(1-1) El empate de la vergüenza
Real Balompédica Linense - CD Estepona FS | La crónica
La Balona salva un punto en el 94' y de penalti tras un partido calamitoso que merece perder
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Aquellos que sostienen que el Dios del fútbol no va a dejar despeñarse a la Real Balompédica Linense a ese subsuelo que se denomina Tercera Federación pueden encontrar en el duelo entre los albinegros y el Estepona todos los argumentos imaginables (e inimaginables) para reforzar su tesis. No se puede hacer menos para lograr un punto. Es físicamente imposible aburrir más, desesperar más a una afición a la que Andrés Roldán haría bien en ir pensando como compensar por tanto sufrimiento. El equipo costasoleño, que se adelantó en el 68’ por medio de Antonio Marín, fue mejor, dispuso de ocasiones, estrelló un balón en el larguero, pero concedió un penalti de esos absurdos en el minuto 93’ que permitió a Carlos León salvar un punto desde los once metros. Qué triste que esta Balona y en esta categoría tenga poco menos que celebrar un empate en casa que le aleja una mijita más del descenso directo. Qué triste o qué vergonzoso, eso ya a gusto del consumidor.
También es cierto que la escuadra de La Línea es el vivo ejemplo en esta andadura de aquello del perro y las pulgas. Justo antes del partido, durante el calentamiento, cayó lesionado el único futbolista que parece saber de qué va esto en esa caseta: Fran Carbià. Pero ni eso justifica el penoso ¿espectáculo? de los siguientes noventa interminables minutos.
Ya no se trata de que la Balona en casa no le gana a nadie. Eso, por frecuente, empieza a ser lo de menos. Es como si los jugadores hubiesen asumido que en su campo no dan para más. Lo realmente grave es la imagen fantasmagórica que ofrece en el Ciudad de La Línea. A Santa Compaña es un Carnaval comparado con esa plantilla, que despide toda la sensación de ser estar desposeída de todos los valores que se le presuponen a un bloque rebautizado como Recia.
Queda la impresión de que los profesionales (de momento, solo de momento, sin interrogantes) no son conscientes de lo que se está jugando la entidad que les paga religiosamente. De lo que supondría un descenso a todos los niveles. Y no cuela eso del murmullo de la grada, porque quitando tres gritos mal contados -que además eran contra la directiva no contra los que estaban en el césped- el comportamiento de la hinchada fue extremadamente generoso. Se podría escribir que empático. Por menos, por mucho menos, se han organizado auténticos motines en el extinto Municipal.
Una Balona acomplejada
Del partido poco o nada se puede decir. El Estepona, que también tiene que hacérselo mirar con el dineral que ha invertido, tuvo siempre el esférico. Enfrente tenía un rival acomplejado, incapaz de enlazar tres pases seguidos. Y es mejor no individualizar y así no hay que hablar del partido de David Hernández. Los malagueños tampoco están para tirar cohetes, tuvieron sus opciones en la primera parte. Dos de Hugo Rodríguez (23’ y 29’), otra de Mati Castillo (38’), pero no queda lugar al debate: a los costasoleños les cuesta Dios y ayuda hacer un gol, que es lo que le está impidiendo fundirse con los de arriba.
Tras el intermedio más de lo mismo. Una Balompédica plana, sin chispa, sin fútbol, sin nada. Y un Estepona que parecía creer a pies juntillas que más temprano o más tarde acabaría por caer el gol.
Después de dos escaramuzas, en el 66’ llegó el primer aviso serio. Hugo Rodríguez, de lo mejorcito de este presunto partido de fútbol, se fue por banda y lanzó raso. Su disparo lo envenenó un defensa y lo vomitó el larguero. Era una amnistía transitoria, porque dos después y tras un saque de banda llegó el 0-1. La defensa le puso la alfombra roja a Antonio Marín, que parecía que hubiesen adelantado la gala de los Óscar.
