Real Balompédica Linense | Segunda Federación
Y además, portería a cero
Real Balompédica - CE Sabadell | La crónica
Nada, que no hay manera. La Balona va a tener que reiniciar 2022 en modo fácil, porque el nivel escogido se le está atragantando. Lo de la cuesta de enero toma especial valor este año. Lejos de aquella media inglesa de ganar en casa y arañar fuera de comienzo de temporada, el equipo de La Línea ahora apenas malempata en casa, esta vez ante el Sabadell, y fuera encadena viajes en balde. Lo peor no lo dicen los números, incuestionables. Ni siquiera la dinámica (una victoria en ocho jornadas), más que preocupante. Lo más angustioso emana del fútbol ramplón que ofrece el equipo, que está a años luz de aquel con chispa que ilusionó a principio de temporada. Da la sensación de que se haya quedado sin gasolina, que ya no puede jugar con la intensidad que lo hacía. Las bajas (una menos de las anunciadas porque jugó Borja López) sirven de atenuante a un colectivo que provocó que algunos espectadores abandonasen el estadio antes del final, convencidos de que la suerte estaba echada y de que merecía más la pena ver el final de la proeza de Rafa Nadal. Y que el resto de su hinchada, como su propio presidente, se marchase al final con cara de enorme preocupación.
Romerito, muy condicionado por las ausencias no sería justo obviarlo, volvió a formar con tres centrales, con la intención de aprovechar los carriles de Loren y Samanes (de los mejores), pero, una vez más, no le dio para ganar. Qué cierto es que a perro flaco... Era el minuto ocho y Balona y Sabadell andaban estudiándose. En una falta lateral sin aparente peligro el valor más seguro de los de casa, Nacho Miras, cometió un error de esos muy infrecuentes en él. Aaron Rey remató a la remanguillé y el balón se fue dentro a pesar de la intentona de Nico Delmonte, que poco o nada podía hacer nada para sacar el disparo, envenenado por el viento.
A partir de ese momento el público se vio obligado a presenciar la reposición de un partido que ya ha visto. Y que no le gusta. Se nota porque el Municipal se queda en un silencio estruendoso. No hay nada que comentar, nada que aplaudir. La Balompédica toma el balón, se mete en el campo contrario y los minutos se suceden sin que pase nada. Es más, lo que pasó fue que a la media hora el que la tuvo fue el Sabadell, con una entrada de Kaxe en el área un poco escorado, pero en ventaja. Al delantero se le movió el punto de mira.
A renglón seguido llegó el empate. Una acción combinativa muy bien elaborada, que acabó con un centro de Antoñito desde un costado en el que se le siente incómodo, una buena recepción y entrega hacia atrás de Iván Martín -lo único que aportó en toda la mañana- y un remate colocado del pichichi Aly Coulibaly. Parece que el parisino es el único que conoce dónde está la portería contraria. De ahí al final Antoñito en una rebullasca (37') y Loren (41') lo intentaron. Pero en vano. Pero al menos lo intentaron.
La segunda parte se hizo larga e insípida, porque la Balona no está concebida para asaltar a un rival. De momento Sergi Monteverde no ha aportado gran cosa (hay que darle tiempo) y al equipo de La Línea le falta tanta agresividad en defensa como dinamita en ataque. ¿Qué habrá sido de aquel equipo que le sacó los colores al Albacete?
Tanta es la inoperancia del equipo cuando le entregan el balón que fue el Sabadell el que tuvo la oportunidad de reventar el partido. Y por tres veces. En la primera Nacho Miras corrigió otro error en una salida con una parada abajo a Aleix Coch que llegó solo al segundo palo. En el 57' Joseba Muguruza intentó el pase de la muerte, pero no encontró a compañero alguno entre el suspiro de alivio de la grada. Y justo diez después Serge Leuko cedió flojo atrás, se resbaló cuando trataba de enmendar su fallo y Dani Sánchez se presentó solo en el área, pero algo escorado, y eligió mal el disparo.
La Balompédica había salido ilesa por tres veces. Algo parecido a lo que ya le sucedió ante el Nástic apenas una semana antes. Y también esta vez tuvo dos al fina. Ambas a la salida de sendos córners. Primero remató Gerard Oliva en difícil postura y después Sergi Monteverde con todo el marco para él. Pero tampoco.
El pitido final dejó una sensación de tristeza. De esa que los hinchas acompañan con caras largas y miradas cómplices. Quizás el empate fuese el resultado más justo, aunque si es por ocasiones el Sabadell tuvo alguna más y sobre todo más clara. No termina de volver a furular esta Balona que ha perdido su esencia. Y para colmo está el puñetero runrún de la racha de ocho jornadas -justo ocho- que despierta fantasmas tan recientes entre los balonos.
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