Víctor Basadre: "Pandalone se merece el reconocimiento de los balonos"
Real Balompédica Linense
"Es una persona competente; vive preocupado por la vida y el futuro del club", dice el exentrenador albinegro
"No me arrepiento de haber ido a La Línea, pero me duele no haber salvado a la Balona"
"¿El vestuario? La única verdad es que si marcamos en el 95 en Ceuta no estaríamos descendidos"
Ejerce de gallego hasta el límite en más de una de sus respuestas. Respetuoso con el club que le dio la oportunidad de volver a entrenar en España. Defensor de la gestión de Raffaele Pandalone, justo ahora que la etapa del empresario italiano en la presidencia parece estar a horas de expirar. Víctor Basadre analiza sus dos meses largos en la Real Balompédica Linense, para la que solo tiene palabras de cariño y a la que desea la mejor de las suertes. El regreso inmediato a una Primera Federación en la que no pudo dejar al equipo de La Línea. Como muchos de los que se marchan, vale más por lo que calla que por lo que cuenta.
-Paradojas del destino. La que le dimos entre todos en la previa del Balona-Algeciras por aquella manifestación suya sobre que el empate no era malo... y el tiempo ha demostrado que la afirmación no era precisamente gratuita.
- No me gusta mirar hacia atrás. No solo nos faltó ese punto, sino por ejemplo los dos del día del Talavera u otros muchos. A todo pasado no vale. La realidad es que si hubiésemos marcado un gol en el minuto 95 en Ceuta nos hubiésemos salvado.
-¿Le castigaron en exceso aquellas palabras?
- No, yo creo que no. El tiempo dice lo que dice y si el equipo bajó es porque le faltó algo, no mucho para mantenerse. Insisto, si se mira hacia atrás, con los tres entrenadores seguro que se fueron puntos que ya se daban por hechos. Pero a nosotros y a los demás equipos, solo que a nosotros nos penalizó. En mi caso el día del Fuenlabrada hubiese cambiado muchas cosas. Pero las cosas hay que evaluarlas cuando están pasando, no después con la ventaja de saber las consecuencias.
-Usted sabe como funciona este negocio. Dentro de unos años cuando se recuerde que la Balona bajó en 2023 se dirá “con Víctor Basadre como entrenador”. Tomando ese punto de partida ¿se ha arrepentido de venir a La Línea?
-Noooo (largo). Todo lo contrario. Yo de la Balona, de La Línea y de la gente que ha estado trabajando conmigo, futbolistas, entrenadores, empleados e incluso medios de comunicación solo puedo decir que me he sentido bien tratado. Eso no significa que la gente no te pueda criticar, porque eso forma parte del derecho a opinar. Pero nunca me he sentido maltratado. Arrepentido para nada. Lo que sí me queda es la pena, la lástima de no haber sido capaz de sumar un poco más por mi parte para haber dado con eso que nos ha faltado para que estemos hablando de un descenso. Imagino que esa sensación tendrán también los jugadores, la gente del club e incluso los entrenadores que estuvieron antes que yo [en referencia a Alberto Monteagudo y Rafa Escobar].
-Durante el curso se han callado cosas que ahora se cuentan fuera de micrófono. ¿Es verdad que el vestuario que se encontró Víctor Basadre era poco menos que un polvorín?
-Yo he transmitido en cada momento lo que entendía que era correcto, siempre dentro de la lealtad a la verdad, porque no sé mentir. Cualquier persona que tiene un cargo de responsabilidad tiene que evaluar qué va a decir en sus declaraciones, porque incluso pueden herir sensibilidades, perjudicar más que beneficiar. Y en todo caso lo que yo he vivido en el día a día en ese vestuario ha sido parte de mi trabajo. No era ni mejor ni peor que otros muchos que me he encontrado. Hacer ahora una evaluación al respecto no procede. Solo tengo palabras de agradecimiento a los jugadores porque fuimos capaces de pelear hasta el último segundo por la salvación.
-Entonces ¿qué fallaba?
-Lo único que no es discutible es que el número de jugadores disponibles desde que yo llegué era el menor de toda la temporada. Por diferentes motivos: lesiones, sanciones, enfermedades en algún momento puntual... El trabajo del día a día se veía muy condicionado por circunstancias ajenas a nosotros. Esa es la única pega que le puedo poner al vestuario.