Por fin cuando vio el resultado en contra en esos nuevos marcadoes electrónicos que, por cierto, son una chulería Javi Moreno pareció percatarse de repente de que tenía a unos chavales allí en el banquillo. Igual es que hasta entonces el partido no había sido lo suficientemente malo. Y empezó el carrusel de cambios. Uno de ellos, Dani Villa, aportó algo. El resto, contagiado del disparate que se estaba viviendo.
En esos veinte minutos finales y que se salve el que pueda, los 1.578 que estaban en el estadio (anda y que los llamamientos calaron en la ciudadanía) pensaban que sólo quedaba ir a peor. Que llegaría el 0-2 y se inflamaría la grada. Vaya, que se repetiría lo de la temporada pasada.
Inadmisible celebración de Carlos León
Pero el fútbol, y por eso tiene tantos fieles en medio planeta, escribe con renglones torcidos. Después de no haber hecho méritos para otra cosa que para perder, a la Balompédica le llegó un regalo como el que recibe una herencia de un tío-abuelo que no sabía ni que existía. En el 93’ Juanan derribó a Dani Villa (dicho queda que aportó) en el área. Un penalti (indiscutible) de esos que es para que sus compañeros no le hubiesen permitido montarse en el autocar para volver.
Lo lanzó Carlos León, que por poco lo falla. Pero como en esta Balona 2024-25 nada es normal, al malagueño, con la temporadita que se está pegando, no se le ocurrió otra cosa que desafiar a la afición tras el gol. No pedir perdón por lo que se había visto en este último día de puente y por lo poquísimo que lleva aportado desde septiembre, no. Llevarse la manita a la oreja y señalarse el nombre. Si en ese club y en esa vestuario mandasen algunos de los que ahora contemplan los partidos desde el palco infinito, no se permitiría al presunto extremo volver a enfundarse la sagrada guayabera albinegra. Ya está tardando en pedir perdón a través de las redes sociales. Y si no, que alguien de peso en la caseta le arrebate el móvil o lo haga por él. Siquiera sea para disimular y por no caldear más el ambiente.
El empate no tuvo celebración porque no se puede celebrar nada después de eso que se presumía como un partido. La Balompédica sigue en el puesto que puede condenar a la promoción y, anda mira qué alegría, con un punto más de renta sobre el descenso directo. Nueve semanas le quedan a los balonos con el rosario en una mano y la calculadora en la otra. Y Carlos León retándoles. En qué nos hemos convertido, que cantaba María del Monte.
Ficha técnica
Real Balompédica Linense (1): Álex Lázaro; David Hernández, Sergio Chica, Moha Hamdoune, Fran Moreno; Adri Carrasco (Pepe Greciano, 80’), Fran Tena (Carlos Cano, 80’), Toni Jou, João Pedro (Carlos León, 69’), Álex Hernández (Alberto Fuentes, 76’) y Jack Harper (Dani Villa, 69’).
CD Estepona FS (1): Alfonso Liceras; Titi, Alfonso Candelas, Antonio Marín (Diego Mirapeix, 81’), Hugo Rodríguez, Juanan, José Antonio Caro, Jorge García (Ramón Blázquez, 81’), Mati Castillo (Alejandro Carrasco, 90’), Ekhiotz (Keita, 72’) y César Gómez (Jacques Dago, 72’).
Árbitro: Jaime Muñoz Moreno, de Torrejón de Ardoz (Madrid), auxiliado en las bandas por Miguel Murciélago y David Sánchez. Exquisito.
Tarjetas: Amarillas a los locales Fran Tena (77’), Álex Hernández (86’), Dani Villa (87’), Alberto Fuentes (89’), Fran Moreno (91’) y al segundo entrenador, Carlos Guerra (60’). Por parte malagueña vieron la admonición Jorge García (74’) y Jacques Dago (77’), junto al encargado del material Dani García (71’).
Goles: 0-1, Antonio Marín fusila a Álex Lázaro tras recibir en el área después de un saque de banda (68’). 1-1, Carlos León, al transformar un penalti.
Incidencias: Encuentro de la vigésimo quinta jornada del grupo IV de la Segunda Federación, disputado en el Ciudad de La Línea, en tarde desapacible, ante 1.578 espectadores, unos 150 llegados desde Estepona.
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