Real Balompédica Linense | Segunda Federación
Y además, portería a cero
Recreativo de Granada - Real Balompédica | La crónica
La Real Balompédica Linense defiende con uñas y dientes la séptima plaza y sigue ahí a ver qué pasa con la cuarta posición. El equipo albinegro enlazó en Granada su tercera jornada sin encajar un gol, sumó un punto ante un rival que atraviesa un momento dulce y se aferra al puesto copero. Pero, dando por bueno que un empate como visitante siempre es un botín, no todo es positivo. Las tablas en la Ciudad Deportiva nazarí dejaron la impronta de que la Balona debió hacer algo más por llevarse los tres puntos, por todo lo que eso hubiese significado, y por encima de todo, arrojó como balance la estúpida autoexpulsión de Manu Molina segundos antes del pitido final, que crea una merma importante de cara al duelo con el Villarrubia.
La arenga a la hinchada por parte del presidente, Raffaele Pandalone, tras la victoria sobre el Recreativo de Huelva y su decisión de correr con parte de los gastos de los aficionados que se desplazasen hasta la Ciudad de la Alhambra surtieron efecto. Un centenar largo de seguidores acudió para respaldar al equipo de La Línea, intachable en orden y esfuerzo, pero al que desde que ha aprendido a cerrar su zona defensiva le falta un poco de chispa en ataque. Ocasiones, lo que se dice ocasiones, solo las tuvo después de que entrase Moussa en el 81’. Eso sí, dos y dos muy claras.
Es verdad que la escuadra albinegra fue mejor en la primera media hora. Había mucho respeto en el rival y no dudó en entregarle el esférico a los pupilos de Antonio Calderón. El equipo de casa no tuvo empacho en jugar a verlas venir. Los visitantes tenían el balón, pero no encontraban la línea de flotación de un enemigo que pone el talento al servicio de la disciplina. Y es que a estas alturas de la película la clasificación aprieta lo suyo y cualquier punto vale su peso en oro.
En esa media hora solo hubo dos acercamientos de los visitantes. Uno de Pito Camacho (11’) y otro de Dopi (18’), pero sin que Andorinha tuviese siquiera que despeinarse.
Con apenas un cuarto de hora por delante antes del descanso el filial granadista, que se había visto forzado a hacer su primer cambio por lesión, empezó a salir de la cueva. Cada vez que Isi Gómez tocaba el balón pasaban cosas. Pero la Balona ya no es aquel equipo que daba facilidades a troche y moche. Hubo una concesión, en una jugada a balón parado que Montoro logró rematar en situación ventajosa en el segundo palo, pero entre Javi Montoya y el poste la abortaron.
En la segunda mitad los dos equipos utilizaron el mismo libreto. Mucho, muchísimo respeto. Mucho miedo a perder. Generoso esfuerzo, orden exquisito, pero sin adentrarse en la trinchera rival.
La Balona no lograba conectar con Luis Alcalde, que desde que volvió de la lesión no termina de ser ese jugador desequilibrante que ilusionó en el arranque de la liga. Y Pito Camacho tampoco acaba de dar con la tecla y, encima, Dopi se ve obligado a jugar en un costado. Y eso no es lo suyo.
Por el contrario los centrales de la Balona engulleron a Nuha Marong y si había algún error en alguna zona, fuese cual fuese, aparecía el omnipresente Bandaogo, que está en un momento de forma formidable. Algo tiene que ver en eso los consejos que a diario le da Antonio Calderón.
Así que aquello estaba intenso, entretenido, pero los porteros parecían estar de mirones.
Los entrenadores andaban enredados en una batalla táctica más que interesante hasta que Calderón dio con la techa. El partido dio un vuelvo con la entrada del denostado Moussa. Apenas saltó al campo, en el 83’, el banda mandó al borde del área pequeña, pero Dopi no llegó por centímetros.
En el 88’ se produjo la jugada del partido. Migue García, que hace dos semanas ya había dado el triunfo in extremis a los zanaríes ante el Don Benito, soltó un zapatazo desde la frontal del área al que respondió Javi Montoya con un paradón. Apareció ese Javi Montoya majestuoso, ése que gana partidos. O, en este caso, los empata.
La Balona tuvo la última. En el 90’ otra vez Moussa se la puso en el pie a Forján en el punto de penalti, pero, con todo a favor, el disparo de éste fue muy impreciso.
Todo parecía encaminado a un desenlace en tablas que se antojaba más que justo sin más novedad cuando en el añadido Manu Molina metió la pata. Primero sujetó a un adversario para detener una contra -hasta ahí, perfecto- pero el futbolista local consiguió zafarse y en la misma jugada el centrocampista balono logró ponerse a su altura y sacó el brazo. El trencilla, en una acción nada frecuente pero ajustada a reglamento, le mostró dos amarillas sobre la marcha y su expulsión le impedirá jugar contra el Villarrubia el próximo domingo. Una acción inadmisible para un futbolista de tantísima experiencia y que tan bien se maneja en el otro-fútbol.
La Balona enlaza, gracias a su sobriedad defensiva, tres partidos sin perder. Pero solo ha marcado un tanto en esas mismas tres últimas jornadas. Defiende su séptima plaza, pero cada vez se antoja más difícil que dé alcance a la cuarta. En cualquier caso, el punto para cada equipo era, casi sin lugar al debate, el desenlace más justo.
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