Real Balompédica Linense
La Balona y el resto de clubes linenses, juntos en un pacto por la cantera
CD Estepona- Real Balompédica Linense | La crónica
Más bajo no se puede caer. Pero literalmente. La derrota más amplia de esta insoportable temporada lleva a la Real Balompédica Linense al farolillo rojo de la clasificación del grupo IV de la Segunda Federación. A la cola de todos. Las crónicas de antes recurrirían a las bajas, a alguna decisión arbitral discutible (discutible, que no inapelable), a las peculiares condiciones del campo, a 86 minutos de inferioridad numérica... y a sabe Dios qué para justificar el escarnio. Pero cuando un equipo encaja cuatro goles por indolencia, cuando regala la victoria al conjunto rival por falta de amor propio, de actitud en momentos claves, no merece que se le premie con excusas. Otra cosa es que ni la peor de las actuaciones deportivas justifique incidentes como los que protagonizaron los de siempre al término del choque, que sin ir más lejos impidieron incluso que el técnico albinegro, Javi Moreno, compareciese en rueda de prensa.
Lo de la Balona empieza a darle la razón, preocupantemente, al anterior inquilino de su banquillo, Miguel Rivera, cuando hablaba de aquella maldición que tantas sonrisas provocó. Ya no es que fuera con cinco bajas a Estepona como estaba previsto. Es que la noche del sábado el meta (suplente) José Serrano al más puro estilo Cañizares, se produjo cortes en las manos y tuvo que dejar su sitio a última hora a Álex Lázaro. Esta última (las otras evidentemente sí) no tuvo responsabilidad alguna en la sonrojante derrota sufrida por el equipo de La Línea en el añejo San Fernando, pero es un símbolo de la espiral de infortunios (y de incapacidad) en la que ha entrado esta escuadra, confeccionada para pelear por el ascenso y que ahora está anclada en las mismísimas cloacas de la clasificación.
No habían transcurrido más que cuatro minutos cuando Carlos Cano -reconvertido a central, una posición que tampoco es que le sea extraña, en su regreso a casa- se fue al suelo para abortar lo que ahora se denomina ataque prometedor. No lo hizo de manera violenta, pero sí un pelín temeraria. Y es como poco discutible que Sergio Chica no pudiese llegar en su ayuda. Una de esas jugadas grises en la que casi cualquier decisión merece ser aceptada y que si se transforman en expulsión se antoja muy rigurosas para el castigado, sobre todo cuando apenas el cronómetro había comenzado a andar. Pero para el árbitro canario Tomé Alonso sí que mereció la roja. El zaguero se fue a la caseta rechistar, así que algo de culpa sí que sentiría.
Moreno reconstruyó su equipo. Mandó al eje de la zaga a Alberto Martín y retrasó al pivote a José Antonio González, prescindiendo de la media punta. Con uno menos la Balompédica no se descompuso. Más bien al contrario, a base de presionar tenía al Estepona controladito. Hasta que llegó la primera media hora. Y el costamarfileño Jacques Dago encontró una autopista entre los centrales, sorteó la salida a la desesperada de Álex Lázaro y marcó a puerta vacía.
Los albinegros sintieron el golpe como un boxeador el primer gancho al mentón. Ya no iban tanto a la pelea. Incluso así consiguieron llegar vivos al añadido. Pero ahí... una vez más un córner. Sí, sí, de verdad, un córner. No merece la pena ni hacer reflexiones al respecto. Una falta de respeto de esta Balona hacia sí misma y a los que sufren con sus desventuras. Nadie atento. Jorge García culminó, solito, una acción ensayada. El que más y el que menos ya sabía que aquello era la sentencia.
El entrenador albinegro protegió a Palanca, amonestado y dio la alternativa al juvenil algecireño Jose Aguilera, que en medio de semejante debacle se las ingenió para estar aseado. No es poco. También entró Alberto Fuentes (el único que intentó algo) como relevo de Jack Harper, al que en opinión del míster, por lo que se ve, no le da para más de 45 minutos.
Lo que no contaba el entrenador es que esta Balona 2024-25, si por algo se caracteriza, es porque carece de defensa. No es que sea frágil. No es que ande con carencias. Es que está desaparecida. Ha encajado diecisiete goles en ocho partidos (2,12 de insoportable promedio). Con esas cifras todo lo que no sea descender es un milagro. A causa de esa nula capacidad para proteger su marco llegó el tercero. Pase de Callejón a la espalda de los centrales, que se contentaron con seguir la zancada de Dago y observar de cerca como éste fusilaba a su portero. El Zamora del grupo V de la pasada andadura debe estar hasta las narices de tanta indefensión. Y peor que va a ser si el míster se sigue empeñando en que juegue tan adelantada, porque se le ven aún más las limitaciones. Que esa es otra.
