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Real Balompédica Linense - Marbella FC | La crónica
Balona y Marbella firmaron tablas. Ni uno ni otro mereció perder. Pero tampoco quiso desatarse para perseguir la victoria. Instintivamente ambos acabaron por convencerse de que el resultado no era malo. El público no se marchó del todo insatisfecho por el amor propio que pusieron unos y otros, pero la impaciencia empieza a aparecer en ambas aficiones. En la local, porque los de Roger enlazan tres jornadas sin vencer y hay demasiados fantasmas paseándose por la maltrecha grada del Municipal. En la visitante porque cada desplazamientos se traduce en un empate y un equipo hecho para ascender está obligado a exigirse un poco más. O un mucho.
La Balona salió un poco a verlas venir. Y el fútbol no tardó en hacérselo pagar. El Marbella se presentó con talante de equipo grande y en el cinco ya se puso por delante. Error colectivo de la defensa, balón para Manel –que hizo un auténtico partidazo– y adentro. Empieza a convertirse en una costumbre que el primer error defensivo de los de La Línea se traduzca en gol. De aquella muralla inexpugnable que batía records en otros tiempos ya nada se sabe.
Tres ponerse por delante el exbalono Elías Pérez soltó un cañonazo desde el borde del área que hizo volar a Javi Montoya. Fue un indulto en toda regla, porque poco después Wilfred –desubicado toda la tarde– cometió dos errores indefendibles en una misma jugada. Dopi se las ingenió para batirle por su palo. Empate. Era casi como si el partido volviese a empezar.
De ahí al final de la primera parte no sucedió nada más. La Balona empieza a tener un problema grave que se va acentuando a medida que pasan las jornadas: se ha vuelto previsible.
Cualquier opción de generar fútbol pasa por Manu Molina y los enemigos ya le colocan una sombra para maniatarle. Consecuencia: el equipo de La Línea se estrangula. En esos casos la solución suele llegar por las bandas. Pero la Balompédica no lo hace, entre otras muchas cosas porque Tomás Sánchez se ha ido diluyendo a medida que avanzan las semanas y de su poderío ofensivo ha pasado al limbo. Y en el apartado defensivo, lo justito.
Igual Manu Molina debería privarse de bajar tanto a recibir, de acercarse tanto y tantas veces a los centrales, porque lo que consigue es iniciar la jugada demasiado lejos de la portería, dar tiempo al rival para armarse. Y así es difícil sorprender.
Poco antes del descanso el conjunto de casa se vio obligado a prescindir de Igor Martínez, que por lo que se ve había precipitado su reaparición. Entró Koroma, que ya en la segunda mitad hizo tres o cuatro regates de esos que se quedan en la retina, pero lejos del marco. También muy lejos del marco. Jugadas que no se transforman en peligro. Fuegos artificiales. Y Moussa en el otro costado no se sentía cómodo.
Incluso así, durante los veinte, veinticinco primeros minutos de la segunda mitad la Balona hizo cosas. Encontró más veces a Manu Molina. Pero el Marbella es un equipo listo. No le importó que los de Roger asumieran el mando. Para nada. De hecho no se impacientó y empezó a buscar sorprender con balones largos. Y ahí sufrieron y mucho tanto Álvaro Vega como Fabrizio Danese. En ataque posicional no concedieron, pero cuando Manel jugaba de espaldas...
De hecho en ese periodo en el que la Balona lo hacía bien, las dos ocasiones más claras fueron... para los costasoleños. Óscar García y Mustafá enviaron disparos que lamieron el poste. Los de casa, sin embargo, se tuvieron que contentar con dos lanzamientos desde lejos, porque su fútbol no les daba para superar a la retaguardia rival.
Los cambios debilitaron a la Balona. Curiosamente cuando jugaba con dos nueves (Pito Camacho y Forján) fue cuando más facilidades concedió a la defensa enemiga para salir cómoda. Y entonces el Marbella, sin desmelenarse, dio un pasito adelante por si acaso. Álex Bernal (72’) avisó, pero después llegaron dos claras.
La primera un error colosal de Álvaro Vega (de las mismas dimensiones que el de una semana antes de Carrasco, pero de la que hablará menos porque no acabó en gol) dejó el balón en poder de Mustafá sin más resistencia que Javi Montoya. Pero el once visitante se hizo un lío.
En el 89’ el incombustible Añón sacó una falta. La defensa se despitó [otra vez] y Manel [otra vez Manel] tocó de cabeza y se la colocó a Yaimil como sueña todo futbolista. Botando y al borde del área pequeña. El sabrá cómo lo hizo, pero lanzó fuera.
La Balona se sujetaba contra las cuerdas pero tuvo la última. Bandaogo lanzó cruzado y Forján intentó una espuela, pero no atinó.
El empate final empieza a provocar ansiedad. Es verdad que la Balona compite siempre. Es verdad que los últimos rivales son de postín. Pero también es cierto que no gana. Y cuando se apuesta por una determinada filosofía de juego o vences como lo hace el Cartagena, sin fútbol pero con pegada... o te quedas sin argumentos.
El entrenador de la Balona, Jordi Roger, se vio ayer por primera vez en la coyuntura de tener que excluir tres jugadores en la convocatoria definitiva, ya que el sábado, tras el último entrenamiento previo al choque con el Marbella, sus 21 futbolistas estaban en condiciones de competir.
El técnico catalán decidió no inscribir en el acta a dos jugadores que aparecían en casi todas las quinielas, el internacional sub-23 congoleño Faites-Prevu Kaya Makosso [Kaya] y el finlandés de origen marroquí Bakr Abdellaoui. Sin embargo sorprendió más que se quedase en la grada Tito Malagón, que lo había jugado casi todo. En el banco, dos defensas: Sergio Rodríguez y Carrasco.
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