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La peor versión de la Balona

Recreativo de Granada - Real Balompédica Linense | La crónica

Los albinegros encajan en el Nuevo Los Cármenes su sexta derrota e igualan la racha más negativa en Segunda B de toda su historia

Los linenses maquillan en los últimos diez minutos un revés más que merecido

El albinegro David Moreno cuerpea con un rival en una pugna por el balón. / Photo Graphersport
Rubén Almagro

04 de mayo 2019 - 22:28

Estaban advertidos: no era buena idea volver al Nuevo Los Cármenes. Allí no le suceden nunca cosas agradables a la Balona. Esta vez tampoco. El equipo de La Línea cayó con merecimiento -con mucho más del que señala un marcador maquillado en los diez últimos minutos- y enlazó sobre ese césped que parece estar maldito su sexta derrota consecutiva, que también son siete jornadas sin ganar, lo que se traduce en que iguala su peor racha en las 22 temporadas que lleva en Segunda B. No es de extrañar que el técnico, Jordi Roger, eche mano de un alarde de sinceridad y pida perdón a la afición. A una hinchada que desató hasta diciembre su derecho a soñar hasta límites inabarcables, los mismos a los que ahora llena de desencanto y lo que es peor, de indiferencia.

Cualquier atisbo de que podría producirse la resurrección balona quedó ajusticiado cuando aún no habían transcurrido dos minutos. Que tiene narices. Lo que sucede cuando a un equipo no le sale nada. Pierre no se entendió con Javi Montoya y marcó en propia. El filial del Granada no había hecho mérito alguno y ya iba ganando.

El tanto puso el partido justo donde quería el rival albinegro, que se parapetó atrás y le entregó el balón a los visitantes como el que entrega una carta bomba. Ahí lo tienes y que no te pase nada. Los de La Línea se atragantaron con el esférico, como les viene pasando desde el capítulo uno. Y los chiquillos del filial salían cada dos por tres en estampida.

En el 19’ Javi Montoya puso literalmente la cara para evitar un gol. Seis después Nacho Buil anotó un auténtico golazo. Se desconoce por qué la defensa hizo lo que en baloncesto se conoce como flotarle al delantero. Vaya, que nadie le salió al paso. El jugador nazarí avanzó un par de pasos y soltó un disparo espectacular que se coló por la escuadra.

De la Balompédica siguió sin haber noticias. De hecho en el 34’ Rubén Sánchez cabeceó casi de espaldas en una acción a balón parado y el balón se fue a una cuarta del marco. Nacho Buil repitió intentona en el 38. Al descanso, el 2-0 no era ni mal resultado para lo que se estaba viendo en el terreno de juego.

Tras el intermedio Roger se la jugó y colocó a Gastón de referente ofensivo y derivó a una banda a David Moreno, que había empezado como hombre más adelantado. Es verdad que en el 56 Lejárraga, que es una de las revelaciones de la segunda vuelta, interceptó en una misma jugada dos disparos con marchamo de gol. Pero por lo demás, nada de nada.

En el 60' Rubén Sánchez le ganó la espalda a Carrasco y lanzó a puerta. Su disparó acertó a rechazarlo Montoya, pero sus compañeros de defensa optaron por limitarse a ver cómo el autor del disparo volvía a por el balón y lo alojaba en las mallas.

Al filial granadino le pasó factura lo que estaba corriendo y esa presión de que tenía a mano tres puntos que valen media permanencia. Si no más. Los jugadores de David Tenorio cometieron más errores en los últimos veinte minutos que en todo el partido. Y en los últimos diez la Balona los rentabilizó. En el 81’ David Moreno endosó un disparo durísimo tras un centro desde la línea de fondo. Tres-uno.

Después de eso el Recreativo de Granada tuvo en su mano el tiro de gracia. Que gracia no hubiese tenido ninguna. Pero el árbitro decidió anular un tanto a Juancho por un fuera de juego como poco, muy dudoso.

En el último segundo y tras una falta frontal el balón llegó a Buba Bakari, que esta vez sí logró ese tanto en el último suspiro que se le negó en casa ante Recre y Badajoz. Solo que esta vez no sirvió para nada. El ariete no había comenzado a levantar las manos cuando el árbitro ya señalaba el camino de vestuarios.

Lo único bueno es que ya quedan noventa minutos menos de sufrimiento. Lo malo es que lo que está pasando hay muchos, muchísimos de los espectadores que acuden con frecuencia al Municipal que no lo habían visto en su vida. Y por mucho que quieran buscarle las cinco patas al gato hay algo que está muy claro: en este caso Gabinete Galigari no llevaba razón, la culpa no es del cha cha chá.

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