Manolo Mesa, el 'sietebalonas'
Real Balompédica Linense
La Balompédica rinde homenaje a uno de los jugadores más prestigiosos de su centenaria historia
El sanroqueño guarda un excelente recuerdo de su primera etapa, la que le catapultó al Sporting
Volvió casi con cuarenta años para conducir a los albinegros a una liguilla a Segunda
"Estoy muy agradecido, pero el domingo que la gente apoye al equipo, que es lo importante, no Manolo mesa"
La Real Balompédica Linense rendirá homenaje el domingo (12:00), en los prolegómenos del encuentro que le enfrenta al Real Madrid Castilla, a uno de los mejores futbolistas que se haya enfundado su camiseta: el sanroqueño Manuel Mesa Quirós. Una afirmación que no admite debates ni cortapisas. Y que es posible que sea rácana con ese centrocampista inabarcable. Es el único jugador en la centenaria historia de la entidad de La Línea que fue traspasado dos veces: primero al Spórting de Gijón y década y media más tarde al Xerez Deportivo. Fue dos veces internacional y levantó dos títulos de Copa con los de El Molinón... pero su gran éxito radicó en su eterna sencillez, que aún hoy le persigie. “El fútbol lo ha sido todo en mi vida”, afirma con un cierto aire de romanticismo.
A Manolo Mesa le rebautizaron el Siete Pulmones y seguramente el que lo hizo se quedó corto. Era uno de esos jugadores que hizo de la entrega y de saber ubicarse sobre el césped algo más una seña de identidad. Vivió etapas de gloria en el Spórting, cuya afición, como quedó demostrado en el homenaje que le rindió el club, aún le venera. Pero el otro equipo de su vida fue la Balona, a la que dio el salto desde un CD San Roque que por entonces militaba en aquella Preferente arisca de los años setenta. Volvió casi con 40 años para ayudar al conjunto que entrenaba Gabriel Navarro BabyBaby (al que sitúa en lo más alto de su escala, junto a Vicente Miera) a disputar nada menos que una fase de ascenso a Segunda división con Salamanca, Girona y Villarreal.
Mesa es patrimonio de la ciudad de San Roque, que se lo testimonian de una y mil formas, pero también lo es de los balonos, que entre otras muchas cosas se lo reconocen con su condición de presidente de honor de su asociación de veteranos.
“La verdad es que me ha sorprendido un poco que después de tanto tiempo que hace que me marché de allí se hayan acordado de mí”, asegura mientras pasea tranquilamente por la Alameda Alfonso XI. “Estoy seguro de que va a ser un día emocionante para mí y para los míos, estoy muy agradecido. Todo lo que tenga que ver con la Balona tiene un significado especial”.
El paso del tiempo no ha cambiado el modo de conducirse de Mesa, al que un día se le ocurrió incluso incrustarse en las listas electorales del PSOE sanoroqueño por petición expresa del actual alcalde, Juan Carlos Ruiz Boix. Es más, se diría que los años han acentuado esa aparente timidez que, a poco que se rebusque, lo que es esconde es mucha sabiduría. “Yo sé que la gente de La Línea me quiere, no hace falta que me lo haga ver un día específico. La de San Roque ya me lo ha dado todo y en Gijón fue muy emocionante cuando me invitaron. No sé entender mi vida sin uno de ellos".
“A cualquier futbolista le agrada que le recuerden con tanto cariño y más después de tanto tiempo. A mí me hace muchísima ilusión lo del domingo, pues claro. Pero lo que yo quiero es que el domingo la afición apoye a la Balona, para que gane y se salve, porque está en una categoría que tiene mucha repercusión. La Balona es lo importante, no Manolo Mesa. A mí ya me conocen mucho”, sostiene con un aire imperativo de quien en el fondo se sigue sintiendo capitán y sabe que su mensaje no va a caer en el vacío.
“Aquellos tres primeros años en la Balona fueron... no tengo palabras” recuerda con una emocionada nostalgia. “Teníamos de utilero nada menos que a Juan Ayala, que ya había jugado en el Sevilla. Siempre iba en chanclas, hasta en invierno. Y con el pie descalzo le pegaba mejor que cualquiera de nosotros con botas. Me ayudó mucho, siempre me estaba dando consejos. Como me veía así desgarbado me decía que me tenía que cuidar”.
“A mí me encantaba jugar en la Balona, yo era feliz”, rememora. “Por un lado porque estaba gente como El Chato Aragón, que te enseñaban mucho, pero también porque existía un grupo de casa, que imprimía carácter. Paco Vallecillo, Diego Tinajero, Juan Manuel Quirós, Loza, yo jugué con los dos García [se refiere al linense Antonio y al sanroqueño José Manuel], con Salcedo que era de Algeciras... éramos un grupo grande de la casa. Éramos la Balona”.
"Debuté en el San Roque con dieciséis años, con los mayores porque entonces el San Roque no tenía juveniles y en la Balona lo hice con diecinueve”, recuerda. “Después de un partido en Motril Juan Sabán [entonces presidente de la entidad] me dijo que tenía una buena noticia para mí y aunque luego el Betis trató de ficharme, ya para entonces estaba comprometido con el Sporting".
Después de eso, el gran cambio. “A mí llevo al Spórting uno de Algeciras, Dávila, que tenía un estanco”, recuerda. “Él se fijó en mí y me dio el empujón que me permitió disfrutar de tantas cosas” y de una larguísima etapa en Asturias con nombres tan ilustres como los de Quini, Ablanedo, Maceda, Cundi, Joaquín...
Mesa, que insiste en la cantidad de futbolistas del Campo de Gibraltar con los que coincidió en sus dos etapas en la Balompédica, se pregunta qué está sucediendo ahora con la cantera “a todos los niveles” y hace un llamamiento para que los clubes hagan un esfuerzo para contar con gente de la casa.
El domingo la Balona saldará una deuda con Manolo Mesa. Solo los que tuvieron la suerte de verle jugar saben lo que supuso sobre el terreno de juego y lo complicado que es explicarlo.
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