Real Balompédica Linense | El informe del riva
Así es el próximo rival de la Balona: Xerez Deportivo, un exlíder penalizado por la falta de gol
Real Balompédica - Villarreal B | La crónica
No hay manera. Es como si alguien quisiera que la histórica Real Balompédica no mire desde arriba a esta Primera RFEF. Justo cuando tenían a su alcance el primer puesto los albinegros sellaron su segunda derrota en casa de la temporada en un duelo marcado por un error clamoroso del zamorano Carlos Pérez Álvarez El supuesto árbitro, que durante los 90 minutos se manejó con maneras de juez malintencionado, ignoró una falta de libro de Arana sobre Jesús Muñoz para después perpetrar un penalti -que sí existió- que conllevaba la consiguiente expulsión de Nacho Miras y condujo al tanto del empate para el Villarreal B. El filial grogueta salió del Municipal con un liderato bastardeado por el amparo arbitral de que disfrutó. Después llegó el 1-2 y aunque la Balona apeló a su orgullo y las tuvo -dos de ellas clarísimas- queda la amarga sensación de que hubiese hecho lo que hubiese hecho ya se habría encargado el que llevaba el silbato en la boca de que no sirviese para nada.
Qué poquito dura la alegría en casa del pobre. Sobre todo cuando el pobre viste de blanco y negro. La Balona sufre un atraco [deportivo] y se queda sin esa primera plaza que tanta ilusión hacía dentro y fuera de la caseta. Porque perder ante un rival como el Villarreal B -bueno, y en esta categoría casi con todos- entra dentro de la lógica. Pero que un árbitro rematadamente incapaz, un sicario de sabe Dios qué intereses, decida quién debe ganar un partido... eso ya hace mucho que dejó de tener gracia. Bueno él, dos auxiliares y un cuarto árbitro desplazados para cobrar la dieta que se convirtieron en cómplices del desaguisado en el momento en el que no le dijeron “Carlos, que ha habido falta antes”. A no ser que lo hicieran y en el pinganillo del ¿árbitro? estuviese sonando música los mejores éxitos de Shakira, que todo puede ser.
En el apartado deportivo la Balona -que se presentó con las bajas no anunciadas de Koroma y Fran Morante por lesión- fue mejor, bastante mejor, hasta que estuvieron once para once. Presionó arriba, no dejó al filial pasar de medio campo durante muchos minutos. No es que los de casa llegaran en tromba, pero que si una acción de Antoñito (7'), que si Gerard Oliva -mucho mejor que en otros encuentros- lo intentaba desde fuera del área (27')... al menos hacía ruido.
En el 29' llegó el gol de los de casa. De estos dos, que fueron de lo mejor. El de Algeciras la puso desde la línea de fondo y Oliva hizo un escorzo para sacar la imaginaria metralleta con la que suele festejar sus tantos.
En lo que quedaba de primer tiempo, una acción por bando. Leandro Martínez por el local y Tansende por el visitante. Pero en las dos ganaron los porteros.
Nada más empezar la segunda parte la tuvo Gerard Oliva, que dejó pasar la opción de coronarse, llevar a su equipo a la cima y evitar el escarnio arbitral, pero no anduvo fino.
En el 54' llegó el desatino. Saque largo de Íker Álvarez y los dos centrales de la Balona trataban de obstaculizar a Arana. A Jesús Muñoz le faltó contundencia -que todo hay que decirlo- pero Arana le echo mano y le derribó. El árbitro y su secuaz en el costado miraron para otro lado. A partir de ahí, penalti y expulsión incontestables. Pero es que esta segunda acción nunca debería haber sucedido.
Romerito sacrificó a Leandro Martínez para dar entrada al meta Mateusz Kania, que se estreno en Liga. Tras el empate, materializado por Sergio Lozano, a la Balona le faltó temple. Es verdad que resulta complicado mantener la calma cuando en caliente el futbolista siente que está siendo violentado, pero éste es un deporte de listos. Los del campo se dejaron llevar por la justificada indignación de la grada y en el 73' un centro de Leal fue rematado a puerta por Íker, que llevaba nada y menos en el terreno de juego (1-2).
Paradójicamente fue ahí donde más apareció el amor propio de esta Balona. Excesivamente revolucionada, pasada de vueltas, pero con ADN de Recia. Y pudo -y mereció- lograr la igualada. La más clara llegó en el 84' cuando Gerard Oliva puso frente a frente a Fito Miranda con el portero. El atacante se precipitó y lanzó suave desde la frontal, cuando igual si entra en el área...
Con la Balona volcada a Mateusz Kania -que ya anduvo cerca de parar el penalti- le dio tiempo a hacer un paradón. Y llegó el disparate final. Víctor Mena, que tuvo uno de esas tardes a las que se refería Chiquito de La Calzada, cometió una falta fruto de la impotencia. De esas que reglamento en mano nadie puede negar que puede ser amarilla, pero que un árbitro con oficio, viendo la que estaba liando y como estaban los ánimos, se ahorra en el descuento por ser la segunda. Hasta para eso fue malo el tal Carlos Pérez éste. Justo antes del final Jesús Muñoz estuvo a punto de redimirse, pero su disparo se fue alto por una cuarta.
Al contrario de lo que sucedió en su primera derrota en casa, esta vez no caben reproches a la Balona. Sencillamente porque no perdió con el Villarreal B sino contra un cuarteto de ciudadanos que si tienen un mínimo de empatía con lo que significa el sentir por un equipo tendrán problemas para conciliar el sueño en los próximos días. Pero da la sensación de que van a dormir a pierna suelta. Y lo malo es que esta derrota tiene secuelas, porque deja al equipo de La Línea muy mermado para la visita a Andorra.
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