-A los entrenadores se le discute casi todo. Pero pocas veces con la virulencia del cambio de Yassin Fekir en Fuenlabrada. ¿Qué le llevo a hacerlo? ¿Lo volvería a hacer?
-En ese partido en el tramo final lo normal es que hubiésemos ido ganando incluso con cierta diferencia. Creo que eso no lo discutimos ninguno. Ese partido si no lo ganábamos, el empate nos valía lo justo. Ganar nos daba un pequeño respiro. Con respecto al cambio, entendimos que por cansancio, por rendimiento del último tramo del partido Yassin ya no estaba apareciendo mucho y no nos podía dar tanto en lo que faltaba. Pero de verdad, no creo que ningún cambio puntual, ni en ese ni en ningún otro partido haya sido tan trascendente para cambiar el resultado final. Me parece una lectura ventajista.
-También desde el ventajismo de conocer el desenlace. ¿Por qué en los últimos diez-quince minutos en Ceuta la Balona no pareció un equipo desesperado? De esos que juega con dos atrás, con los centrales arriba y con Alberto Varo subiendo a rematar los córners. Solo le valía ganar.
-Se le olvida que estábamos jugando con un futbolista menos [en referencia a la expulsión de Joel del Pino] y que teníamos enfrente un rival que también se estaba jugando la permanencia y que además tuvo un comportamiento muy hábil para parar el partido. El Ceuta logró que el ritmo se enfriase y es cierto que no tuvimos esas llegadas claras, pero a pesar de eso hubo una peinada de Gerard [Oliva] y una internada de Alhassan Koroma tras una pared con su hermano... pero es el pecado que tuvimos muchas veces que metíamos poco miedo cuando nos acercábamos al área. Esos últimos minutos fueron el reflejo de las circunstancias que se estaban dando. Si hacemos eso que propone de irnos a la desesperada y nos marcan un gol en el 93... pues ya no puedes ganar en el 94. El partido estaba 0-0 y en cualquier momento podía llegar esa ocasión para salvarnos.
-Ha nombrado a Gerard Oliva. ¿Como se vive como entrenador la situación de un delantero que no marca y al que su propia gente le hace tantos reproches?
-Cuando yo llegué lo primero era recuperarle anímicamente. No estaba teniendo acierto o fortuna y eso para alguien tan autocrítico como él es complicado. Le situaba en el ojo de la crítica. Era fácil cebarse, pero cuando hacía las cosas bien no se le reconocían. Los equipos son equipos para lo bueno y para lo malo, por encima de las individualidades. Y de verdad que creo que en determinados momentos, me refiero a mi periodo como entrenador, que su aportación ha sido buena. Pero si el fallaba un pase se hacía un mundo y tres minutos antes lo había fallado no sé, cualquier otro compañero, no se analizaba con el mismo ojo crítico. Los jugadores tienen que saber vivir con eso. Lamento no haber sabido ayudarle más para que marcase ese gol en Ceuta para salvarnos con el que me costa que soñaba.
-¿Qué se deja en el tintero?
-La Balona es una entidad que apasiona muchísimo, cuyo corazón late a muchas pulsaciones siempre, pero repito que solo tengo palabras de agradecimiento. La Balona va a volver muy pronto a la categoría en la que merece estar, que con su estadio nuevo va a tener muchas posibilidades de crecer. Y aprovecho para expresar mi agradecimiento a Raffaele Pandalone, al que por lo que he conocido estas semanas, es una persona competente, que vive preocupado por la vida y por el futuro de la Balona. Lleva cuatro o cinco años haciendo un esfuerzo importante de su propio bolsillo para que eso funcione y en la vida hay que ser agradecido. Y creo que él se merece que los balonos le reconozcan el esfuerzo que ha hecho, con independencia de que en la gestión deportiva haya podido estar más o menos acertado, como los jugadores, los entrenadores o usted mismo cuando elabora una información. Mis últimas palabras son que le deseo lo mejor a todo el mundo y que celebraré como un balono más el día que el equipo vuelva a estar en la categoría que ha perdido, que es, como mínimo, donde se merece.
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