Visto y Oído
Broncano
Recreativo de Huelva - Real Balompédica Linense | La crónica
Una Balona osada encontró como merecido premio un valioso punto en Huelva. Un punto que amansa unas aguas demasiado turbulentas. Los albibnegros hicieron muchas más cosas bien durante el primer periodo... que acabaron por detrás en el marcador. E igualaron cuando más titubeantes estaban.
En un partido en el que unos y otros disfrutaron de la oportunidad de dar el tiro de gracia final a su adversario las tablas no se antojan, ni mucho menos, una sentencia disparatada. Sobre todo porque los noventa minutos destilan una sensación de que nadie mereció irse de vacío. Aunque solo fuese por el sobreesfuerzo que hicieron unos y otros al tener que afrontar casi la totalidad de la segunda parte con un hombre menos.
Buen punto de la Balona. De esos que en la tabla solo añade un dígito, de los que alarga a cuatro su racha de jornadas sin vencer para que los empeñados en torcer el gesto tengan un argumento, pero también de los que dan prestigio. Después de una semana en la que casi solo se habló de desgracias, cuando el pesimismo había comenzado a instalarse de manera peligrosísima en el entorno, la Balompédica fue un equipo valiente, que miró de tú a tú a un rival que este verano le arrebató fichajes por su poderío económico pero que no logró intimidar a los de La Línea ni siquiera cuando se colocó por delante en el marcador.
Roger se sacó una decisión cuando menos debatible de la chistera. Quizás pensando en el maratón de partidos sentó a Bandaogo, dio la titularidad a Albisua y jugó con dos nueves: Dopi y Pito Camacho. El primero se desluce en ese reparto de funciones.
El comienzo fue engañoso. El Recre adelantó la línea de presión y los visitante se reliaron cuatro o cinco veces para sacar el balón. Pronto apareció Manu Molina para para poder orden. Otra vez se incrustó entre los centrales para recibir y de inmediato acabó con el cortocircuito balono. Daba la sensación de que alguién había gritado aquello de “pasársela al que sabe”.
Pasados esos diez minutillos de duda iniciales, en los que Javi Montoya tuvo que emplearse a fondo en un golpe franco lanzado por Nano, la Balona tomó el mando de una manera incontestable. Hasta provocar ese murmullito de desaprobación en la grada que tanto molesta a los equipos que ejercen de locales.
Poco después del primer cuarto de hora Koroma hizo una genialidad en el área, pero trató de sorprender por el primer palo... y Nauzet, que al final jugó, es mucho Nauzet. El portero canario volvería a interponerse en el camino de los albinegros hacia el gol en el 25’. Pito Camacho -al que poco a poco se le van viendo cositas, muchas cositas- se revolvió como un gato en el área y a la media vuelta soltó un obús que se encontró el guante del guardavallas de auténtico milagro.
La Balona ya no es ese equipo que jugaba a verlas venir de la temporada pasada. Quería el balón. Se sentía cómoda en un escenario envidiable. Pero llegó la media hora. Carlos Martínez entraba por un costado en el área y Álvaro Vega le echó mano y le derribó. Penalti incontestable. Mucho hizo el árbitro con no mostrarle la segunda amarilla.
Morcillo lanzó con extrema frialdad y el Recre se puso por delante sin haber hecho un solo mérito. Cosas de este bendito deporte.
El gol desorientó un poco a los albinegros (esta vez totalmente de negro). No era para menos. Resultaba complicado explicarse el tanteo. Y en ese momento de dudas Chuli pudo completar la travesura, pero disparó alto cuando Gustavo lo había puesto en una situación envidiable.
La segunda mitad tuvo un comienzo accidentado. Cinco minutos y Diego Jiménez se fue a la calle por doble amarilla. De esas jugadas que dejan la impronta de que tiene que pasar algo más para que un futbolista se vaya a la ducha, pero que reglamento en mano no admiten debate.
El árbitro también se quedó con la sensación de que había desenfundado demasiado aprisa. Y al ratito después de una falta decretada a su favor Álvaro Vega se lo puso fácil. Muy fácil. Braceó e Isi Ros se fue al suelo como si le hubiesen fusilado. El trencilla, que ya le había cogido la matrícula al central balono en aquella jugada del penalti no tardó en recurrir a la decisión salomónica: igualar las fuerzas.
El defensa albinegro no tuvo precisamente su mejor tarde en su regreso a casa. Lo de los centrales empieza a merecer un análisis más sosegado.
Las expulsiones desordenaron un poco el juego. El Recre buscaba la sentencia y la Balona, que cargaba con la posesión, la igualada. Pero como le sucedió ante el Marbella una semana antes, más con inercia que con fútbol y huérfana de último pase.
Roger quemó las naves y justo después de un doble cambio llegó el empate. Seguramente cuando menos brillo tenía la Balompédica. Manu Molina ejecutó magistralmente una falta lateral, todos quisieron llegar pero ninguno lo hizo y Pito Camacho, en un gol de hombre que siente que el área es su hábitat natural, remató en el segundo palo.
En lo que quedaba de partido los dos pudieron ganar. Primero la Balona. En el 85’. Bakr se quedó solo ante Nauzet y disparó al muñeco. Eso y que Nauzet seguía siendo mucho Nauzet. Todavía tenían los visitantes las manos en la cabeza cuando después de una jugada embarullada Gustavo le pegó con todo desde el borde del área y el poste indultó a Javi Montoya, que seguía la trayectoria del balón solo con la mirada.
Dos equipos añejos acabaron abrazados al empate. Un empate bueno para una Balona que desafió a sus limitaciones y nunca renunció a más aunque eso le pudo suponer quedarse sin nada. A esa Balona pocos reproches se le pueden hacer.
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