El Mago Miguélez cuelga la varita
Real Balompédica Linense
El mediapunta disputó tres liguillas con la Balona antes de ascender en Miranda
El asturiano abandona el fútbol para centrarse en su carrera de entrenador
Jugó cuatro liguillas con la Real Balompédica Linense. Tres veces (en Zafra, en Mérida y en Los Cármenes) el fútbol le castigó sin alcanzar el objetivo, hasta que en mitad de junio de 2008 le permitió alcanzar la tierra prometida con aquel empate a tres goles en el estadio Anduva de Miranda. Once años después de aquel inolvidable ascenso bajo la lluvia y quince de su primer desembarco en La Línea David Miguélez ha decidido poner fin a su inabarcable carrera como futbolista para centrarse en su nueva faceta como entrenador, con la que ya ha conseguido sus primeros éxitos. El Mago traslada su genialidad a los banquillos.
El asturiano David Miguélez abandona su particular Hogwarts del balompié cuando el calendario le contabiliza 38 años. Después de uno en la Preferente asturiana, defendiendo los colores del TSK Roces casi por matar el gusanillo, ha decidido colgar las botas, que en su caso debe ser algo así como dejar suspendida para siempre la varita mágica. En la campaña que acaba de finalizar ya ha logrado su primer éxito como técnico. El Llano 2000 cadete ha dado el salto a la competición autonómica sin haber conocido la derrota y Miguélez encamina ahora sus pasos a la Liga Nacional Juvenil, que le reclama con dedicación plena.
El Mago desembarcó en la Balona en el mercado de invierno de la temporada 2003-04. El por entonces casi recién llegado presidente Alfredo Gallardo le rescató del Vecindario canario, donde Benigno Sánchez apenas le había alineado. Fue llegar y besar el santo. Cuatro semanas después la afición ya le había elevado a los altares. Era (lo fue siempre), sencillamente, un futbolista diferente, que desentonaba en Tercera división por su calidad individual.
Después de dos años y medio con tres fases de ascenso de por medio Miguélez se marchó a Lugo, en Segunda B. Para entonces ya tenía el veneno de la Balona dentro. Y una temporada más tarde regresó. Su vuelta fue celebrada como pocas por la hinchada. No era para menos. Fue la guinda de aquella plantilla que acabó, como casi siempre, en manos de Gabriel Navarro 'Baby'. Aquella que primero apeó al Anguiano y más tarde dio el salto a una Segunda B de la que el futbolista asturiano también disfrutaría.
En los diez años que han transcurrido desde su marcha Miguélez pasó por el Sant Andreu, Alcorcón (con el que jugó dos fases de ascenso a Primera), Racing de Santander (con el que ascendió a Segunda y donde, por cierto, se le recuerda con especial cariño), Guadalajara y encaminó sus pasos hacia su Asturias natal para ir preparando su futuro. Jugó con el Llanera en Tercera y esta última temporada casi lo hizo de manera testimonial en Preferente.
“¿Cómo no me voy a acordar de La Línea si se puede decir que fue mi inicio?” asegura el ya exfutbolista. “Es verdad que los fichajes de diciembre no suelen dar buenos resultados, porque es difícil meterse en la dinámica de un equipo que está en marcha y generalmente el que llega apenas ha jugado, pero aquel año en la Balona fue muy diferente”.
“Es que cuajé bien desde el primer día, me recibieron de lujo, me trataron muy bien desde el inicio y de hecho acabamos jugando play-off”, recuerda. “No se puede tener mejor recuerdo que el que yo tengo de La Línea”.
“Tengo muchos, muchísimos recuerdos buenos de mi paso por la Balona, fue una etapa importantísima de mi vida, pero si me tuviese que quedar con uno sería el del ascenso en Miranda”, comenta el asturiano. “Llevábamos mucho tiempo intentándolo y al final lo que cuentan son los premios y mira que costó aquel partido último, porque además no llevábamos un buen resultado y ellos tenían un equipazo”.
Miguélez, que reconoce que apenas tiene ya relación con los muchos excompañeros con los que compartió vestuario en el Municipal, sí que sigue “todo lo que pasa en la Balona” porque “a todo aquello le tengo muchísimo cariño, porque todo lo que se me pasa por la cabeza cuando pienso en La Línea es bueno”.
“Además tengo la sensación de que es mutuo, porque sobre todo cuando jugaba en Segunda o cuando ascendí con el Racing me llegaban muchos mensajes a través de las redes sociales y eso se agradece”, finaliza.
Miguélez abandona su carrera como futbolista. Ésa en la que tantas veces dejó boquiabiertos de admiración a los aficionados de la Real Balompédica. Ahora es solo entrenador. ¿Quién sabe si algún día su destino y el de su equipo fetiche no volverán a cruzar sus caminos de alguna manera? Porque a fin de cuentas Miguélez forma parte de la Balona en la misma medida que la Balona forma parte de la historia de Miguélez.
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