(2-1) Balona, esto tiene buena pinta

Real Balompédica Linense - CF Talavera | La crónica

Una Balompédica muy sólida enlaza, ante el Talavera, su segundo triunfo con Calderón al frente

Los albinegros acaban séptimos la primera vuelta

Pito Camacho, soberbio, y Koroma marcan los goles locales

Pito Camacho comienza a celebrar el 1-0 ante la desolación de Óscar Santiago / Erasmo Fenoy
Rubén Almagro

05 de enero 2020 - 20:56

El efecto Calderón, al menos en cuanto a números, es incontestable. Dos partidos, dos triunfos. Algo que no sucedía desde el arranque liguero. La Balompédica derrotó a un Talavera que paga pena de puesto de descenso por su fragilidad defensiva. Los albinegros se ganan con los seis últimos puntos, y lo que es más importante con su imagen de solidez, el derecho a acabar la primera vuelta séptimos, sin renunciar a objetivo alguno. Y su entrenador, por lo que sea, ha caído en gracia, que también es un factor que suma. La afición le recibió y le despidió con aplausos. Ojalá sea el principio de una hermosa [y duradera] amistad.

Este primer duelo de 2020 estaba condenado de antemano a ser antiestético. Después de medio siglo cualquiera que haya jugado y/o presenciado un partido en el maltrecho [cada día más] Municipal en un día de viento y frío como el de este prólogo de Reyes sabe a lo que se expone. Y por eso hay muchos que no acuden, para no exponerse a coger una pulmonía.

A pesar de eso el Talavera,que tiene más plantilla que equipo, salió bien: ordenadito, juntito. Y la Balona muy precipitada, sin encontrar a Manu Molina.

Fueron veinte minutos, pero tampoco es que los toledanos disfrutasen de ocasiones de esas que silencian a la grada, cada vez más despoblada, por cierto. Como mucho los visitantes insistieron en reclamar un agarrón de Álvaro Vega a Pablo Aguilera, quien por poco enseña las vergüenzas. Si era dentro, era penalti. Si era fuera, golpe franco. Pero el árbitro optó por un “siga, siga” que al único que ponía en evidencia era a él mismo. Porque hay que ser muy malo para no ver eso.

Hasta que llegó el 22’. En una jugada mal defendida por los visitantes, el esférico halló por fin a Manu Molina, que envió un pase milimetrado a [un fantástico toda la mañana] Pito Camacho, quien burló el fuera de juego [aunque en el campo dio otra impresión] y fusiló sin compasión a Óscar Santiago.

El gol cambió el rumbo de los acontecimientos. El Talavera está somatizado porque le penaliza cada error que comete y se resiente cuando se ve a remolque. La Balona, con el marcador a favor, se reorganizó para ir a por más. No es que jugase con dos nueves, sino que tiró a tres hombres arriba, así con descaro. Sirvió para ver la mejor versión de Tito Malagón, pero también cuánto sufre Dopi cuando no está en el ojo del huracán. La banda no es lo suyo. Y sobre todo valió para que Haritz Albisua ejerciese de mariscal y se apoderase de toda la zona ancha. Completó, casi sin margen para el debate, su mejor encuentro con la albinegra.

Tampoco es que la Balona asediase al rival. Pero tenía el juego controlado, despedía imagen de solidez, sin fisuras. Lo más parecido a una oportunidad fue un cabezazo de Pito Camacho tras un centro de Tito Malagón, pero al almeriense se le había movido la mirilla.

Tras el descanso los de Calderón seguían teniendo la manija. No era un partido para recordar, pero no daba la pinta de que se le pudiese escapar a una Balona que se ha asentado en defensa, especialmente por el centro, y a la que ni siquiera la entrada del último fichaje cerámico, Héctor Gómez, logró inquietar.

El Talavera quiso irse arriba con los cambios. Cuando entró Oca su fútbol tuvo más sentido, más verticalidad, pero no la suficiente.

El partido entró en una peligrosa vía muerta porque un gol es una ventaja muy traicionera, así que el míster balono (que atinó con los cambios) quiso recuperar la chispa dando entrada a Koroma. Siete minutos llevaba el sierraleonés en el césped cuando lo intentó desde el borde del área y con la generosa colaboración de Óscar Santiago hizo el segundo.

Parecía que la Balompédica iba a tener, por fin, un final tranquilo. Pero ni por esas. En el 86’ Cristian Fernández empalmó desde el borde del área, el balón pegó en Julio Cidoncha, se desvió y sorprendió a Montoya (2-1).

En el tiempo que quedaba hubo más angustia que posibilidad real de que llegase el empate. Si acaso un buen ataque visitante quedó invalidado por fuera de juego justo antes de que Oca fusilase a Montoya. Por cierto, no quedó muy claro si el balón llegó a entrar.

La que sí puso marcar fue la Balona. Por un lado por medio de Dopi, que cruzó en exceso en vez de buscar a Koroma. Por otro por medio de Bakr, que esta vez sí que encontró buena réplica en Óscar Santiago.

La Balona suspira en un comienzo de año esperanzador. Es pronto para lanzar las campanas al vuelo. Pero hay buenas sensaciones y la hinchada se fue con una sonrisa a desenvolver sus regalos de Reyes. No es mal punto de partida para empezar 2020.

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