Real Balompédica Linense | Segunda Federación
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Yeclano Deportivo - Real Balompédica | La crónica
No hay coartadas ni atenuantes que valgan. No merece la pena buscarlas y además, seguramente, tampoco sería posible encontrarlas. La Balona se fue a Yecla a limpiar su imagen tras la eliminación copera del jueves previo, pero volvió escaldada. Con la derrota más amplia en mucho tiempo. Un revés sonrojante. Una derrota por una incomparecencia de facto. Una dolorosa muestra, a partes iguales, de impotencia, incapacidad e indolencia. Esta vez no sirven de justificación ni la media docena de bajas (reales) con la que los de La Línea hacían frente al encuentro. Es verdad que faltan seis peloteros, algunos muy buenos. Tan cierto como que los que salieron a La Constitución no son precisamente tuercebotas rescatados de un duelo de solteros contra casados y recogidos en cualquier bar de menús del trayecto. Son profesionales que se enfundan la camisola de la centenaria Real Balompédica Linense, que aspiran a ser titulares cuando el plantel esté al completo y que cobran por ello. Y como tales hay que exigirles.
Lo curioso del caso es que la Balona, por esta vez, salió enchufada. Tanto que en vez de encajar un gol nada nada más empezar fue Pito Camacho el que tuvo la oportunidad de marcar. Pero fue que no. Era un presagio de lo que estaba por venir.
Los albinegros se las ingeniaban, teniendo el balón, para soportar la presión de un enemigo que no es quinto porque le haya tocado en ningún sorteo. Está ahí porque aprieta del primer al último segundo más que un mes de hipoteca. Respaldado por una envidiable afición que le lleva en volandas. Y cuando un rival exhibe esas virtudes lo menos que se le puede pedir a un equipo que lleva a gala el sobrenombre de Recia es que iguale ese entusiasmo y que sea el fútbol lo que decida. Lo contrario es un agravio a su gente.
Los linenses aún tuvieron un par de oportunidades antes de que empezase la debacle. Una de Pito Camacho, que cabeceó alto. La otra de Forján, que medio se la regaló al portero. Otra vez.
Y llegó el 37’. Y empezó la hecatombe. Una pérdida en una salida de balón porque el enemigo pegaba bocados. Álvaro Vega que hace una faltita y todos esperando que el árbitro pitase algo, haciendo el pardillo. El balón llegó a Héctor Camps que desde el borde del área la pegó abajo, junto al palo. Uno-cero. Desde ese momento no hubo más noticias de los visitantes.
Dos minutos después del primer gol un saque de esquina. Que cuando se lo tiran a la Balona más parece un penalti-córner de los que se lanzan en hockey sobre hierba, porque la mitad de las veces acaba en gol. Albisua que se resbala, el resto mirando, Montoya que no sale. Y Héctor Camps que sentencia. Una alegría (2-0).
A los balonos, a los que sufrían en las gradas y a los que veían el partido por Footters, les quedaba la esperanza de ver a su equipo volver para partirse el pecho en el segundo tiempo. Ingenuos. Salir lo que se dice salir, sí que anduvieron por allí once vestidos de blanco y negro. Que saliese la Balona, ésa que enorgulle a su gente incluso en la derrota, eso está por demostrar.
Y en un córner (sí, sí, de verdad, en otro córner) llegó el tercero. Esta vez remató el capitán Chino. Otro defensa, por cierto.
A partir de ahí, con cuarenta minutos por delante, aquello fue un auténtico calvario. Da igual que el Yeclano perdonase dos veces más.
La sensación era de que la Balompédica, ésa a la que se conoce por la Recia, era una procesión de ánimas. Un equipo sin carácter. Sin ganas de voltear la situación. Con la única ilusión de que aquello acabase para refugiar sus vergüenzas en la caseta. Tan rocambolesco era todo que la única oportunidad de gol de los visitantes en toda la segunda parte fue un golpeo... de Javi Montoya.
Menos mal que debutó Fosela, para que alguien tenga al menos un buen recuerdo de lo sucedido en Yecla.
El pitido final fue un indulto. Un colorín colorado en toda regla. Una victoria en ocho jornadas y un mar de dudas quedan detrás. Que sí, que a la Balompédica le faltan seis jugadores. Está escrito una y mil veces. Pero eso no puede servir de salvoconducto para ofrecer espectáculos tan lamentables como el exhibido en Yecla. Porque esto es la Balona. Y la Balona es una cosa muy seria para muchos linenses. Para la aplastante mayoría. Por si a alguien se le había olvidado.
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