Alejandro Rosillo, el Caballo de Troya de la Balompédica

Real Balompédica | Primera Federación

Linense y balono confeso, es el fisioterapeuta del próximo rival albinegro, el Rayo Majadahonda

"Es raro verte enfrente del equipo de tu pueblo, al que has ido a ver tantas veces", relata

Alejandro Rosillo, durante un entrenamiento
Alejandro Rosillo, durante un entrenamiento / Rayo Majadahonda
Rubén Almagro

15 de diciembre 2022 - 14:41

La Real Balompédica tiene su particular Caballo de Troya en su rival de este sábado (16:00), el Rayo Majadahonda. Alejandro Rosillo, linense y balono confeso, trabaja como fisioterapeuta para el equipo madrileño desde hace ya año y medio. Lo suyo es el claro ejemplo del corazón dividido, aunque evita hacer un pronóstico para este duelo y se limita a desear que los dos equipos, envueltos en la lucha por la permanencia, logren al final de la presente andadura su objetivo.

Alejandro Rosillo Almagro nació en La Línea hace 31 años. Comenzó su formación en el colegio Isabel La Católica y en el entonces denominado instituto Menéndez Tolosa, mientras jugaba en equipos como el Calderón y la Peña Balona, al tiempo que era asiduo visitante del Municipal de la mano de su padre.

Con apenas 18 años se marchó a Murcia para estudiar fisoterapia en la UCAM, completó un máster en la Escuela Universitaria Real Madrid y pronto se afincó en la Comunidad madrileña. Trabajó para el Atlético Pinto y, aunque ya lo tenía pactado de antemano, se incorporó en el verano de 2021 al Rayo Majadahonda, al que este sábado (16:00) visitará la Real Balompédica en el último encuentro de 2022 para ambos conjuntos, que corresponde a la decimoséptima jornada del grupo I de la Primera Federación.

La familia de Alejandro Rosillo no solo sigue viviendo en La Línea, en la zona de Periáñez, sino que continúa asistiendo a los encuentros de la Balona. “A mí me llevaba mi padre a ver a la Balona todos los domingos y ahora sigue yendo con mi tío y mi hermano", refleja.

Nunca pensé que un día me enfrentaría a la Balona”, confiesa. “El año pasado tenía ya la ilusión, pero Rayo Majadahonda y Balona fueron separados en diferentes grupos. Sin embargo este verano me llevé una alegría muy grande cuando vi que por fin coincidían. Aquí llevan toda la semana dándome la carga”.

“No vayamos a engañarnos, es algo raro verte en un campo de fútbol, ejerciendo tu trabajo, en contra del equipo de tu ciudad natal, al que has ido a ver tantas veces, pero bueno le sucede a muchos profesionales del deporte”, relata en referencia a una experiencia que ya vivió el pasado verano, con motivo de aquel torneo a cinco bandas en la Comunidad de Madrid con el que los que entrenaba Alberto Monteagudo despidieron la pretemporada.

“Mi día a día está en Majadahonda, pero claro no puedo evitar tener un sentimiento muy especial por el equipo al que has seguido desde pequeño”, abunda.

“Es evidente que mi deseo, con independencia de lo que pase el sábado, es que se salven tanto el Rayo Majadahonda como la Balona”, recalca. “Yo hablo mucho con mi familia y por supuesto quieren lo mejor para mí, pero también para su Balona, así que esperemos que los dos consigan su objetivo”.

En la Balona hay gente a la que conozco de toda la vida, de La Línea, y tuve la oportunidad de saludarles en el amistoso que jugamos en verano”, desliza. “No es que hable con ellos a diario, pero sí que tengo contacto con muchos de ellos y por supuesto cuando voy a La Línea, ahora en Navidad o en verano, cuando para la competición, si tenemos la oportunidad nos vemos”.

Cuestionado por cómo se ve La Línea desde Madrid, el fisio del Rayo Majadahonda proporciona una respuesta que se asemeja a la de tantos linenses que por una u otra causa se han visto obligados a emigrar. “Las personas que no la han visitado y que tienen la imagen que ofrecen sobre todo las televisiones tienen una opinión negativa, pero los que han estado allí, los que conocen a nuestra gente, nuestras playas, te dicen que no entienden por qué se habla tan mal de aquello”.

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