Real Balompédica Linense | Segunda Federación
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AD Alcorcón - Real Balompédica | La crónica
Queda empíricamente demostrado. Esta resucitada Balona no se contenta con codearse con los grandes, con rivales que triplican su presupuesto. La centenaria escuadra de La Línea es capaz de sonrojar a los líderes, uno detrás de otro. Si hace dos semanas firmaba un colosal triunfo en Córdoba, ahora, a pesar de las bajas, sumó un empate (0-0) que, por las formas, es casi igual de meritorio y valioso [aunque esto último no lo refleje así la clasificación] en el campo del Alcorcón, donde además firmó su tercera portería a cero en cuatro partidos. Un síntoma más que significativo.
Este punto logrado en un estadio en el que nadie ha ganado como visitante que permite a los de Rafa Escobar mantenerse en la zona media de la tabla del grupo I de esa Primera Federación que los malvados dicen que le queda grande. Y, lo que es mucho más importante a estas alturas, afianzarse en todo lo bueno que viene haciendo. Que empieza a ser no mucho, sino muchísimo.
A la Balompédica se le atragantó el comienzo del choque. Los albinegros se empeñaban en sacar el balón jugado desde atrás y la presión asfixiante del Alcorcón les hizo cometer algún error más de la cuenta. Los alfareros lo aprovecharon para generar un par de situaciones de sobresalto. Pero sobresalto, sin más, porque cada vez se sentía más cómodo sin balón.
De hecho, peligro, lo que se puede entender como auténtico peligro, no llegó hasta el 26' y lo generaron los visitantes. Primero en un balón dentro del área a Bobby Duncan que el británico malogró con un control deficiente. En el consiguiente córner Fran Morante acabó por los suelos y media Balona reclamando con insistencia penalti. Visto con detenimiento en la tele parece claro que el jugador local pisó al atacante, pero en vivo resultaba difícil decantarse. Eso sí, el árbitro estaba a un metro, con lo cual cuesta encontrarle atenuantes.
Esta visita al área contrario reafirmó a esa Balona que tanto gusta fuera de casa. Solidaria, ordenada, bien plantada, con las líneas juntitas. Un equipo que brinda a los suyos infinitos motivos para sentirse orgullosos. Hasta Alu Koroma, que era la gran novedad en el eje y que, posiblemente por el efecto de la responsabilidad, había comenzado un pelín revolucionado, se fue centrando.
Aquello no parecía ni por asomo un partido entre un líder y un equipo que hasta hace cuatro días no podía ni pensar en otra cosa que no fuese salvar la categoría aunque fuese con angustias. Era un duelo de tú a tú. Una pelea de fuerzas muy parejas en el que uno, el Alcorcón, intentaba mandar y otro, la Balona, había encontrado la fórmula para impedírselo.
Los locales estaban tan maniatados que solo un lanzamiento con mucha mala uva de Chiqui desde la frontal del área sobresaltó a Alberto Varo. Pero la mejor la tuvo Omar Perdomo, quien, con el tiempo casi cumplido, recibió una generosa entrega de Joao Pedro y cuando estaba a un metro del marco equivocó la dirección de su disparo y lo estrelló en el lateral de la red. Hasta el propio futbolista canario se llevó las manos a la cabeza, consciente de que había dejado pasar la oportunidad asestar un golpe quien sabe si letal al rival.
Tras el paso por el vestidor la Balona se despojó de sus mínimos complejos -si es que en algún momento los tuvo- y salió desatada, hasta completar un segundo tiempo soberbio. Paradójicamente, con menos ocasiones claras que en el primero.
El conjunto balono se metió en el medio campo del rival, tocó y mareó a un líder que apenas podía hacer otra cosa que correr detrás de los de blanco y negro. Ya se sabe que la mejor virtud de este equipo no es generar oportunidades cuando ataca en estático y salvando una media rosca de Joao Pedro muy bien intencionado que sacó un defensa y un centro de Álex Guti que se paseó por el área pequeña, tampoco es que se pudiese hablar de asedio. Dominio sí, asedio no. A ver, que enfrente estaba el primer clasificado, que si está ahí es porque también se sabe defender.
El banquillo alfarero asumió que el partido le pasaba por encima y el técnico introdujo cambios, entre otras cosas para poner piernas, frescura. Y la verdad es que surtieron su efecto. Los madrileños equilibraron la balanza y como calidad arriba tienen de sobras se las ingeniaron para generar dos o tres ocasiones de peligro. Un cabezazo de Dalmau que se comieron los centrales y que marchó fuera por poco, un centro atrás de Addai que interceptó Fran Morante... y un par de disparos (uno de ellos de Javi Lara en el añadido) preñados de peligro que interceptó el de siempre: Alberto Varo. Lo de que es un seguro hace mucho que se quedó cortísimo.
Salvando una pequeña tangana que quedó en nada una vez finalizada la contienda, la Balona, que en el tramo final le dio a Joel del Pino la oportunidad de jugar sus primeros minutos como albinegro, vuelve mucho más que indemne de su segunda visita a un líder en dos desplazamientos. Reforzada por sus últimos resultados y cada día un poquito más lejos de pasar angustias cuando llegue la hora de los truenos. Sin volverse loca en el mercado de invierno. Sin discursos grandilocuentes ni promesas que no se pueden cumplir. Solo con trabajo, trabajo y más trabajo. Del primero al último. Y eso hace aún más bonito todo lo que está consiguiendo. Que es mucho. O sería más exacto decir muchísimo.
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