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... Y aquí no ha pasado nada (1-0)

Linares Deportivo - Real Balompédica | La crónica

Un despiste defensivo y un gol en propia de Víctor Mena acaban con la racha triunfal de Escobar

La Balona está más espesa que en las jornadas precedentes y concede demasiado a balón parado

La derrota y el triunfo del Badajoz devuelven a los linenses a la zona de descenso

Jesús Muñoz sale al paso de Javi Duarte / Serindipia Fotógrafos
Rubén Almagro

05 de noviembre 2022 - 21:49

El malaje que, al amparo de no se sabe muy bien qué posible confusión para los espectadores por televisión, obligó a la Real Balompédicaa vestir de amarillo en Linares (¡con Rafa Escobar en el banquillo!) comenzó a meter el bajío para que el conjunto de La Línea cosechase su primera derrota desde el cambio de técnico. Que se sabía que tenía que llegar antes o después, pero supone un jarro de agua fría en medio de tanta ilusión que se había desatado. Y ya está. Hasta ahí. Porque ni se puede ganar siempre ni es nada fácil hacerlo en un campo como Linarejos, como demuestran los números. Un despiste en un balón parado -que no fue el único en esa suerte- que se tradujo en un gol en propia meta de Víctor Mena le costó la derrota a una Balona a la que esta vez no le acompañó el acierto en ataque, apartado en el que, sobre todo en el segundo tiempo, se dejó ver con cuentagotas.

Linarejos, un campo que se le había dado especialmente bien a la Balona desde que los de casa se refundaron, propinó el primer golpe al proyecto de Escobar. Ninguna tragedia. Esta Balona no era el equipo de las ocho primeras jornadas, pusilánime, incapaz de ganarle a nadie, pero tampoco tiene para ir sumando de tres en tres allá por donde pase. Los linenses expusieron su fútbol de saber estar, de situación y de esperar. Pero cometieron errores atrás que esta vez el rival, con un golpe de fortuna, sí aprovechó y malograron sus ocasiones. Y no es precisamente nada nuevo que el fútbol se gesta en el centro del campo, pero se decide en las áreas.

Lo más probable es que un análisis estadístico del encuentro determine que la victoria local no es injusta. Lo que está claro es que no fue un disparate, por el mero recuento de acercamientos al marco contrario. Pero vaya que, hasta el 1-0, parecía que era uno de esos partidos de la Segunda B de toda la vida que parecen llamados a acabar cero a cero. Y el puntito, con independencia de su valor clasificatorio, hubiese tenido un regustillo a refuerzo para seguir creciendo.

En las primera mitad los dos equipos disfrutaron de oportunidades para ponerse por delante. A los ocho minutos Alhassan Koroma -que sigue haciendo las veces de falso nueve- se fue en velocidad pero el sierraleonés olvida con demasiada frecuencia que el fútbol es un deporte de conjunto y cuando ya apenas tenía opciones se empeñó en lanzar a puerta y estrellar el cuero en el lateral de la red, en vez de buscar a los dos compañeros que le acompañaban por detrás.

Replicó pronto Duarte con un disparo cruzado y luego entraron los dos equipos en una especie de ruleta rusa. Borja López cabeceó tras un córner y Ernestas Juskevicius sacó como buenamente pudo. A la contra fue Alberto Varo el que tuvo que hacer uso de los guantes tras un disparo de Alfonso. De ese saque de esquina (que casi todos se le indigestaron bastante a los visitantes) llegó otra oportunidad de los jienennses, pero Caro remató alto cuando parecía tenerlo todo a favor en el segundo palo.

Los de casa pisaron en acelerador en la vuelta al césped. En el 49', de hecho, le fue anulado un golal exbalono Hugo Díaz (en otro balón parado) por una falta previa de esas que no siempre se pitan. Y seis después otra vez el cordobés puso el susto, pero sin tino.

A la Balompédica, que en la primera mitad había encontrado a Yassin Fekir y había tenido frecura, le costaba en esta segunda entrega llegar al área contraria. Y de hecho hasta el gol local solo un disparo de Koroma desde la frontal hizo a los aficionados visitantes levantarse de sus asientos con la esperanza de ver algo positivo. Pero le pegó mordida y se marchó fuera.

En el 82' llegó el 1-0. Un córner -otro- botado con mucha intención por Ignacio Abeledo, que se comieron tres o cuatro y que en medio de la rebullasca acabaron por mandar al marco Víctor Mena. Así es este negocio, de héroe la pasada semana por un gol, a desafortunado siete días después contra su propio marco.

A partir de ese momento el Linares tiró de oficio. De eso que tanto se valora como es el conjunto propio el que lo ejecuta, pero que tanto coraje da cuando lo hace el rival. Ni con los cambios pudo Escobar esta vez echar mano de la varita mágica para salvar un punto. Y eso que hubo varias intentonas.

La Balona ve cortada su racha y encaja un gol después de tres semanas. Lo dicho, no da para un drama, porque esto, ni mucho menos, acaba aquí. Y el barco navega con rumbo seguro, no se puede nadar cambiando de opinión de un día para otro. Lo peor de todo, es que esta derrota dura dos semanas. Y que además, tras el triunfo del Badajoz sobre el Celta B, supone que esos quince días los linenses los vivirán en puestos de descenso.

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