Balona: hay vida, hay esperanza (1-0)

Real Balompédica - Rayo Majadahonda | La crónica

Los linenses derrotan al Rayo Majadahonda y llegan a la última jornada con opciones de salvación

Un cabezazo de Borja López decide un duelo de baja calidad, presidido por el miedo

Todas las opciones de los albinegros pasan por vencer al Ceuta en el Murube

El vídeo resumen del Balona - Rayo Majadahonda (1-0)

Jugadores y público intercambian aplausos al final del encuentro
Jugadores y público intercambian aplausos al final del encuentro / Erasmo Fenoy
Rubén Almagro

20 de mayo 2023 - 22:54

El último vestigio del viejo estadio José Antonio, la grada de Preferencia, despide a la Real Balompédica Linense en Primera Federación. Y le deja el encargo al nuevo/nuevo Municipal para que la reciba en esa misma categoría la próxima temporada. A falta de noventa minutos que se antojan agónicos y tras derrotar 1-0 al Rayo Majadahonda, la Balona mantiene vivas las esperanzas de lograr la permanencia. La penúltima jornada deja hasta un posible óctuple empate a 44 puntos en el horizonte (que por cierto beneficiaría a los de La Línea) pero todo pasa por ganar en el Murube el próximo sábado. No es el Más idóneo de los escenarios por la enorme dificultad que entraña derrotar al Ceuta al otro lado del Estrecho, pero sí, posiblemente, el mejor al que merecía aspirar el conjunto albinegro. Hace ya mucho, muchísimo, que hasta el más iluso sabía que esto no iba a ser fácil.

El Balona-Rayo Majadahonda no pasará a los anales de la tercera categoría nacional. No fue, precisamente, un partido para tirar cohetes. Más bien todo lo contrario. Pero es que eso poco o nada importaba. Allí nadie fue por el espectáculo, sino a ver ganar a los suyos. Fue un duelo presidido por el miedo entre dos equipos que ven el precipicio tan cerca que les maniata. Fue un encuentro de respeto, de esperar a ver si... con un Rayo Majadahonda cortito-cortito, pero que muy cortito, que jugaba con la aspiración de llevarse un empate. Difícil que esa pretensión se cumpla cuando apenas se lanza a puerta en 90 minutos y se fía todo a dejar el marco a cero.

La Balona sin alardes, porque no le da para eso, al menos lo intentaba más. Suyas fueron las más claras ocasiones del primer tiempo. La mejor una de Masllorens a los 12', pero el centrocampista estrelló su disparo en la salida para minimizar espacios del colombiano Lucho, que se hizo muy grande. También lo intentaron Connor y un Alhassan Koroma, empeñado éste en jugar como si sus compañeros se hubiesen vuelto invisibles. Pero tampoco acertaron con el marco. Nada nuevo en esta Balona. Vaya, que aquello no era precisamente un asedio. Casi que era una cosa un pelín fría para todo lo que había en juego.

Se palpaba que el público -menos en número que nunca- no creía en el milagro. La prueba era el silencio sepulcral con el que seguía el desarrollo del juego. Y eso que los que estaban en la grada, todos, son balonos de nativitati. De los que, al menos de momento, no quieren debates concienzudos sobre qué ha sucedido durante toda la temporada, sino que su Balona se salve. Pero son tan pacientes como sabios y por ello, conscientes de que el equipo -y eso les incluye a ellos mismos- están agarrados a una quimera. Lo que pasa es que les ha llegado el mensaje de que, a vaces, las quimeras acaban por alcanzarse.

La segunda parte tuvo, al menos, más desarrollo, más contenido. Sin que fuera tampoco ninguna maravilla. El choque cambió cuando llegó el 51'. Tras un córner botado de manera perfecta por Omar Perdomo apareció la cabeza de Borja López. Inapelabe: 1-0. El último gol de la Balona en el viejo José Antonio, que cierra una inabarcable lista que comenzó Cáceres.

El Rayo, con el marcador en contra, quiso dar el paso adelante. Pero de verdad que tiene muy poquita mecha. Veremos a ver si, después de haber tenido la salvación cerrada hace una semana, no termina cogiéndole el toro del descenso. Basadre reorganizó su equipo para que concediese menos aún de lo que ya estaba concediendo y en uno de esos movimientos dio entrada, entre otros, a Gerard Oliva, del que la grada acabó poco menos que carcajeándose. Partiendo de la base de que cada cual se expresa como quiere, no resulta nada gratificante escuchar determinadas cosas dichas a un tipo que lleva la sagrada túnica blanca y negra.

El equipo majariego, quitando un disparo malintencionado del joven Cortés, nada de nada. Bueno, eso y un cabezazo... de su portero en el último córner del partido.

No hubo explosión de júbilo como tras el triunfo ante el Córdoba. Más bien alegría contenida. Apenas unos gritos aislados de “sí se puede” y algún cántico del Colectivo Doce. Pero tampoco hubo muestras de repulsa. Los que estaban en la grada, dicho queda que son de los buenos, no están en modo autodestrucción y se aferran a seguir creyendo al menos una jornada más.

Queda la última semana. La del rosario y la calculadora por excelencia. La de que vuelvan a subirse al carro todos los que, con sus argumentos, han ido renunciando a soñar en las últimas semanas. Seguro que serán bienvenidos. Todo aliento es bueno. Con más de dos mil combinaciones matemáticas por delante es obvio que todo puede suceder. ¿Y si lo que sucede es que la Balona se salva?

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