Real Balompédica Linense | Segunda Federación
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Real Balompédica Linense
La causa de la decepcionante marcha de la Real Balompédica Linense no radicaba en el banquillo. Eso al menos es lo que dicen los siempre fríos números. El conjunto de La Línea no solo no ha mejorado tras la destitución de Baldomero Hermoso Mere Merey la llegada de Antonio Fernández Rivadulla, que suma 0,4 puntos menos por jornada que su predecesor. Los albinegros ya solo persiguen al salvación matemática -que se antoja muy cercana- y dejan abierta la puerta a intentar alcanzar la séptima plaza y, con ello, la clasificación para la próxima edición de la Copa del Rey.
El grupo IV de Segunda Federación no logró finalmente ser ajeno a esa locura de continuos relevos en los banquillos. Yeclano, Marbella, Atlético Antoniano, San Roque de Lepe, Cádiz Mirandilla y el ya descendido Cartagena B han sido los únicos que no se han dejado llevar por esa vorágine. Entre los que cambiaron, la mayor parte obtuvo poco o nulo resultado. Quizás el que más rédito sacó a esa decisión fue el Orihuela. Sergi Guilló tomó las riendas del equipo tras su derrota precisamente en La Línea de la decimoquinta jornada (2-0). Por entonces los escorpiones eran decimocuartos (es decir, en puestos de descenso directo) con 16 puntos. Tras la trigésima jornada son cuartos, con 47. Es decir, si solo se contasen los partidos disputados con Guilló en el banco, los oriolanos serían líderes con 31 puntos.
La Balompédica fue uno de los conjuntos que puso en marcha la guillotina. Bien entrada la noche del cinco de marzo el club anunció la destitución de Baldomero Hermoso Mere, que fue recibido en verano como la auténtica estrella de la temporada, pero que no estaba cumpliendo las expectativas. Los albinegros eran octavos con 35 puntos, después de sumar nueve triunfos, ocho empates y otras tantas derrotas en 25 encuentros.
Es cierto que la destitución llegó de manera un tanto sorpresiva, por cuanto la Balompédica venía de perder 1-0 pero dejando una buena imagen en el campo de uno de los gallitos (el Marbella) en un partido al que tuvo que hacer frente con diez jugadores desde el minuto 23 por expulsión de Fran Carbià. No es menos verdad que el equipo albinegro venía de sumar una victoria en siete jornadas (en Águilas con un gol en el añadido en un acto de picardía de Morcillo), aunque en ese periodo tampoco le estaban acompañando demasiado la suerte con los arbitrajes.
El club puso el equipo en manos de Antonio Fernández Rivadulla. El técnico orensano llegaba avalado por sus éxitos en el San Roque de Lepe en esta misma Segunda Federación, a la que ascendió al conjunto aurinegro. En la 22-23, sin embargo, no le fueron las cosas demasiado bien en el Pontevedra de Primera RFEF. Fue destituido cuando el equipo ocupaba la decimoséptima plaza y era el menos goleador del grupo I, con solo 14 dianas.
La números demuestran que el relevo en el banquillo albinegro no ha surtido el efecto deseado. Con Mere la Balona era octava y sumaba 1,4 puntos por partido (una progresión de 47,6 a final de temporada). Había anotado 25 golpes (uno por jornada) y encajado 24 (0,96).
En los cinco partidos que Fernández Rivadulla (que una vez más hay que recalcar que no es sino una víctima más de esta andadura) ha estado al frente de la Balompédica, los albinegros han sumado cinco puntos (uno de promedio, progresión de 34) y eso porque lograron el triunfo sobre un Vélez CF que llegó al Ciudad de La Línea en estado de descomposición, sin entrenador...
El balance anotador, gracias a los tres goles de Aridane Santana en ese duelo es de seis tantos tanto a favor como en contra (1,2). Si se contabiliza solo las jornadas disputadas con el técnico gallego en el banco (cinco) la Balona estaría en la decimosegunda plaza, empatada a cinco puntos con el San Roque de Lepe, que estaría afincado en puesto de promoción, y justo por delante de Cádiz Mirandilla y Estepona, que esta misma semana ha vuelto a cambiar de míster (con 4). En esos cinco duelos los linenses estarían a cuatro puntos del play-off, en el que el Atlético Lucentino de Diego Galiano (uno de los pocos supervivientes de la categoría) marcaría el límite.
A la vista de los números, todo indica que la responsabilidad de la caótica temporada de los albinegros está por encima de los entrenadores (es decir en el propietario, Andrés Roldán, y en el director deportivo, Alberto Achirica) y en una plantilla confeccionada por este último que apenas en algún chispazo ha dado el nivel deseado.
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