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R. Balompédica - Recreativo de Huelva | La crónica
No hay equipo que gane todas las jornadas. No existe. Y menos en este grupo IV-A de Segunda B en el que el equilibrio de fuerzas asusta. La Balona no iba a ser una excepción. Después de tres victorias llegó un empate, ante un buen Recre al que su clasificación –ficticia por mor de los partidos aplazados- no hace justicia. El duelo ante el Decano sirvió para poner de manifiesto cuan importantes son para esta Balona sus refuerzos de invierno, porque cuando jugó sin ninguno se pareció al equipo perezoso e insípido de algunos momentos de la primera vuelta. La Balompédica, que pudo y mereció ganar en el tramo final, dejó pasar la oportunidad de auparse a la segunda plaza. Pero en este deporte a veces hay que saber no perder cuando no se puede ganar y el puntito arañado le mantiene a la misma orilla de la zona prometida que establece la tercera plaza.
Fue un partido tan intenso por ambas partes como huérfano de fútbol, especialmente en el primer tiempo, en el que lo poco que se propuso sobre el césped, era por parte del Recre. Solo el hecho de que saliese con tres medias puntas ya era un anuncio de sus intenciones. Pero la Balona se mantuvo sólida, aunque apenas se proyectaba en ataque.
Escaramuzas al margen solo dos cabezazos al segundo palo, uno de Iván Martín (19’) y otro de Diego Jiménez (24’) hicieron pensar que las porterías podían ser profanadas. Después, muy al final, un disparo de Seth desde el borde del área que acomodo bien Nacho Miras.
Antes de la media hora Calderón se sintió obligado a prescindir de Óscar Arroyo, que ya estaba amonestado y al que estaba buscando las vueltas el rival. Y en el intervalo dejó en la caseta a Iván Martín y recondujo el dibujo, renunciando a los dos nueves. Entre otras muchas cosas porque tampoco es que le llegasen muchos balones.
Con esas dos sustituciones la Balona quedó desposeía de refuerzos de invierno, ya que Víctor Mena era baja por lesión. Y recuperó los vicios de la primera parte de la competición, volvió a ser durante un buen rato un equipo vulnerable –sobre todo por los costados- y faltó de verticalidad–sobre todo por los costados-.
En el 55’ avisó Yamil Medina. Uno después Antoñito tuvo la oportunidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos. Koroma -de largo el más incisivo- inició una jugada, Candela recuperó tras la pérdida del sierraleonés y el algecireño conducía un ataque con compañeros desmarcados por sus costados. Pero se cegó, le pegó desde el borde del área y acabó estrellando el esférico en un defensa.
El que perdona, paga, que reza el dicho. Y en el 60 llegó un saque de esquina mal defendido. El balón se fue a la banda, recibió Chuli mientras Antoñito y Candela no acertaban a frenarle. El delantero estrelló un primer disparo en un paradón de Nacho Miras, pero con el meta por los suelos y Carrasco desubicado, acertó con la red a la segunda.
Ocho después llegó el indulto del Decano. Víctor Barroso golpeó una falta de dulce, pero su disparo se fue lamiendo el poste.
Parecía que el primer revés en el Municipal de la era Calderón se acercaba cuando el míster dio entrada a Nacho Huertas. Fue volver a haber refuerzos de invierno en el césped y empatar la Balona.
En el 77’. Koroma cayó en el lateral del área en una acción de esas del nuevo fútbol. Morcillo le hizo contacto y el sierraleonés se fue al césped ¿Penalti? Lo único cierto es que el extremeño Antonio Sánchez Sánchez lo decretó y allí fue Pito Camacho. Lo lanzó abajo y Nauzet rechazó, pero el rechace llegó al almeriense que, como ya sucedió en Algeciras, atinó a la segunda.
Lo que restaba fue lo mejor de la Balona y lo peor del Recreativo en el partido, por mucho que los onubenses reclamasen una pena máxima inexistente cuando uno de sus atacantes se lanzó al suelo para provocar las dudas del árbitro.
Los de casa tomaron la pelota y se fueron con decisión a por un triunfo al que se hizo acreedor y que suponía la segunda plaza, ante un enemigo al que ya le pasaban factura sus dos semanas de inactividad y veía encendida la luz de la reserva. Tres veces, tres, acariciaron el tanto: un lanzamiento de Luis Alcalde al que respondió Nauzet con un paradón; un remate de Coulibaly tras un córner, error monumental del meta incluido, que sacó la defensa sobre la línea de meta y un balón dividido al borde del área al que no llegó el cancerbero, pero Koroma, que se hubiese quedado solo para encarar la portería, perdió el equilibrio y se fue al suelo.
Más allá de la inmediatez y de la rabia que produce que la Balona no esté ya en la zona noble, el marcador no es malo. No se puede ganar siempre. Y a veces un empate que se malvalora en el momento, sabe a gloria más adelante. Los de enfrente no eran ningún grupo de advenedizos.
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