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La Real Balompédica Linense vuelve a sus orígenes para lograr una victoria de prestigio. Porque siempre lo es derrotar al Decano, por mucho que, a base de repetirlo en las últimas campañas, pueda parecer que es un asunto de rutina. Los albinegros doblegaron en su último partido matinal del curso al Recre con un gol de Dopi, que ejerció del más listo de la clase en el minuto 72'. Suficiente para ajusticiar a un enemigo que se machó del Municipal sin generar una sola ocasión de auténtico peligro. Los linenses suman tres puntos que les asientan en la zona copera y, lo que seguramente es más importante, les ratifica en su credo, en ese fútbol equilibrado y solvente que han abrazado para creerse candidatos a casi todo.
Calderón sigue invicto en casa como inquilino del banquillo de la Balona. Este equipo, gestado el pasado verano para jugar con un libro de ruta muy concreto, se siente más cómodo cuando se arropa, cuando no concede. Cuando no tiene la necesidad imperiosa de llevar la iniciativa.
No se trata de simplificarlo para debatir sobre si se coloca más o menos gente detrás del balón. Es algo bastante más complejo. De hecho, ante los onubenses la Balompédica formó con tres mediapuntas, lo cual demuestra cierto descaro. Es una cuestión de saber que lo primero va antes. Y lo primero es dejar el marco a cero. Por eso éste entre dos históricos fue un duelo en el que se impusieron las defensas. Y como fútbol tampoco es que le sobre a la Balona, ya si eso a ver si cae una y acaba dentro. Y acabó.
El míster balono volvió a hacer uso de su chistera. Esta vez el banquillazo fue para Jordan Sánchez y Sergio Rodríguez aprovechó de lujo su oportunidad. Detrás de Pito Camacho -que cualquier día se va a pelear consigo mismo- una línea de tres como fórmula para romper los esquemas preconcebidos del Decano. Eso ya salió regular. Porque Dopi no es Dopi cuando se vence a un costado. El vasco tiene su hábitat natural en el área. Y lo demostró, aunque fuese en una acción a balón parado, en la segunda mitad.
El primer tiempo se hizo largo. Porque siempre cuesta digerir un partido táctico, sobre todo cuando toca ejercer de local. Aquello volvió a ser una partida de ajedrez y además entre dos tipos que se conocen a la perfección y que no querían conceder ni un peón. La Balompédica acumulaba más minutos de posesión, pero sin frescura, sin encontrar el resquicio. De hecho, solo dos acciones a balón parado gestionadas por Tomás, que volvió al once, hicieron trabajar a Nauzet. Pero vaya que tampoco es que tuviese que matarse.
En el 36', en uno de esos despistes colectivos tan propios de la Balona, el esférico se paseó con aviesas intenciones cerca del marco de Montoya. Pero no había ningún visitante para empujarla. Y a renglón seguido Santi Luque se las ingenió para disparar desde fuera del área, a Nauzet se le doblaron las manos y el balón se fue lamiendo el larguero.
En la segunda parte cambiaron un poco las tornas. El Recre le vio las orejas al lobo e intentó dar un pasito adelante. Fue entonces cuando quedó patente que la Balompédica juega muy cómoda viéndolas venir. Sin ánimo de entrar en debates, juega muy cómoda a lo Roger. Como en Marbella, el Decano se quedó enredado en esa Balona disciplinada, seria, equilibrada, solidaria, a la que tanto respeta su afición.
En esas tareas de achique sobresalió un Carrasco omnipresente, que completó un partido sencillamente soberbio. Para desdicha de quienes hace poco más de un mes ya habían comenzado a esculpir la lápida para su trayectoria deportiva.
Pero como siempre, erre que erre con la manta, los de La Línea tampoco se acercaban al área contraria. Hasta que en el 72 Manu Molina sacó un córner, Carrasco puso la guinda a su partido peinando hacia atrás y Dopi, ahí donde habitan los depredadores, donde se siente realmente cómodo, mandó al fondo de la red. Otro partido resuelto con una jugada ensayada.
Desesperado Barragán acabó juntando arriba un arsenal que ya lo quisieran los mejores equipos de la categoría. Pero ni con esas. Cada uno hacía la guerra por su cuenta y si alguno lograba burlar a un balono, allí estaba otro, solidario, para hacerle la cobertura. Y si no, otro. Y si no... Carrasco.
Tanta fue la frustración del Decano que en lo que quedaba de partido lo más cercano a una oportunidad la generó... Santi Luque (83'). Unas veces le saldrán las cosas y otras, no tanto. Pero lo que nadie le puede negar al malagueño es que tiene unas ganas inconmensurables de agradar.
En el añadido llegó ese poquito de angustia que siempre proporciona un 1-0 y esas triquiñuelas que ahora se llaman otro fútbol y que son tan fútbol como la mejor de las jugadas ensayadas. Porque este negocio, mientras no se demuestre lo contrario, es para listos.
Todo eso solo sirvió para que al final el estallido de júbilo fuese el de las grandes ocasiones. La Balona superó a uno de los miembros de la aristocracia no del grupo, sino de la categoría. Y sigue haciendo camino... sin renunciar aún a nada.
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