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Real Balompédica Linense - Deportivo de La Coruña | La crónica
La Real Balompédica Linense conquistó ante el histórico Deportivo de La Coruña un empate lleno de orgullo, merced a su [casi] excelencia táctica, que demuestra que tiene un entrenador top. Un Rafa Escobar que le ganó la partida al preparador rival, Óscar que después tuvo el bello gesto de descubrirse ante todo lo que significa la Balona. Un punto que igual no tiene el mismo reflejo en la tabla que en el corazón de los balonos, que despidieron a los suyos puestos en pie y con una más merecida ovación tanto al final como al intermedio. Esta añeja afición, que sabe de esto como la que más, era consciente de que habían visto a su equipo hacer algo grande.
Los albinegros tiraron de esa solidaridad extrema y ese orden que les sacó hace tiempo del boquete para maniatar y minimizar a un espectacular equipo al que hizo parecer menos extraordinario. Ese era el secreto. Los locales lo tuvieron en una sobresaliente primera parte, pero no es ningún secreto que el gol no es lo suyo. Después les tocó sufrir un poco más, pero eso, un poco. En el cómputo del partido se registró un reparto de ocasiones y unas tablas que se pueden considerar justas. Ah, en un duelo que contó, porque es de ley escribirlo también cuando es así, con un arbitraje de categoría.
No es necesario ganar para que la afición se rinda a los que portan sus colores. No todo son los resultados. La Balona y su gente lo saben bien porque un genio llamado Baby se cansó de repetirlo durante dos décadas y su mensaje acabó por calar. El Balona-Dépor es el prototipo de ese tipo de contiendas. La escuadra más laureada de esta Primera Federación -que con éste hilvana nueve jornadas sin perder y cinco sin encajar un gol- se quedó enredada en un rival de obreros [escrito con el mayor de los respetos] de esta profesión. De futbolistas sin sueldos desorbitados que no escatimaron nada sobre sobre el césped, que se movieron como un todo y que a ratos en el primer tiempo le sacaron los colores a un enemigo que puede que le quintuplique en palmarés, pero nunca en amor propio.
Escobar repitió el sistema de cinco atrás que parece ser poco menos que la piedra filosofal de este resurgir tras la mini-crisis. Lo de los tres centrales fue de traca. Borja López sigue acallando aquellas voces que no hace tanto le criticaban, Papa Cámara continúa creciendo por días y Jesús Muñoz... bueno Jesús Muñoz es Jesús Muñoz, no necesita más presentaciones.
La Balona, sin complejos, le puso ritmo desde el pitido inicial y encontró el canal de entrada por la izquierda, con un Álex Guti incansable. A los dos minutos Alhassan Koroma no llegó por milímetros a un centro atrás del algecireño. Era toda una advertencia.
El problema de jugar contra equipos como el Dépor es que penalizan el más mínimo error. Y en el 11' Lucas Pérez rentabilizó un desajuste y un rebote y se presentó delante de De la Calzada, al que los problemas físicos de Alberto Varo abrieron la puerta de la titularidad. El meta balono respondió con un auténtico paradón. Está escrito en este espacio que la Balompédica tenía esta temporada la portería muy bien cubierta por el que estaba jugando... y por el que no lo hacía.
No tardaron los locales en replicar. Esta vez fue en un córner. El balón buscó a Álex Guti que estaba insólitamente solo, a la altura del punto de penalti. Y cuando media grada estaba ya en pie y alzando los brazos, el de Algeciras se resbaló y apenas pudo tocar la pelota.
La última antes del descanso también fue para los de casa, que en el 36' enlazaron desde atrás la que fue con diferencia la mejor jugada de la mañana. Otra vez Álex Guti atrás, Koroma le pegó con todo y se interpuso Mackay. El esférico le cayó a Antonio Romero (al que por cierto habrá que empezar a reconocerle todo lo que hace sin balón) pero hizo un extraño y el disparo se marchó alto.
Tras el intermedio se cambiaron las tornas. La Balona ya apenas tenía el balón. El Dépor dio un paso adelante. Pero eso no hacía más que poner de manifiesto que se estaba jugando como quería el equipo de La Línea. Plantado, sereno. Sin cometer errores. A verlas venir. Ese aparente dominio -porque es más correcto dominio que control- de los coruñeses solo dio para una oportunidad. Uno de los escasísimos errores de la retaguardia permitió a Alberto Quiles cabecear al larguero un centro desde el costado.
Y poco o nada más. Bueno sí, la sensación que queda de que esta Súper Balona está obrando un milagro, de que con cuatro perras mal contadas es capaz de mirar cara a cara a rivales que no hace tanto barajaba para que viniesen a jugar su Trofeo. Al final del partido un centenar de críos pedían a Lucas Pérez una camiseta que acabó entregando a Loren con el mensaje “que tengas suerte, que os vaya lo mejor posible”. Nadie se la pidió a los de casa. Y los que llevaban la blanca y negra sí que están demostrando saber todo lo que eso conlleva.
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