Balona, ¿y ahora cómo le ponemos al niño? (0-2)
Real Balompédica - UCAM Murcia | La crónica
Los albinegros caen ante el rodillo del UCAM Murcia en el debut de Javi Moreno
El efecto relevo apenas dura quince minutos y la segunda mitad de los locales es bochornosa
La actuación de Álex Lázaro y la indulgencia de los católicos impiden un escarnio aún mayor
Pues al final resulta que el problema es mucho más grave de lo que parecía. Y eso que ya parecía gravísimo. Aquello de entrenador nuevo victoria segura no funciona en la Real Balompédica. Igual, solo igual, porque la culpa no era solo del técnico. El debut de Javi Moreno -al que tampoco sería justo señalar después de tener apenas tres días para intentar enderezar el rumbo- no pudo ser más desafortunado. Quizás sería más exacto escribir más triste. Dijo el míster en su presentación que él juega a ganar o a perder. De momento a perder. El equipo de La Línea cayó 0-2 ante el UCAM Murcia… y gracias. Gracias porque por un lado el conjunto universitario dejó la impronta de no querer hacer daño, de contentarse con saber que se iba a llevar los puntos. Y gracias también al discutido portero albinegro Álex Lázaro, que hasta en cuatro ocasiones evitó que lo que ya se puede entender como debacle se hubiese tornado escarnio. Que faltó muy poquito.
Moreno cambió cuatro hombres en el once. Pero ahora, así en caliente, da la sensación de que como si cambia a los once. El primer cuarto de hora fue un espejismo. La Balompédica demostrada esa agresividad que se le presupone a los equipos de Javi Moreno. Presionaba con intensidad en lo que ahora se llama bloque alto y al UCAM se le atragantaba la salida del balón. Hasta llegó a hacer un tanto el equipo de casa, por medio de Jack Harper, anulado con acierto por fuera de juego.
Pero lo dicho, todo aquello era ciencia ficción. El tiempo está demostrando que este equipo no da para más. Los jugadores esos que se iban a reivindicar ¿dónde estaban? Dejaron pasar la oportunidad de evitar que cale la sensación, la gravísima sensación, de que no hay más cera que la que arde. Seis jornadas sin ganar y encajando goles a cascoporro es lo que dan a entender.
Poco a poco los católicos fueron sacudiéndose el asedio. Es posible que no haya tortas para sacar una entrada para ver al conjunto de Javi Motos. Pero es un equipo de Segunda Federación en toda su extensión. Como la temporada pasada lo era el Yeclano. Supo practicar el mal llamado otro fútbol cuando lo necesitó, porque guste o no es un recurso que está ahí. Ojalá se vislumbrase siquiera una vez a la Balona sabiendo emplearlo. Manejó los tiempos. A ver, brillante lo que se dice brillante no es. Pero es que tampoco lo necesita. Ahí está, pegadito a la cabeza y con solo tres goles en contra. Y si asciende, miles de ejemplo hay por el camino, nadie se quejará del fútbol que despliega.
Los murcianos ejercieron de martillo pilón. Primero avisaron en dos contras. Luego en un balón que se paseó por el área sin contrar rematador y en el 40’ hicieron el 0-1. Un golazo de Albert Ramis (sobrino de Albert Luque) que colocó el balón en la escuadra como epílogo a un jugador por banda que un compañero dejó pasar. Parece ser que la defensa de la Balona andaba por allí. Parece porque resistencia no ofreció ninguna. Esta vez no se le puede echar la culpa a Miguel Rivera.
Antes del descanso los visitantes desplagaron una escaramuza que dio pie a un amago de tangana. Ese fútbol oscuro que hacen los equipos que sabe de qué va esto.
Impotencia tras el descanso
Lo del después del descanso justifica cualquier reacción de una afición. La Balompédica dio la mayor sensación de impotencia que se le recuerda en mucho tiempo. Debe haber alguna causa que se escapa a la razón (el cambio climático o una de esas) para que esta Balona sea peor cada jornada que juega en casa. Parecía imposible que empeorase lo del San Fernando y lo hizo ante el Don Benito. Y esto del UCAM ya…
El equipo de casa merodeaba por el campo como el toro ya ha recibido la estocada letal, que se sabe muerto y que solo espera la puntilla. Porque en el fondo cada uno de los que estaban en el césped y de los que estaban en la grada (menos que nunca) sabía que el 0-2 llegaría antes o después. Los de casa prescindieron de Harper en el intermedio para seguir jugando en largo. Decisión que si no tiene una justificación médica es difícil de interpretar.Ni una cogió Pecellín, pero es que dada la diferencia de altura con los centrales, tampoco hay mucho que echarle en cara. Es que además nueve, nueve, lo que se dice nueve no es Pecellín. Vaya que es como lo de las peras y el olmo.
