La Balona afronta la mayor renovación de su plantilla en dos décadas

Real Balompédica Linense

Acertar con los fichajes y ensamblar a la plantilla, los retos del verano

El directivo Marc Juliá y el presidente, Raffaele Pandalone, en el último encuentro en casa
El directivo Marc Juliá y el presidente, Raffaele Pandalone, en el último encuentro en casa / Erasmo Fenoy
Rubén Almagro

26 de mayo 2019 - 23:59

La Real Balompédica ha iniciado, con las negociaciones con el algecireño Tomás Sánchez y el delantero del Lleida Juanto Ortuño –desveladas por este periódico– uno de los procesos más complicados de su historia reciente: cambiar una plantilla casi por completo en un solo verano.

De momento, tras la salida de Ismael Chico para ejercer de director deportivo y la renovación del central José Manuel Carrasco, son seis los futbolistas que tienen vinculación con el club.

Sin embargo alguno de ellos ya ha reconocido abiertamente que negocia su salida (es el caso del barreño Pirulo) y otro espera con motivos fundados una oferta de Segunda división (Javi Montoya). Parece muy poco probable que la lista de renovaciones se amplíe.

La afición de La Línea está expectante. Desde hace casi dos décadas el equipo albinegro no afrontaba una revolución como la que anunció el presidente, Raffaele Pandalone, en su comparecencia del pasado martes.

El mandatario italiano está decidido a conformar un muy buen equipo, con jugadores que en muchos casos están aún disputando la fase de ascenso, pero los rectores del club son conscientes de que no solo se trata de reunir una pléyade de futbolistas de primer nivel.

Lo sucedido esta temporada con El Ejido (que comenzó hablando de liguilla y después de cambiar tres veces de técnico acabó perdiendo la categoría) y UCAM (que ni siquiera entró en la fase de ascenso a pesar de su espectacular desembolso) sirve de aviso.

Una vez se conforme el plantel, el trabajo le corresponde a Jordi Roger. Bien es verdad que el entrenador tendrá protagonismo en la elección de los que serán sus pupilos, pero también que se verá obligado a ensamblar un equipo nuevo, que solo contará, si es que no se producen más deserciones, con una retaguardia en la que los jugadores se conozcan.

El preparador catalán no se deja intimidar por ese reto. “Me gustan las pretemporadas”, dice con rotundidad. La directiva sabe que tiene que hilar fino para atraer de nuevo a una hinchada que ha acabado muy desconectada y que tiene el problema de que no se conoce con exactitud cuándo finalizará la construcción de la nueva cubierta de Tribuna como excusa para no comprar el abono.

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