El fracaso de Valcárcel: Veinte años avergonzando a Cádiz

En 2001 se planteó por primera vez la venta del edificio de Valcárcel

Primero iba a ser el único hotel de 5 estrellas de Cádiz, después la sede de Ciencias de la Educación

¿Y ahora qué va a pasar?

Fachada del patio interior en el año del cierre del centro educativo.
Fachada del patio interior en el año del cierre del centro educativo. / Julio González
José A. Hidalgo

01 de febrero 2022 - 06:00

Los últimos alumnos que cursaron sus estudios en la Institución Fernando Quiñones, o Valcárcel si mantenemos el nombre por todos conocido, antes de su cierre pueden que tengan ya a hijos que encaran ahora su última etapa escolar.

Quién sabe si alguno de estos jóvenes podría haber estudiado en la Facultad de Ciencias de la Educación que se iba a levantar en plena Viña. Hoy, sin embargo, sólo pueden ver los muros abandonados y las pistas deportivas convertidas en un aparcamiento en precario, allí donde estudiaron y jugaron sus padres.

Los últimos de Quiñones-Valcárcel se marcharon con el inicio del siglo. El 2 de diciembre de 2001 la Diputación Provincial anunció su intención de vender el edificio. Desde entonces han pasado dos décadas. Y el edificio, un referente de la Historia de Cádiz, ahí sigue, vacío, viendo pasar el tiempo. Sin que nadie de los que deberían de saber sepa qué se va a hacer con el mismo.

Salvo un milagro de última hora, a modo de fondos económicos europeos, el edificio volverá a mediados de año a más de Diputación. La institución provincial se tendrá que comer lo que coloquialmente se llama como un marrón. Y retrocederá a 2001.

Aquel año el gobierno provincial barajó dos proyectos. Uno suponía mantener el edificio bajo su control, afrontando elevadas inversiones para su conversión en el Centro de Arte Contemporáneo de Cádiz y en un gran auditorio, manteniendo en un ala del inmueble a la Escuela de Hostelería.

Otra posibilidad era enajenar el histórico edificio para su conversión en un complejo hotelero. Que en septiembre de ese año varias empresas del sector se mostrasen interesadas por este proyecto, animó a la Diputación a anunciar la venta de este equipamiento a principios de 2001.

Habrá que esperar dos años para que el 15 de abril de 2003 se cerrase el acuerdo de venta con Zaragoza Urbana, propietaria del Hotel Playa Victoria, y dueña de la cadena de hoteles más importantes de Aragón, entre otros negocios. El proyecto venía avalado, además, con la firma de Rafael Moneo, uno de los grandes arquitectos españoles.

En el año y medio que había transcurrido desde que la Diputación anunciase la venta del viejo Valcárcel hasta la llegada de Zaragoza Urbana, se habían producido los primeros encontronazos administrativos e institucionales que abocarían al fracaso de este plan, especialmente al denunciar el Ayuntamiento que la enajenación se producía sin estar aprobada aún la modificación del PGOU.

Ésta era esencial para cambiar el uso de este terreno de educativo a hotelero, sin el cual Zaragoza Urbana no podía llevar a cabo su proyecto.

Además de la lentitud administrativa que implica cualquier cambio en el planeamiento urbano, aquí se topó con el Consejo Consultivo que en 2008 (ya habían pasado cerca de siete años desde que Diputación anunció la venta del edificio) rechazó la modificación presentada del PGOU, que no ratificará hasta enero de 2009.

Sin embargo, en este tiempo se habían producido dos hechos esenciales que llevaron a Zaragoza Urbana a rescindir, en octubre de 2010, el contrato de compraventa con la institución provincial.

En 2008 Zaragoza celebró la Exposición Internacional del Agua, que obligó a la promotora a construir nuevos hoteles y renovar los que ya tenía en la capital aragonesa, con lo que ello supuso de fuerte inversión económica; y todo eso en el contexto de una crisis económica internacional iniciada en 2007 y agravada con fuerza en 2008.

Entre octubre de 2010 y diciembre de 2013 se acumulan tres años sin ningún movimiento respecto a los usos futuros del antiguo hospicio y sin mantenimiento de su estructura, lo que llevará a finales de 2013 al cierre de la Escuela de Hostelería, que se trasladará a la Zona Franca.

Como todo lo que es necesario para Cádiz, la solución a Valcárcel avanza a pasos extremadamente lentos. Hay que esperar a marzo de 2016 para que la Diputación y el Ayuntamiento acuerden reactivar el desarrollo del equipamiento dando a la Universidad la opción de su uso como centro universitarios, mientras que Zaragoza Urbana comienza a diseñar un hotel, ostensiblemente más reducido que el primitivo de Moneo, en una esquina del complejo de Valcárcel (hotel que sigue sin construirse, por otra parte)

Así, en diciembre de 2017 se cierra la cesión del inmueble a la UCA. Se le dan cinco años para que se inicie las obras.

La Junta socialista aporta entonces casi un millón de euros para la elaboración del proyecto de la nueva Facultad de Ciencias de la Educación, mientras que la UCA realiza una limpieza en profundidad del edificio (que será okupado durante semanas por un colectivo de personas que, a modo de comuna, lo convertirá en un “centro de actividades ciudadanas” hasta su desalojo), y reforzará las zonas más inestables.

La llegada a la Junta del gobierno de coalición entre el PP y Ciudadanos modificó todo el planeamiento inicialmente previsto, al cambiar la fórmula de financiación de los equipamientos universitarios.

Se inició así un periodo que se ha alargado los últimos tres años en los que ninguna de las administraciones implicadas, y aquí entran todas en el saco, ha sido capaz de cerrar un acuerdo que hubiera sacado adelante un proyecto relevante para la ciudad y para su Universidad..

Así que cumplimos veinte años de una nueva vergüenza para la ciudad. Otro edificio de gran relevancia para nuestra historia abandonado, otro proyecto de desarrollo urbano fracasado. Otro fracaso de Cádiz como capital.

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