(0-0) La Balona desacelera
Real Balompédica - Mérida AD | La crónica
Los albinegros, sin lucidez, se enredan en la tela de araña del Mérida
El marroquí Bakr, desaparecido, queda señaladísimo ante la hinchada
Los linenses dejan pasar la oportunidad de asaltar la sexta plaza
La Real Balompédica Linense no pasa del empate ante un equipo de la zona baja-baja. Ni gana ni su fútbol transmite. El tropezón, segundo en ocho días, saca a relucir que lo de alcanzar la cuarta plaza -a ocho puntos- tiene más de quimera que de otra cosa, aunque en el fútbol ninguna tesis se puede dar por cierta. Lo malo es que ahora peligra un puesto copero que –esta semana ha quedado demostrado– no es, precisamente, un premio menor. El partido deja señalado, señaladísimo, aBakr. Y la impresión de que el equipo de La Línea no encuentra la llave cuando el rival se sabe inferior y se atrinchera.
El efecto Calderón se diluye. La Balona castigó a su gente (a su cada vez menos gente) con un segundo partido infumable en casa, solo que esta vez, al contrario de lo que sucedió dos semanas antes frente al Villarrobledo, no hubo Koroma que recondujese los hechos a poco del final.
Los albinegros, sin chispa, sin lucidez, se estrellaron en un planteamiento tan legítimo como ultradefensivo del Mérida, que sufrió lo justito para llevarse del Municipal un punto que a los romanos, como conoce todo el que ha estado alguna vez en las cloacas de la clasificación, le sabe a gloria.
Al equipo de casa le queda como argumento, para el que lo quiera comprar, el cuento ése tan de moda de la posesión. De una posesión diabólica, estéril, que no le llevó a crear superioridades ni a traducirse en ocasiones más que en chispazos individuales. Una posesión generada porque el rival no quería el balón ni en pintura para no desajustarse en defensa. Porque estaba convencido de que era el camino para lograr su objetivo. Y se salió con la suya, lo que le convierte en vencedor moral de la contienda.
El partido engañó un poco, solo un poco, durante el primer cuarto de hora largo. El tiempo en el que Koroma se dejó sentir. El partido engañó, el Merida poco o nada. Desde el pitido inicial se colocaba con cinco atrás cuando defendía y a verlas venir.
En el minuto seis un cabezazo de Fabrizio Danese tras una falta ensayada estuvo a punto de descorchar el marco rival. Y en el 17’ Koroma metió atrás desde la línea de fondo pero no había nadie para rematar. Tres después el conjunto extremeño se dejó ver en la faceta ofensiva. Tras un córner cabeceó Mario Gómez y replicó bien Javi Montoya.
A partir de ese instante el fútbol fue languideciendo. La Balompédica se quedó enredada en la maraña que tendió el Mérida y transcurrían minutos y minutos sin que sucediese nada. Pero nada de nada.
Manu Molina venía a recibir muy cerca de los centrales y cuando arribaba a la zona de peligro su fútbol se difuminaba. No había último pase. Entre otras muchas cosas porque cuando el rival acumula tanto personal para destruir, los espacios se reducen hasta su mínima expresión.
También es cierto que el experimento Bakr le estalló en las manos a Calderón. Y quien sabe si al propio futbolista. Hubo momentos en los que daba la sensación de que los de casa jugasen con uno menos. Recuerda mucho a la oportunidad a blancas o negras que el míster le dio a Kaya hace dos semanas. Y Kaya acabó cogiendo la puerta. Resulta muy complicado no preguntarse qué hubiese sucedido si esas oportunidades que se le han brindado al marroquí se les hubiesen concedido aFosela. Y además el barreño podría transformarse a la larga en patrimonio del club.
El primer tiempo acabó con la sensación de que la Balona lo hubiese regalado un poco. O un mucho. En el segundo periodo el Mérida radicalizó su postura. Hubo momentos, muchos, que los once de azul estaban detrás del balón. Y así es complicado, por no decir imposible.
Nada más arrancar Tomás estuvo a punto de festejar su reciente paternidad en una falta lateral, pero el esférico, después de rozar en un rival, se fue al poste por su cara externa. En el 53’ Dopi lo intentó desde el borde del área y el balón, más que detenerlo el meta visitante, se encontró con Javi Sánchez.
Calderón rebuscó en su chistera y puso sobre el tapete (que dicho sea de paso está de lujo) a todo lo que tenía con cierto tufuillo a atacante: Luis Alcalde, Javi Forján y Santi Luque. Pero para entonces el partido ya había encallado.
El conjunto romano ya no salía de su medio campo y la Balona, a pesar de tener el cuero, quitando los lógicos saques de esquina y algún intento desde el borde del área, no daba con la tecla. Vaya que tampoco es que el Mérida esperase el final entre plegarias ni que los visitantes sacasen a hombros a su portero.
Dos puntos que volaron y la afición que se fue callada. Indiferente. Con la esperanza de que los recién llegados aporten algo más lo más pronto posible. Con el deseo de que vengan pronto rivales que le quieran jugar a esta Balona cara a cara, como hizo el UCAM. Porque si el enemigo se parapeta atrás...
No hay comentarios