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Conflicto laboral en Acerinox
"Los derechos laborales que en su día consiguió mi padre, ¿los voy a perder yo ahora para que no los disfrute mi hijo?", reflexionaba una trabajadora de Acerinox este sábado por la mañana, poco antes de que arrancase la manifestación por las calles de Algeciras cuando se cumplen 117 días de huelga -casi cuatro meses-, provocada por las diferencias con la empresa en la negociación del convenio colectivo, en punto muerto desde hace semanas.
En solidaridad, la acompañaba una empleada del Puerto de Algeciras, quien opinaba que "criticando desde el sofá de casa se está muy bien", pero que "todo el pueblo debería participar en esta protesta". "A nosotros nos tocará negociar el convenio colectivo en 2026 y sé lo que es que te den por todos lados", secundaba la mujer.
A la espera del arranque de la comitiva, programada a las once, otros grupos de trabajadores mataban el tiempo a su manera: unos rememoraban cuando, hace unos meses, sorteaban las pelotas de goma que lanzaban los antidisturbiosdurante los cortes de la autovía A-7, el principal eje de comunicación del Campo de Gibraltar; otros charlaban sobre el partido de la Champions League que se juega por la noche entre el Dortmund y el Real Madrid; otros, sobre el tiempo. "Menos mal que saltó el levante: hace más fresco", decía uno. "A mí, el polo siempre me da calor. Esto es fibra", contestaba otro, vestido con el uniforme amarillo fosforito.
Parte de la plantilla esperó hasta el último minuto para unirse a la marcha y apuró desayunando en los bares cercanos, como La Casita, en la calle Tarifa, famoso por llevar 50 años sirviendo dos tapas con cada cerveza. La calma concluyó cuando aparecieron algunos miembros de la acería con bolsas llenas de silbatos electrónicos, como los que usan los árbitros. "Déjalo. No me des", rechazó un trabajador cuando le ofrecieron uno. "Se me mete el sonido del pito aquí y hoy me duele la cabeza", justificó. "Habría sido mejor organizar una batucada", consideraba otro.
Un cartel del Ministerio de Fomento bajo el lema "Para que puedas llegar" y que anuncia las interminables obras en la línea ferroviaria Bobadilla-Algeciras servía como telón de fondo.
Rozando las once, el portavoz del comité de huelga, José Antonio Gómez Valencia, alcanzó la cabecera de la manifestación de la familia del acero, algo menos numerosa que la organizada el pasado 29 de febrero, cuando miles de personas marcharon para reclamar a la dirección de Acerinox que reanudara la negociación del convenio colectivo de la fábrica de Palmones, parada desde hacía 25 días a causa de la huelga. Nadie imaginaba entonces que el conflicto laboral se alargaría hasta junio.
A la hora de iniciarse la protesta de este sábado, según fuentes policiales, había unos 1.500 participantes congregados en la entrada de la estación de tren, entre ellos numerosos niños y familiares. En los corrillos, los propios trabajadores compartían su decepción por la insuficiente afluencia. "Alguno lleva más de un mes y medio sin aparecer en las protestas", afirmaba uno. "A la gente no la puedo controlar, pero sé lo que yo hago", puntualizaba a continuación.
La concentración fue engordando camino de la Plaza Alta, donde desembocó alrededor de la una del mediodía tras recorrer buena parte del centro y el paseo marítimo del municipio. A las puertas del Ayuntamiento, un comité de bienvenida con el alcalde, José Ignacio Landaluce, a la cabeza, intentó recibir a los trabajadores, algo que finalmente resultó imposible por la tensión patente y el intercambio de palabras entre políticos y manifestantes. Sí que estuvieron presentes durante la protesta representantes sindicales de la comarca, varios ediles del gobierno municipal de San Roque y parlamentarios andaluces, como Rocío Arrabal (PSOE), Inmaculada Nieto (IU) o Ignacio García (Adelante).
Finalmente, Gómez Valencia leyó un manifiesto y dirigió unas palabras a los presentes encaramado en la fuente de la Plaza Alta, megáfono en mano, donde cargó contra los medios de comunicación nacionales por no haber dado la suficiente cobertura a la huelga de la factoría.
Para el portavoz del comité de huelga, la plantilla de la factoría de Palmones ha afrontado esta nueva protesta "con desesperación" al acumular "117 días sin cobrar", asegurando que la negociación del nuevo convenio colectivo está enquistada porque la dirección de la acería "no quiere" alcanzar acuerdos.
"La empresa no ha querido negociar y encima ha tenido la ayuda del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales (CARL)", ha criticado este representante, acusando a dicho ente de la Administración andaluza de promover "una propuesta que beneficiaba más a la empresa" que a la plantilla, que el pasado 16 de mayo rechazaba el planteamiento de el CARL.
Por parte de la dirección de Acerinox y del CARL, según ha asegurado, "han pesado decisiones que no han sido correctas", acusando a los representantes de la empresa de esgrimir "amenazas" de despido. "Hemos estado negociando con una pistola en la cabeza", ha vuelto a aseverar Gómez Valencia.
El portavoz del comité ha lamentado la ausencia de los alcaldes del Campo de Gibraltar en esta nueva movilización; ha criticado la decisión de la empresa de cambiar el modelo de operación de su planta de Los Barrios -reduciendo de cinco a tres los turnos- así como ha recordado la reuniónfijada para este lunes en Madrid entre una representación de la entidad, el presidente y el secretario del comité de empresa, cuya composición es diferente a la del comité de huelga.
También ha avisado de que la plantilla no va a "permitir que Acerinox quiera quitar de en medio a trabajadores", unos 500 en total, según la estimación del secretario regional de la Federación de Industria de la UGT, José Manuel Rodríguez Saucedo, en una entrevista para Europa SurEuropa Sur.
La semana que viene, el miércoles 5 de junio, se cumplirán cuatro meses de huelga con una negociación a punto de reiniciarse y un nuevo escenario marcado por la citación de la empresa en la capital, que argumenta que el cambio en el modelo de operación de la fábrica campogibraltareña se produce por las condiciones de mercado y los pobres resultados económicos de los últimos años.
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