvar es su elección como presidenta por el Parlamento. Podemos no descarta abstenerse, aunque esperaría a una o dos votaciones, preferiría que fuese el PP, pero si no es así, no llevaría a Andalucía a otra convocatoria de elecciones, que es lo que se produciría si, al cabo de los dos meses de la constitución de la Cámara, no hubiese acuerdo. Este paso no entraña un pacto de legislatura ni una alianza, sólo dejar pasar a la presidenta.
La secretaria de Análisis Político de Podemos, Carolina Bescansa, afirmó desde Madrid que "toca sentarse y escuchar, y en función de eso, decidir". El PP camina en esa línea aunque con más dificultad debido a la crisis que se ha abierto en el partido después del derrumbe del domingo. Tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como el candidato, Juanma Moreno, explicaron durante la campaña que debía gobernar la lista más votada y que si ésta era la del PSOE, como ha sido, se actuaría "en consecuencia". Lo dijo el candidato el jueves pasado, y los socialistas parecen dispuestos a recordárselo una y otra vez. En la dirección regional pidieron a su líder que, bajo ningún concepto, se apoye a Díaz. ¿Qué es apoyar? ¿Lo es abstenerse? En el PP hay palomas y halcones, para los que sería muy difícil de encajar, incluso, una abstención. Preferirían otras elecciones en dos meses, y de hecho eso es lo que pretendían algunos el domingo por la noche.
Moreno estableció ayer tres condiciones para un acuerdo de este tipo, la primera de ellas es la constitución de una comisión de investigación sobre los cursos de formación. Esto sería lo más difícil de aceptar para el PSOE, aunque el pacto con IU incluyó la comisión de investigación de los ERE en la pasada legislatura. Las otras dos condiciones son una reforma para hacer más transparente el Parlamento y realizar un seguimiento de la efectividad de las ayudas europeas en la comunidad.
El más duro en sus exigencias fue Ciudadanos, quizás porque han sido los señalados como socios preferentes, bastaría su apoyo para que el PSOE gobernase. A su líder, Albert Rivera, que ayer aún permanecía viviendo en un hotel NH de Sevilla, tampoco le conviene dar la sensación de que se echa en brazos del PSOE a la primera. Rivera ha puesto como condición que Manuel Chaves y José Antonio Griñán dimitan de sus puestos de diputado y senador. Si no es así, "ni nos pondremos al teléfono", aclaró Rivera después de que los periodistas le interrogasen si eso servía para la abstención o para un sí. Ciudadanos reúne hoy a su comité nacional de pactos en Barcelona para decidir sobre su futuro en Andalucía.
Los partidos han comenzado a mover fichas a las pocas horas de conocer el resultado de las urnas. Parece claro que el PSOE gobernará en solitario y que el resto de las formaciones no tienen impedimentos, no hay una querencia por la coalición como sucedió con IU en el año 2012. De todos modos, habrá que esperar a las elecciones municipales del 24 de mayo y a las generales para conocer si Andalucía contará con un Gobierno bicolor. El PSOE puede necesitar a algunos de estos partidos en los ayuntamientos, y viceversa, y el resultado de las generales marcará un sentido en las alianzas en todo el país. El PP quiere imprimir un nuevo estilo de oposición, no tan centrado en los asuntos de corrupción y con una mano extendida por si en España fragua una gran coalición después de las generales. Podemos, por su parte, comienza a acariciar la posibilidad de colocar alcaldes en importantes municipios andaluces. Todas estas opciones abonan un escenario de otro tipo de alianzas en el futuro.
La primera cita es el 16 de abril, día en que se constituye el Parlamento y en el que habrá que negociar la constitución de su Mesa y elegir al presidente. Fuentes socialistas indicaron ayer que el PSOE quiere que el presidente sea uno de sus parlamentarios, no lo ofrecerá a la oposición.
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