A medida que avanzaba el crono aquello parecía un partido de hombres contra niños. Los jugadores de casa estaban absolutamente cortocircuitados hasta parecer incapaces. El UCAM no vio peligrar su victoria ni una vez. No había respuesta. La Balona (otra vez) se desfondó tras el descanso. Que hizo bien el nuevo míster en no opinar en su primera comparecencia sobre la condición física, pero lo que salta a la vista, salta a la vista, el algodón no engaña.
Los murcianos avisaron un par de veces. Medió hasta alguna gran parada de Álex Lázaro junto a la escuadra. Y en el 80’, para que nada faltase ¡tachán! otro gol después de un balón parado. La Balompédica debería barajar la posibilidad de multar a los suyos por este tipo de acciones. Así, sin ambages. Porque empieza a provocar rubor. Esta fue un córner. Otra vez un córner. El balón se movió por el área como en los pinball aquellos de los salones de juego. Hasta que llegó a Antonio Segura (ex de la UD Los Barrios), al que ya no le quedó otro remedio que sentenciar la contienda.
Generados desde un fondo, pero contagiados a buena parte de los presentes, se oyeron gritos contra la directiva y contra el director deportivo, Mario Galán. Es lo que tiene que desaparezca el cortafuegos del entrenador.
Los diez minutos restantes fueron un bochorno. Hasta por dos veces pudo marcar Urcelay, al que tuvieron que ir a consolar tras el pitido final. TYres silbatazos que sonaron que sonaron como eso de “bueno esta familia querrá irse” que tanto se agradece.
Lo peor de todo es que entonces no se escucharon más que cuatro silbidos más contados. Hay una cosa infinitamente peor que una afición enfadada. Una hinchada resignada. La mayor parte de los inquilinos de esa grada saben mucho de este negocio. Y ven lo que ven. Javi Moreno, que por cierto fue expulsado, no tiene que revertir la situación como él defiende. Tiene que obrar poco menos que un milagro deportivo para que esta Balona llegue con vida a diciembre y pueda tomar decisiones. Porque aunque hasta ahora nadie se lo haya planteado, lo que hay que evitar a toda costa es llegar a mayo y tener que sacar otra vez la calculadora y el rosario. No quiera Dios.
Ficha técnica
Real Balompédica (0): Álex Lázaro; David Hernández (Fran Serrano, 89’), Sergio Chica, Fran Moreno, Connor Ruane; Adri Carrasco, Carlos Cano (Alberto Martín, 89’), Álex Hernández (José Antonio, 65’), Joao Pedro; Alberto Fuentes (Pepe Geciano, 81’) y Jack Harper (Pecellín, 46’).
UCAM Murcia (2): Facundo Ackermann; José Ruiz, Fer Román, Miki Bosch,Yeremy, Alexis García (Antonio Segura, 56’), Louis Booker, Urcelay, Ale Marín (Julio Martínez, 83’); Albert Lque (Javi Ramírez, 83’) y Amin Abarazadam (Andrés Silvente, 67’)
Árbitro: Pablo A. Gargantilla Fernández, de Plasencia (Cáceres). Se ahorró alguna tarjeta. Pero poco más.
Tarjetas: Amarillas a los locales Pecellín (71’) y Fran Serrano (89’) y al visitante Fernando Román (71’). Expulsó con roja directa al entrenador albinegro, Javi Moreno (75’)
Goles: 0-1, Albert Luque coloca en la escuadra un centro desde la izquierda que Álex Marín deja pasar (42’). 0-2, Antonio Segura, a la salida de un córner (80’).
Incidencias: Encuentro de la séptima jornada del grupo IV de la Segunda Federación, disputado en el Ciudad de La Línea ante 1.659 espectadores. Antes del comienzo se homenajeó, con un minuto de silencio incluido, al entrañable aficionado balono Nono Carnero, recientemente fallecido.
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