Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Real Balompédica Linense - AD Ceuta FC | La crónica
Estaban avisados de que fácil no iba a ser. Lo que nadie podía adivinar es que el sufrimiento que tuvo que padecer la Real Balompédica para derrotar a la AD Ceuta, con remontada y un gol en el añadido incluidos, le iba a servir para revalorizar sus opciones de cara al Clásico del miércoles. No se trata solo del empujón que proporciona en la clasificación, que también, sino de la recompensa obtenida en el último suspiro del sacrificio y la fe infinitos expuestos sobre el terreno de juego. Y del acierto de su entrenador.
Igual es cierto que el fútbol se está cebando con el equipo caballa porque el duelo entre los albinegros y el colista fue de esos que pudo ganar cualquiera y otra vez se les fue de las manos. Las lágrimas de los jugadores norteafricanos al final, sobre el césped, son más que comprensibles y hasta invitan a la empatía. Pero en esta lado del Estrecho lo único que importa es que la Balona sigue su remontada con paso firme. Con un triunfo tan agónico como emotivo. Con una de esas victorias que suponen haber tomado la salida acertada en el cruce de caminos.
Los de casa no entraron bien en el encuentro. Más bien al contrario. Lo hicieron con una empanada de cuidado. Nada más empezar permitieron un lanzamiento de Alberto Reina desde la frontal que obligó a Alberto Varo a emplearse a fondo. En el córner producto de esa acción Masllorens y Loren no se aclararon para impedir el centro de Jota en una jugada ensayada, Fran Morante no vio el movimiento de Carlos Barreda y éste apenas encontró resistencia para hacer el 0-1. Era el minuto cuatro.
Desde ese momento hasta el descanso la Balona estuvo espesa y el colista consiguió su objetivo de mantenerla lejos de su marco. El equipo de casa trató de encontrar soluciones con Yassin Fekir, Álex Guti y Alhassan Koroma, pero le faltaba continuidad, chispa. La prueba es que al descanso la posesión era (por poco eso sí) de los norteafricanos. Un disparo de Álex Guti (el más perseverante, el que sigue reivindicándose en silencio día a día) bien interceptado por Gato Romero fue lo más destacado para ser contabilizado como ocasión.
Para colmo, a un momentito del intermedio Yassin Fekir -igual un poco harto porque ya había recibido varias caricias-se revolvió contra Adri Cuevas y le propinó un empujón. Mal, muy mal el francés, que debió contener su carácter por sí mismo y por sus compañeros. Cositas como éstas explican que no esté más arriba. Pero vista la acción en la tele igual al árbitro se le fue un poco la mano con la roja. Seguramente con la amonestación hubiese bastado. Sobre todo porque en el área contraria, un poco después, su postura fue mucho más laxa con Alberto Reina, en una acción que, como poco, tenía muchas similitudes con la que le costó la expulsión al balono.
La Balompédica volvía al campo con un hombre menos y por detrás en el marcador. Pero mutada, decidida a no tirar la toalla, a presionar arriba. A no darse por vencida. Y ahí estuvo la mano de Escobar, que desde el minuto uno defendió con tres atrás y mandó a sus hombres a presionar arriba como si no hubiese un mañana.
Nada más comenzar por dos veces creó peligro y en el 53' le llegó la recompensa. Un centro de Alhassan Koroma permitió por fin a Nacho Heras demostrar que su hábitat natural es el área, como dejó patente en pretemporada. Anotó a lo más puro estilo nueve (1-1).
Con el empate la Balona, en inferioridad, no renunció a su hambre. Y el Ceuta, que trataba de desprenderse de sus fantasmas, se dejó ver también en ataque, en un centro-chut de Jota (el mejor de los suyos) que se envenenó y que necesitó la ayuda de Alberto Varo para no crear otro problema gordo.
Al momentito (67') el exbalono Carrasco sujetó a Alhassan Koroma sin atender al balón y vio la segunda amarilla. Justa.
El número de efectivos volvía a equilibrarse y el partido entró en una ruleta rusa. Ni uno ni otro daban por bueno el empate. El Ceuta, que juega bonito (lo que no implica que juegue bien, ahí está su clasificación) la tuvo dos veces. Muy claras. En el 83' y el 84' pero el balón nunca llegaba al último destinatario. Cuando la flechita señala hacia abajo...
Y ya al final, en el añadido, cuando parecía imposible, sucedió. Primero en un centro de Koroma -muy participativo toda la mañana- que remató Fran Morante a bocajarro y que sacaron de manera milagrosa el Gato Romero y el larguero. En el consiguiente córner, la locura. Jesús Muñoz -un poco como justicia poética de una semana muy delicada- peinó de cabeza y Fran Morante primero tocó y después se revolvió dentro del área pequeña para marcar el balón dentro. Era el 2-1.
Después de eso una explosión de júbilo, dentro y fuera del césped, propia de un equipo y una afición que sabe que se están agarrando a la permanencia en la Primera Federación con uñas y dientes. La de un equipo que quiere hacer piña antes del partido más importante de la primera vuelta. Una imagen que contrastaba con la de sus rivales en el suelo -consolados de manera muy deportiva por los de casa- con la sensanción de haber recibido la puntilla. Las dos caras de este bendito deporte llamado fútbol.
La de la Balona de un equipo que desde la llegada de Escobar ha recuperado sus señas de identidad, su fe y hasta la suerte que hacía falta para salir del boquete en la que andaba metida. Tanta era la felicidad que el equipo regresó de vestuarios para volver a festejar el triunfo con su gente. No existe mejor carta de presentación para llegar el próximo miércoles al Nuevo Mirador. Quién lo hubiese dicho hace dos meses.
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