Real Balompédica Linense | Segunda Federación
Y además, portería a cero
Real Balompédica Linense - UD Melilla | La crónica
La Línea/El Municipal, el cada vez más desvencijado Municipal, se le atragante sistemáticamente a la Balona-2019. Los albinegros, que acabaron el pasado año invictos ante su parroquia, encadenaron este domingo, a manos de la UD Melilla, su cuarto partido sin vencer en casa, tantos como han jugado desde que se comieron las uvas. Un punto de doce. Esta vez no fue un problema de actitud, porque la Balona quiso e incluso si hubiese empatado no hubiese sido ningún disparate. Es más, posiblemente hubiese sido hasta lo más justo.
Pero cuando se mide a rivales de postín, sencillamente no le da. El fondo de armario es el que es. El conjunto norteafricano, como tantos otros, ya se ha aprendido de qué va la Balompédica y le encuentra la línea de flotación con excesiva facilidad. Los albinegros se descuelgan hasta la séptima plaza y, lo que es peor, pueden perder a Pirulo –expulsado una vez finalizado el encuentro– para unas pocas semanas. Y es que cuando la racha se tuerce...
El partido, como tantos y tantos jugados al más puro estilo Segunda B, se decidió por momentos. Por eso de los detalles que los entrenadores repiten hasta la saciedad. El equipo de Jordi Roger tenía más presencia en ataque que un rival que tocaba y tocaba sin encontrar espacios, pero los de casa no eran capaces de concretar. Lanzamientos al lateral de la red, centros preñados de mala leche... pero nada. Faltaba algo allí dentro. Algo llamado calidad.
Paradójicamente única verdadera ocasión de la primera media hora fue en un despiste balono, pero Héber Pena, con todo a favor, le pegó flojito y justo donde estaba Javi Montoya. No tardaría en resarcirse.
A todo esto fue la Balona logró ponerse por delante en el 37’ una jugada a balón parado. Otra vez en un córner, que para algo tiene que servir el trabajo a maza y martillo de la semana. Sergio Rodríguez resolvió en el mismo borde del área pequeña y se llevó la mano al escudo, en un inequívoco aviso a criticones.
Pero eso de adelantarse en el marcador que se antojaba un salvoconducto para es Balompédica de hace apenas tres meses... ahora solo le dura cuatro minutos.
Ése fue el tiempo que necesitó el Melilla para empatar. Héber Pena completó un jugadón, pero encontró demasiada complicidad en una defensa a la que ante los norteafricanos penalizaron y mucho las bajas. Abel Moreno le abrió la puerta hacia su pierna buena, la zurda; Ismael Chico no se atrevió a entrarle para no cometer penalti y el zapatazo fue de aúpa. Era el empate. Es la diferencia que marca contar con jugadores como Héber Pena. Esos que la Balona no puede pagar. Esos que se inventan las ocasiones y las convierten.
La escuadra de casa no había tenido tiempo de montar su trinchera. Y acabaría pagándolo. Para colmo, justo antes del intermedio, otro de esos malditos momentos. Sana cabeceó otro córner muy bien sacado por Abel Moreno, pero el balón pegó en el larguero.
Nada más comenzar el segundo tiempo un fallo en cadena se constituyó en jugada clave. Ismael Chico se vio obligado a cometer falta en el mismo borde del área. En la ejecución sucedió algo extraño. Extrañísimo. Juampe se fue corriendo al marco y casi terminó obstruyendo a Javi Montoya. Richi golpeó fuerte, el balón pegó en Sana... y 1-2.
A partir de ese minuto 50 el Melilla sí que hizo lo que la Balona no supo concretar cuando estuvo por delante: cerrar las compuertas.
El equipo azulino se metió en su medio campo, sin sufrir demasiado, a la espera de una contra que le permitiese el golpe definitivo. Y ya se sabe que cuando a los albinegros se le entrega el balón es casi como si se le impusiese una condena. Hasta el mismo entrenador ha reconocido públicamente que no hay plan B.
En el 62’ los de casa pidieron con insistencia penalti por unas manos dentro del área tras un disparo de David Moreno. Que el balón dio en el brazo del defensa es indiscutible, pero con toda la sensación de que el zaguero hizo lo imposible por pegarla al cuerpo y que no invadió ningún espacio. No sería honesto de hablar de error arbitral.
En la última media hora el equipo de La Línea quiso pero no supo. Lo ya explicado del plan B. Barullo, ruido, pero nadie recuerda un solo paradón de Dani Barrio.
Faltaron ideas. Orden. Como siempre suceden con los que no están era ventajista pero inevitable cuestionar por qué no salió esta vez Tarsi Aguado a tratar de conducir el balón. Al final ya era balonazo largo de Javi Montoya y a ver si sonaba la flauta. Pero el comodín de la suerte ya lo había agotado la Balona una semana antes en Málaga. Por si la derrota no fuese suficiente, nada más producirse el pitido final Pirulo fue expulsado.
La Balona no encuentra ni la aplaudida estabilidad de la primera vuelta ni la suerte que algunas veces le acompañaba por entonces. Y las jornadas siguen pasando.
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