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(1-0) Por la Recia te conocen...

Real Balompédica Linense - UCAM | La crónica

La Balona, invicta e imbatida, ya es líder en solitario

Los albinegros anulan al UCAM, que no lanza una sola vez a puerta

Los linenses, solidarios y con buen fútbol, hacen disfrutar a su hinchada

Jugadores de la Balona festejan el triunfo con el Colectivo Doce al término del encuentro / Jorge Del Águila
Rubén Almagro

02 de septiembre 2019 - 00:14

Sí, sí, simbólico por las alturas del año y todo lo que quieran sostener los que malquieren a la Balona. Pero ahí está la Recia. Primera del grupo. Mirando a todos los demás desde lo más alto. Con seis puntos en dos partidos. Con cero goles en contra. Líder después de pintarle la cara a un UCAM al que se le caen los dineros en verano cuando se trata de confeccionar la plantilla y al que hizo desaparecer la Balona del terreno de juego del Municipal como por encantamiento. Ni un tiro contra la puerta de Montoya. Ni un mal susto.

Además todo eso no sucedió por casualidad, ni solo por demérito de los que se enfundaron la coqueta indumentaria rosa. De eso nada. Fue porque la Balona fue un equipo trabajador, comprometido, solidario... y para tocarle un poco las campanillas al enteraíllo del míster rival también fue un equipo que jugó muy bien a ratos, especialmente en el primer periodo.

Cosas tiene esto del fútbol. Todo el verano envuelto en un debate de por qué no hay jugadores de La Línea en la plantilla de la Balona y llega un algecireño a darle el primer triunfo en casa del presente curso. Tomás –que escrito está a mediados de agosto es un fichaje de postín– se enroscó en el borde del área y con un disparo con muy mala leche colocó el balón donde dice el tópico que se asoman los topos por mucho que nunca se haya visto ninguno. Uno-cero. Y la Balona líder. Sí, sí, líder.

Es pronto, muy pronto, para lanzar las campanas al vuelo. No solo sería temerario sino que la experiencia de los dos últimos años enseña a ser paciente/prudente, a dejar pasar el tiempo y a disfrutar en lo posible del momento. Pero lo que nadie puede negar a estas alturas es que esta Balona tiene algo que engancha.

Por un lado ya defiende al nivel Jordi Roger, que pronto será aceptado como definición futbolística. Por otro se vacía en el campo. De traca lo de Bandaogo, que a veces parecía desdoblarse y estar en más de un sitio a la vez. De sombrerazo lo de Dopi, que trajo por el camino de la amargura a los centrales del equipo rival. Una demostración más de lo que los delanteros sirven para mucho más que para marcar.

Todo eso aderezado con un fútbol preñado de criterio de Manu Molina. El mediocentro no se contenta con manejar el balón con criterio, es que demuestra una capacidad para acelerar y ralentizar el juego que solo está al alcance de los que conocen muy bien este bendito deporte. La mayoría, por cierto, juega en categorías superiores.

En contra de lo esperado la Balona salió arrogante. Queriendo protagonismo. Una y otra vez buscaba a Manu Molina. Casi siempre lo encontraba. Con el balón en los pies ya había cortocircuitado al rival, que estaba incómdo, inquieto. Como el que se ha colado en una boda. Sin saber muy bien qué hacer.

Y llegó el minuto 25. Y apareció Tomás. Y vaya golazo. Y el que más y el que menos pensó que la Balona se iría a su trinchera a plantear el partido que tanto le gusta.

Pero la teoría saltó hecha añicos. La Balompédica siguió en el campo rival, arrancando los aplausos de su público. Es verdad que no creó ocasiones de esas de llevarse las manos a la cabeza, pero es que enfrente estaba el UCAM no vayamos a perder la perspectiva.

Tras el descanso después de conceder unos minutos a un enemigo que parecía sospechosamente empeñado en acabar con Javi Montoya en cada balón aéreo volvió la Balona a tener protagonismo. Roger fue oxigenando. Y formó el trivote, dando entrada a Albisua, como ya hizo en Villarrobledo. El UCAM daba muestras de impaciencia. No sabía cómo meterle mano al partido. Y el duelo acabó sin que se enterara.

Y en dos o tres robos la centenaria escuadra linense, lejos de dar muestras de estar exhausta (lo que hubiese sido más que comprensible) estuvo a punto de coronas el segundo. La más clara un pase interior de Jordan Sánchez al que Tito Malagón llegó con más tiempo que tino.

Y llegó el pitido final. Y el oé Recia oé que solo se oye cuando la gente está orgullosa de su Balona. No solo porque gana, que también. Sino porque todos los que portan la túnica sagrada de esa entidad se han dejado el alma en el campo. Por eso es Recia. Por eso es líder.

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