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Linares Deportivo - Real Balompédica | La crónica
Siempre que llueve, escampa. Después del escarnio [deportivo] de Andorra, la Real Balompédica hizo este sábado algo más que lavar su imagen. Los albinegros lograron un sacrificado empate ante un Linares que estaba enrachado y suman un punto tan valioso como oportuno, porque nunca está de más que se tranquilicen las aguas [justificadamente] turbulentas. Azulinos y albinegros disputaron un duelo intensísimo, de mucho desgaste, en el que las tablas finales se antojan una consecuencia tan lógica como justa de lo sucedido sobre el césped, donde, pataletas al margen de la hinchada local, cada equipo disfrutó de más o menos las mismas ocasiones. Eso sí, queda la sensación de que si alguien estuvo más cerca de la victoria fue el conjunto de Romerito. Que ya es mucho después de la última semana.
Una Balona más robusta, más entera, con un portero que marca las diferencias y con una actitud propia de quienes visten la túnica albinegra se trajo de Linares un punto que vale su peso en oro. Porque el rival estaba crecido, porque da aire al equipo de Romerito después de dos derrotas que una por una causa o por otra habían provocado mucho ruido y porque deja sin argumentos a los que ya habían sacado las azadas porque entendían necesario empaquetar a media plantilla en el mercado de invierno. Que en esta Balona, para lo bueno o para lo malo, no hay términos medios. Pocas veces noventa minutos dan para tantos objetivos.
La Balompédica no salió bien, como si tuviese aún secuelas de lo del Principado. Entregó el balón al rival, o mejor dicho, era incapaz de tenerlo. Apenas lograba pasar del medio del campo. El Linares tenía la posesión pero tampoco es que pusiese al conjunto de La Línea contra las cuerdas. Más bien todo lo contrario. El único daño lo hacía Carracedo, que le ganaba constantemente el carril a Loren, pero que no conseguía que sus incursiones se transformasen en algo tangible.
Poco a poco, sin alardes, los de Romerito se fueron sacudiendo el dominio. En buena medida gracias a que Antoñito ponía algo de cordura con el esférico. Aunque la verdad es que tampoco llegaba al área rival. Era el típico partido de la desaparecida Segunda B, con más trabajo que fútbol y con más precauciones que acierto.
Precisamente de los pies de Antoñito salió la única acción de verdadero peligro de los visitantes en la primera mitad. Su centro fue cabeceado por Gerard Oliva, que le robó la cartera a Lolo Guerrero y a Ernestas solo le quedó seguirlo con la mirada. Cuando el gol ya parecía incontestable apareció Migue Marín y devolvió la pelota al rectángulo de juego. El autor del cabezazo reclamó gol, pero la verdad es que sin ojo de halcón no hay quien sepa si el esférico pasó entero la línea de meta o no. Y si no hay certeza ni VAR, no hay gol.
La jugada descentró un poco a la Balompédica, que flaqueó en los últimos diez-doce minutos. En el 35' el exbalono Hugo Díaz y Jesús Muñoz forcejearon dentro del área y el atacante aprovechó para irse al suelo en cuanto pudo. La jugada, que da la sensación de no ser más que eso, una pugna, sirvió de pretexto para que el público la tomase con el colegiado, al que terminaron abucheando porque no permitió sacar un córner después del tiempo añadido.
Dos después Carracedo aprovechó la autopista y se plantó delante de Nacho Miras aunque sin mucho ángulo de tiro. El portero balono se hizo grande, guardó su palo y repelió con el pie el duro disparo local.
En el descanso Romerito tomó una decisión que resultó determinante. Prescindió de Masllorens y dio entrada a Chironi. El italo-argentino cambió el signo del juego. Dotó a su equipo de criterio y los visitantes pasaron a tener el balón, a dominar territorialmente, a dar la sensación de ser mejores. Solo les faltó ese pasito adelante, ese último pase para haber logrado el gol que hubiese rodeado la tarde. Desaparecido el hombre llamado a reivindicarse: Fito Miranda.
Fruto de ese dominio territorial -que tampoco era un acoso y derribo- llegaron dos claras ocasiones. La más evidente en el 67' cuando Leandro Martínez lo tenía todo a favor en el borde del área pequeña y golpeó mal. Y otra en el 76' en un cabezazo de Gerard Oliva que se marchó fuera por poco.
En los últimos diez-doce minutos, posiblemente porque había corrido más de la cuenta, la Balompédica perdió un poco el control. Y le pudo costar caro. Porque en el 84' Rubén Sanchidrián agarró un cabezazo espectacular al que replicó Nacho Miras con una de esas manos que va acumulando y que se transforman en puntos. Después alguno se indigna cuando se dice que es el que está sujetando los números en defensa de su equipo.
A pesar de que el míster tuvo que recomponer la zaga porque hubo recaída de Borja López y no había relevo no se registró ningún otro sobresalto. La Balona bien estructurada, seria, la que sabe de sus limitaciones y cómo manejarlas, resucitó en un estadio con tanto sabor a fútbol como Linarejos, donde regresa un punto más cerca del objetivo de la permanencia. Y, sobre todo, con la imagen que le piden los suyos.
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