El resto del partido fue un trámite. Cambios y más cambios. Y aunque el conjunto de la Costa del Sol tuvo un par de ellas (sobre todo con la entrada de un Rubén Mesa decidido a reivindicarse) daba un poquito la sensación de que tampoco quería ensañarse con su presa. Que no quería hacer sangre. Total, para qué. Está en otra pelea bien diferente.
Hasta que en el minuto 91 y cuando parecía que la Balona podía escapar medio dignamente del segundo tiempo a Álex Hernández -que literalmente estaba haciendo un partido penoso- le dio por hacer una majaronada. Por no emplear un término más grueso. Primero trató de regatear a Rubén Mesa dentro del área y cuando éste le quitó el esférico y a pesar de que ya no tenía espacio para nada, no se contentó con el primer error, le echó mano y lo derribó. Un penalti preñado de indolencia, de falta de compañerismo. Una acción que si le mereciera una sanción interna de cualquier tipo, seguro que no solo estaba justificada, sino que es que se quedaba corta.
A pesar de que Álex Lázaro (al que para nada se puede señalar a pesar de que sigue encajando goles a cascoporro) le dio incertidumbre al tocar el esférico, el '9' local anotó la pena máxima e hizo el 4-0.
Javi Moreno dijo en su presentación que él sale a ganar o a perder. De momento, a perder. Y de forma bochornosa en los dos casos. Cero goles a favor. Seis en contra. Cero puntos. Ése es el balance de un entrenador que seguro que entiende que creer que él es el hombre que realizará el exorcismo de los males de esta Balona es ahora más una cuestión de fe que de argumentos.
La otrora Recia se despeña hacia la última plaza de la tabla. Una caída libre sin precedentes ni eximentes. Igual cuando vuelvan algunos de los que faltan este equipo es capaz al menos de competir. Como poco hay que pedirle que defienda, que es algo que no sabe. Y con eso puede llegar medio viva a diciembre y entonces... que el propietario se rasque otra vez el bolsillo y gracias por los servicios prestados. Y una vez más, volver a empezar. En estos momentos es cuando se viene a la cabeza aquello de "papá ¿por qué somos de la Balona?". Y después de los dos últimos años y medio... cuesta explicarlo.
CD Estepona FS (4): Alfonso Liceras; Jorge García (Juanan, 81'), Álex Carrasco (Mati Carrasco, 58'), Fran Lara, Antonio Marín; José Antonio Caro, Ramón Blázquez, Fran Callejón (Nacho Goma, 72'), Eric Gómez, Hugo Rodríguez (Ekhiotz, 81') y Jacques Dago (Rubén Mesa, 71')
Real Balompédica (0): Álex Lázaro, Ale Palanca (José Aguilera, 46'), Sergio Chica, Carlos Cano, Connor Ruane; Adri Carrasco (Moha Hamdoune, 55'), Alberto Martín, Ale Hernández, João Pedro (Pepe Greciano, 74'); José Antonio (Pecellín, 55') y Jack Harper (Alberto Fuentes, 46').
Árbitro: Alejandro Tomé Alonso, de Arucas (Las Palmas de Gran Canaria).
Tarjetas: Amarillas para los esteponeros Hugo Rodríguez (60') y José Antonio Caro (78') así como para los visitantes Ale Palanca (42'), Sergio Chica (80'), Pepe Greciano (82') y Álex Hernández (91'). Expulsó al albinegro Carlos Cano (4') por cortar un ataque prometedor cuando era el último defensa.
Goles: 1-0, Jacques Dago tras sortear a Álex Lázaro (29'). 2-0, Jorge García remata en el primer palo a la salida de un córner (47' del primer tiempo). 3-0, Jacques Dago rentabiliza un pase a la espalda de la defensa de Callejón (48'). 4-0, Rubén Mesa, al transformar un penalti (91').
Incidencias: Encuentro de la octava jornada del grupo IV de la Segunda Federación, disputado en el campo San Fernando de Estepona, con piso sintético. Presenciaron el duelo 1.245 espectadores, según los datos ofrecidos por el conjunto local. En el campo, una nutrida representación de la hinchada albinegra.
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