¡La Balona se queda! (0-2)
Segunda división B
La escuadra linense desentierra su condición de Recia, gana en Murcia y logra la permanencia sin mirar a terceros.
Stoichkov anota los dos goles albinegros, el primero tras un penalti a Cuero.
Bien no, muy bien está lo que bien acaba. La Real Balompédica seguirá una temporada más en la Segunda división B, la categoría mínima que por historia y afición le corresponde a la añeja entidad de La Línea. La Balona certificó ayer su permanencia al más puro estilo Balona. Después de doce jornadas sin vencer, paseándose por el alambre, dejándose caer en el algún momento de la interminable tarde del final de Liga hasta la plaza de promoción y resurgiendo en el momento justo para impedir que los corazones de sus hinchas acabasen por dejarse vencer. Stoichkov, seguramente no podía ser otro, asumió el mando de las operaciones y con sus dos goles -el primero al transformar un penalti- condujo a la centenaria escuadra blanquinegra a uno de esos triunfos que el día menos pensado se evocan en una charla navideña. La Balona reconquistó la condición de Recia que tanto gusta a su gente y lo hizo para quedarse una temporada más en la división de bronce.
Un centenar de almas se encargaron de trasladar un cachito de La Atunara, San Bernardo, La Colonia, Los Junquillos, San Felipe... hasta el mismo corazón de la Nueva Condomina. Un centenar de balonos que acabaron por acallar el coliseo murcianista y por hacer oír su "oé Recia oé" como banda sonora de una de esas permanencias que demuestran que este equipo y su gente mantienen un indestructible idilio con la última jornada que permite ser optimistas incluso en las circunstancias más adversas.
Sánchez de la Nieta, que pasará a la historia como el hombre que logró reconducir a esta Balona que caminaba con obcecación hacia el precipicio, resolvió la ausencia de sus bandas (Juampe, Gato) incrustando a Gonzalo Almenara en la medular y colocó a Olmo junto a Joe para custodiar el eje de la retaguardia. Las dos decisiones, que tenían mucho de arriesgadas, le salieron redondas.
El Real Murcia, por su parte, decidió proteger a media docena de sus hombres de cara a la liguilla. Seguro que un montón de balonos piensan hoy que tampoco pasaría nada si los granas sacan partido a esas medidas más adelante.
Desde el pitido inicial quedaron claras dos cosas. Una, que la Balona tenía una marcha más. Ésa que da la angustia de estar jugándose la vida. La otra, que esa misma ilusión por ganar le tenía un tanto atenazada cuando disfrutaba de la posesión del balón. Cosa lógica por otro lado.
A pesar de todo, siempre era el equipo de La Línea el que daba más sensación de poder conseguir algo. De hecho a los diez minutos Almenara se inventó un disparo envenenado desde la frontal del área, pero el destino no quería arrebatar a los albinegros esa dosis de angustia que tan buen regusto deja en estas últimas jornadas cuando al final se alcanzan los objetivos. Así que la madera devolvió el esférico al campo ante la mirada incrédula del portero local.
La Balona presionaba al rival, no le dejaba jugar, pero tampoco corría riesgos. Era ésa Balona hercúlea que le valió su épico sobrenombre. Una Balona que esperaba su momento, haciendo gala de un orden exquisito y con un omnipresente Ismael Chico en el centro que habrá que empezar a preguntarse en qué diablos hay que meterlo para que no deje nunca de vestir esa camisola.
El equipo de La Línea esperaba su oportunidad. Y volvió a tenerla. Llegó en el 35' cuando Wilson Cuero se fue de los centrales y se plantó solo ante Biel Ribas, pero entre que el último control se le fue un poco y que el colombiano se precipitó, acabó disparando al muñeco.
El conjunto de casa solo tuvo una en esta primera entrega: Xiscu en el último minuto se encontró con un centro cruzado en una posición casi inmejorable, pero lanzó alto.
Después del descanso llegaron los únicos diez-quince malos para la Balona. No solo porque el Murcia conseguía hacer circular el esférico con cierta facilidad, sino porque los resultados de terceros que se estaban produciendo en ese momento empujaban al equipo de La Línea hacia la promoción.
Fue en el 55' cuando Javi Montoya golpeó largo, Almenara ganó la acción a su par e hizo llegar a Wilson Cuero, que fue derribado por Mateos nada más entrar en el área. El árbitro no dudó y señaló el supuesto punto fatídico, que ayer fue de todo menos fatídico para la Balompédica. Stoichkov tomó el balón. Paradojas de este bendito deporte, precisamente Stoichkov que en diciembre estuvo a punto de cambiar un equipo por otro, algo que solo impidió la llegada de Raffaele Pandalone a la presidencia. El sanroqueño lanzó con precisión. Era el 0-1. Ya no había más apps que mirar porque la Balona se valía por sí misma.
Al conjunto linense le tembló un momento el pulso y se dejó rematar dos córners. Pero apareció ese portero que lleva impreso en su camiseta "soy un lujo" y sacó una mano salvadora tras un cabezazo de Mateos. En el momento justo.
A renglón seguido llegó Sergio Rodríguez mandó un balón dentro del área y Stoichkov le ganó a su pareja y cabeceó en parábola salvando al portero, que estaba una mijita adelantado.
A partir de ahí solo se escuchaba a la afición de la Balona. Hasta Biel Rivas se vio obligado a sacarle una mano a Almenara, que hubiese merecido el gol por su insistencia, la verdad.
Javi Montoya también hizo otro paradón antes del final, lo justo para dejar donde estaban los fantasmas de partidos que se fueron por el 2-0 y que hubiese amenazado con dar la cara.
La prolongación, esta vez, no se hizo eterna. La Condomina escuchaba como una afición centenaria, que señalaba al Cielo acordándose de los que no estaban, celebraba una salvación agónica. La Balona se queda. Si sí, se queda. Días como el de ayer compensan una temporada difícil de digerir. Y es que el fútbol puede ser maravilloso. Y la Balona, también.
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