La Balona empata; gana Romerito (1-1)
San Fernando CD - Real Balompédica | La crónica
Los albinegros suman un punto en San Fernando que se traduce en calma tras la tempestad
Marc Carbó adelanta a los de casa en el 33' y Gerard Oliva anota su segundo gol en una semana
El regreso de Antoñito y el partidazo de Dorrio y Masllorens, lo mejor de la tarde
Le salió bien la apuesta [arriesgada] a Romerito. El entrenador de la Balona asumió la responsabilidad de la criticada renuncia tácita a la Copa [Federación] para que su equipo se aferrase a la Liga. Y en la competición de la regularidad sumó este sábado un empate en el campo de uno de esos equipos, el San Fernando, ante los que el valor, por muchas cosas, se multiplica. Los albinegros siguen coqueteando con la zona noble de la clasificación de esta recién parida Primera RFEF y lo que es mucho, pero que mucho más importante: después de sumar en dos jornadas consecutivas, dan carpetazo definitivo a la mini-crisis que abrió el Clásico...y están un punto más cerca de la permanencia.
Bahía Sur [o como se llame ahora] se está convirtiendo en un recinto del que la Balona sale casi siempre sonriendo. El empate de esta séptima jornada, después de una semana controvertida, fortalece a un equipo que está cogido con pinzas. A ratos, con las variantes tácticas que se ve obligado a afrontar -sobre la marcha sobre todo cuando está por detrás en el marcador- da la sensación de estar reponiendo el milagro de los panes y los peces, solo que en versión futbolística. No hay más cera que la que arde. Y está ardiendo todo lo que puede arder, salvando algún borrón.
El partido, que no es que fuese parar tirar cohetes [más bien todo lo contrario], dejó, además de un punto que se antoja justo, el regreso de Antoñito, que se demuestra pieza vital en este engranaje. Ah, y el segundo gol en siete días de Gerard Oliva, que después de un primer tiempo más que discreto, parece decidido a poner en evidencia con tantos a los que cargamos las tintas sobre sus primeras actuaciones. Que siga.
La Balona fue de menos a más. En el primer tiempo le costaba mucho enlazar hacia arriba, porque Coulibaly en esa nueva demarcación como media punta se pierde un poco. De hecho el San Fernando pudo adelantarse muy pronto, en el 8', pero Loren acertó a abortar sobre la misma línea de gol un disparo a placer de Bibiani tras una triangulación. La única réplica de la Balona se produjo en el 15' con un disparo de Dorrio (el mejor de los visitantes junto a Masllorens) que se envenenó tras tocar en Manu Moreno.
En el 33' llegó el gol local. Después de un córner se produjo un desajuste defensivo. Y van... Todos los de rosa -porque la Balona vistió de rosa- se fueron a buscar un centro lateral y dejaron totalmente solo a Marc Carbó, que tuvo tiempo de preparársela y fusilar por bajo. En medio de una nube de piernas, las opciones de Nacho Miras eran nulas.
La segunda parte fue diferente. El San Fernando, seguramente condicionado porque aún no conoce la victoria en casa, se replegó más de la cuenta. Lo mismo entendió que tenía el partido a su merced y que resolvería en una contra. La Balona, ya sin nada que perder, aceptó la invitación y dio un paso adelante, sobre todo cuando salió Antoñito en el 65', porque puso cordura a lo que hasta entonces era solo una intentona. Loren volvió a brillar más de medio campo para arriba y esta vez a Óscar Arroyo no le cogieron con el carrito de los helados. Vaya, que el míster acertó con los cambios.
Es verdad que el San Fernando, que ya no llegaba, pudo sentenciar en una falta botada en el 73' por Juanmi Callejón que se marchó fuera por una cuarta. Pero nada más. Y en el 77' Dorrio -otra vez Dorrio- se las ingenió para ponerla al corazón del área y Gerard Oliva se elevó entre todos e hizo lo que los clásicos denominaban un cabezazo inapelable. El catalán lo celebró con tanta rabia que su complicidad con los hinchas balonos le acabó costando una cartulina amarilla.
Después de eso, dos escaramuzas sin más de los de casa y la Balona que se trajo un punto para La Línea. Un punto que se traduce en calma. Una calma tan necesaria como justa, que a veces parece que el equipo estuviese penúltimo. Pero bueno, seguramente eso también forma parte de la idiosincrasia de la Balona y de los balonos. Y así que hay asumirlo.
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