(1-1) Balona, sí hay quinto malo
Real Balompédica - Recreativo de Granada | La crónica
Los linenses empatan con el Recreativo de Granada y enlazan cinco jornadas sin vencer
Los albinegros, sin tensión, se ven por detrás en la primera jugada con un regalo a Caio
Pito Camacho iguala, otra vez en una jugada que nace a balón parado
La Balona encalla en la amarga monotonía de no ganar. Todas las buenas vibraciones que deja en sus partidos –ligueros y coperos– cuando actúa como visitante desaparecen como por objeto de un extraño encantamiento cuando le corresponde jugar de local. Y se acentúa cuando tiene el marcador en contra o en tablas. Esta vez le tocó empatar con un Recreativo de Granada con tanto talento individual como bisoñez. Una igualada con atenuantes, por cuanto la Balompédica afrontaba el partido con muchas, muchísimas bajas. Pero cuando se enlaza tanto tiempo sin vencer, ni siquiera eso sirve como consuelo. Tres puntos de quince después de jugar tres veces en el añejo Municipal es un bagaje demasiado deficitario. Y lo que es peor, la sensación de que ya cualquiera puede venir y pintarle la cara.
Urge que la Balona haga algo que eleve su nivel en los momentos iniciales de los partidos. Igual es cuestión de meter alguna pinceladita extra en el calentamiento o de que Jordi Roger evoque a Carlos Aimar y espere a los suyos en la bocana de vestuarios para darles un puñetazo en el pecho. Lo que sea, pero algo hay que hacer.
Lo único cierto es que el Marbella marcó hace dos semanas en el minuto cinco. Y esta vez ni siquiera hubo que esperar tanto. Apenas habían transcurrido sesenta segundos cuando Caio recibió en el borde del área y pareció enjaulado entre cuatro defensas. Pareció, porque cuatro seres contemplativos le permitieron voltearse y lanzar raso. Tampoco es que Javi Montoya estuviese muy allá. Y claro, si a la Balona le falla Montoya apaga y ve recogiendo los tiestos.
Apenas había empezado el partido y otra vez a remar contra corriente. Con ganas, pero sin fútbol. Menos mal que pronto llegaron las tablas. Una vez más el equipo de La Línea tuvo que echar mano de una acción a balón parado. Una falta botada por Manu Molina que literalmente se tragaron Montoro y Unai Etxebarría para que Pito Camacho ejerciese de lo que es por definición –un futbolista cuyo hábitat natural es el área– y marcase de nuevo.
Empate a uno. Partido nuevo. Sensaciones viejas, porque ya de remontar ni hablamos. La Balona quiere pero no puede. No sabe cómo. Este equipo que tanto supo rentabilizar las posesiones ínfimas ha mutado para tener el balón como el que cumple una penitencia. Juega contra su propia doctrina, por obligación.
Esta vez apareció Koroma que le comió la tostada a Espínola. Dos veces la tuvo, porque cuando juega en los aledaños del área tiene peligro. En la primera, con todo a favor, en vez de lanzar hizo no se sabe muy bien qué. En la segunda logró entregársela a Dopi, pero el disparo de éste cayó casi directamente en las manos del meta rival.
Llegó el descanso. Y en el balance del primer tiempo se acentuó la sensación es que la Balona jugaba con diez. Como el jueves en San Fernando a Bakr no se le vio nada. Ni atacando ni defendiendo. Nada. Tampoco es que Kaya luego hiciese gran cosa. Juega como en las calles. Sin doctrina futbolística. Igual habría que plantearse si Fosela no merece una oportunidad.
Tras el intermedio el filial nazarí ajustó atrás con la entrada de Tavares, no tuvo rubor en acumular futbolistas detrás del balón y otra vez como hace quince días. Que si la Balona domina. Que tiene todo el tiempo el balón. Que si la abuela fuma. Pero Unai –como entonces Wilfred– se marchó a casa sin hacer una puñetera parada. Desesperante.
Tomás parecía ser el único vínculo ofensivo de los de La Línea hasta que llegó 64’. La Balona echó mano otra vez de una falta. El único recurso con el que encontraba la llave del candado rival. El único recurso con el que lo viene haciendo últimamente. Sacó Manu Molina y Fabrizio Danese entró al remate. El italiano, que igual ni rozó la pelota, inhabilitó le legalidad del remate de Pito Camacho en el segundo palo. Gol bien anulado. Por mucho que dé rabia.
Y llegó el 78’. Y un inocente córner mal defendido (y van...) permitió a Isma Ruiz golpear desde el borde del área. Montoya se la tragó. Da toda la sensación de que el balón se coló en el marco, pero el portero acertó a ponerlo para que pareciese lo contrario. Haría falta una confirmación electrónica para garantizarlo. Para ser justos lo más probable es que fuese gol... pero también que el árbitro no disfrutó de las pruebas suficientes para peritarlo como tal. Y en tal caso no puede concederlo.
Seguramente porque el propio Morales Moreno se quedó con la duda dos minutos después indultó a Caio, que revolucionado, hizo méritos para la segunda amarilla. Un síntoma de que el colegiado tenía la mosca detrás de la oreja.
La Balona echó mano del canterano Mai ya a la tremenda, casi en plan testimonial. Nadie puede defender que Roger no ponga todo lo que tiene arriba. Pero igual el problema es que no se trata de echar gente por delante como si de una manifestación se tratase, sino de hacerle llegar el balón con un mínimo de garantías a los que estén más cerca del marco rival. Y ahí se echa en falta alguien que juegue entre líneas. A ese futbolista que conozca el último pase.
En el 82’ pudo anotar Forján, pero cabeceó alto. Con su remate se fue el encuentro. Y otro empate. Y otra jornada sin ganar. Y cada vez menos sonrisas. Y cada vez menos gente en el estadio. Cinco jornadas sin un triunfo liguero que llevarse a la boca. Y la sombra de la última temporada que cada día es más alargada.
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