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Balona, ¡qué cruz!

Real Balompédica Linense - CF Talavera de la Reina | La crónica

Los albinegros, en un alarde de impotencia, enlazan su cuarta derrota consecutiva

Los de casa juegan media hora con un hombre más por expulsión de Espinar, autor del único gol

Los albinegros Ahmed y Carrasco, abatidos tras el pitido final. / Erasmo Fenoy
Rubén Almagro

21 de abril 2019 - 22:44

La impotencia llevaba al grado extremo, al sonrojo, a la hipérbole. El fútbol transformado en una interminable penitencia para quienes sufren con su Balona, que son muchos más de los que acuden al Municipal, porque han echado al resto. El equipo de La Línea cedió otra vez. La cuarta consecutiva, que es la primera vez que sucede desde que la centenaria escuadra albinegra regresó a Segunda B y eso no sucedió precisamente este domingo. En esta ocasión para entregar al Talavera la novena plaza a pesar de jugar media hora con un hombre más.

La paciencia se acaba y la afición, la poca que sigue haciendo acto de presencia en el maltrecho estadio, estalla. Es difícil saber si le duele más la indolencia demostrada en el partido en Marbella la indolencia o la incapacidad ante el conjunto cerámico. Aunque la realidad es que empieza a dar igual, porque las opciones de Copa ya no es que se difuminen, es que se esfuman. Hace tiempo que este equipo está envuelto en un agujero negro que da la impresión de que solo el final de liga podrá detener.

El partido tuvo un arranque en modo espejismo. La Balona jugaba con ánimo. Tenía el balón. Quería llegar al marco contrario. Un centro de Gato y una incursión de Juampe incluso hicieron levantar a los aficionados de sus asientos.

Y en el 14’ ¡un saque de banda! dio con todo eso al traste. Nandi se aprovechó de la mala defensa, estrelló el balón en el palo y el rebote llegó a Víctor Andrés. Su disparo lo desvió de tacón hacia el marco Miguel Ángel Espinar. Un gol con mucho, muchísimo sabor a revancha personal. Solo había que ver cómo lo celebró.

El tanto fue como una losa. Un palo inabarcable para un equipo que anímicamente no se sujeta por ningún lado. Lo más normal es que antes del descanso aquello hubiese quedado visto para sentencia. Pero la Balona tiene a Javi Montoya. Menos mal que tiene a Javi Montoya. En el 23’ el portero riojano empezó su exhibición al sacar de la escuadra un disparo de Íker Rodellar.

En el 30’ el árbitro anuló, de manera acertada, otro gol a Espinar. Al punta le traicionó su condición de delantero porque desvió con la cabeza un remate de Melchor que hubiese entrado de todas formas.

El portero balono volvió a salir a la palestra en el 36’ y en el 37’. Primero para abortar una ocasión de Laerte. Después, una de Nandi. Y es que cada jugada que el Talavera iniciaba a balón parado era un auténtico pastizo.

Tras esta segunda parada consecutiva del guardavallas empezaron a escucharse los silbidos de impaciencia y/o desaprobación de una grada que no sabía dónde estaba su equipo. En realidad su equipo tampoco sabía demasiado bien por dónde andaba.

La segunda mitad comenzó por los mismos derroteros hasta que el 60’ Espinar se transformó de héroe en villano. Le pudo la sobremotivación con la que había afrontado el encuentro y soltó un codazo a Carrasco en la misma cara del árbitro. Roja directa. Indiscutible.

Con media hora por delante y un hombre más Roger quemó sus naves –las que tiene, que tampoco hay para tirar cohetes– y acabó defendiendo poco menos que con dos. Dio entrada a Ahmed y a Tarsi. Por cierto, otra vez sacrificando a Ismael Chico, sin reparar en el bajísimo nivel que ofrece de un tiempo a esta parte Sana Ndiaye, que parece intocable.

Con la entrada de Tarsi Aguado, que por lo menos se ofrecía, la Balona ganó en criterio ante un rival que al quedarse con diez ya no disimulaba y defendía con todo lo que tenía.

En el 69’ un centro de Gato lo remató Ahmed a la parte alta del larguero. El balón cayó a pies de Buba, que no reaccionó. Los de casa querían, pero ni podían ni sabían cómo. Y el rival dejaba la imagen propia de un bloque que se está jugando los cuartos.

Con la Balompédica volcada pudo llegar la sentencia. Laerte se presentó en el área solo, pero estrelló su disparo en el cuerpo... de Javi Montoya.

En ese asedio final la Balona, como sucedió ante el San Fernando, tuvo la última. Como hace dos semanas, un remate de Buba. Y como entonces, apareció la mano salvadora del portero rival, esta vez Gianni.

Lo mejor que puede pasar es que alguien pare la Liga. Aunque igual no es ni necesario. Porque la Balona hace ya tiempo, demasiado, que se bajó de la misma.

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