Algeciras en el siglo X: Ceuta y el Rif para el califato de Córdoba
ESTAMPAS DE LA HISTORIA DEL CAMPO DE GIBRALTAR
El uso de Algeciras como puerto base de las campañas africanas fue constante a lo largo de todo el siglo X, alcanzando su auge en la segunda mitad de la centuria, en tiempos de Almanzor
La primera estación marítima que tuvo el Puerto de Algeciras (1927-1928)
El 16 de enero del año 929, pacificado por fin el sur de al-Andalus, Abderramán III tomó el título de Califa, fundando un califato ortodoxo y sunní frente al califato fatimí y herético del otro lado del Estrecho.
El puerto de Algeciras bajo su control desde el año 914, se convirtió en una de las principales bases de la flota andalusí con la ciudad regida por un gobernador, 'Abdallah ben Ishaq al-Qurasí, totalmente leal a los omeyas. Reclamada su ayuda por los habitantes de Ceuta, acosados por las tribus bereberes de la región, Abderramán III decidió intervenir en el norte de África.
En el mes de marzo del año 931 una flota, mandada por el almirante Farach ben ‘Ufayr, se concentró en el puerto de Algeciras. El 24 de dicho mes zarpó con dirección a Ceuta desembarcando en su puerto sin oposición de sus habitantes. Una vez ocupada la ciudad, llegó a ella el gobernador de Algeciras, en quien se unió el gobierno de las dos ciudades para que fuera más fácil hacerse con el control de aquella costa fronteriza. Después, el califa omeya procedió a guarnicionar el territorio y levantar fortificaciones. En el mes de mayo se volvió a reunir en Algeciras otra escuadra formada por ciento veinte navíos y más de siete mil hombres, que cruzaron el mar para atacar al señor de Tremecén, aliado de los fatimíes. El uso de Algeciras como puerto base de las campañas africanas fue constante a lo largo de todo el siglo X, alcanzando su auge en la segunda mitad de la centuria, en tiempos de Almanzor.
Un momento crítico acontece en el año 944, cuando los bereberes volvieron a atacar Ceuta y derrotaron a las tropas andalusíes. Ante la gravedad de la situación, el Califa omeya envió a un ejército al mando de su visir, Qasim ben Tumlus, que embarcó en el puerto de Algeciras el 5 de Noviembre del año citado. Una vez en tierras africanas logró someter a los bereberes y recuperar Ceuta.
Seis años más tarde será el general Ahmad ben Ya'là el que embarque en Algeciras con sus tropas para combatir a los rebeldes. En todas estas operaciones el puerto de Algeciras actuó como punto de reunión y embarque de las tropas que se dirigían a Ceuta o a Tánger y como base desde la que el gobernador de la ciudad enviaba a África vituallas, armas y dinero para comprar la lealtad de los jeques tribales.
Pacificada al-Andalus, la política de Abderramán III estuvo dirigida prioritariamente al reasentamiento de la población que habitaba en las regiones más proclives a la desobediencia en el llano y en los valles litorales y a convertir las ciudades en centros del poder político-religioso y de desarrollo económico. Al mismo tiempo procedió a erigir fortificaciones en los lugares que convenía dominar. En el año 960 mandó construir el castillo de Tarifa para controlar el paso del Estrecho. Con estas iniciativas aspiraba a consolidar y defender las ciudades en proceso de formación, como Algeciras y Tarifa, y a favorecer el asentamiento de la población en espacios controlables por el poder central.
Algunos datos aportados por las fuentes árabes y los testimonios arqueológicos, permiten asegurar que la ciudad de Algeciras asistió a un incremento de la población y a una mejora de sus capacidades portuarias, militares y comerciales a lo largo del reinado de Abderramán III (912-961). La construcción de unas atarazanas en la orilla norte del río de la Miel posibilitaría el nacimiento de un arrabal en su entorno donde residirían artesanos cuyas actividades productivas estarían relacionadas con la construcción naval: carpinteros de ribera, calafates, herreros, cordeleros, etc., que atenderían la demanda de nuevas embarcaciones de guerra, pesca y comercio y los trabajos de reparación que generaría el diario uso de los barcos.
Al mismo tiempo, estos nuevos pobladores y las actividades por ellos desarrolladas atraerían necesariamente a comerciantes, artesanos diversos, funcionarios, contables, hombres de religión, etc..., sin contar con la demanda de alarifes, carpinteros, herreros, alfareros y caleros que ocasionaría la construcción de viviendas y las obras públicas y el aumento de la guarnición de la ciudad que las empresa militares en la orilla africana y el establecimiento de la flota posibilitarían.
El puerto de Algeciras continuó ejerciendo de base militar durante las sucesivas campañas que desarrollaron los omeyas en la otra orilla. Muerto Abderramán III en el año 961 las expediciones se retomaron durante el reinado de su hijo al-Hakam II, aunque Algeciras no volvería a adquirir un renovado protagonismo hasta que asumió el poder Muhammad ben Abi 'Amir, más conocido como Almanzor.
En el año 972 Almanzor fue promocionado al importante cargo de Jefe de la Policía, encargado del orden público en la capital. En el 974 se hizo con el control de la Casa de la Moneda que había perdido dos años antes. Con el apoyo de Subh, esposa del Califa, logró que éste lo nombrara encargado de los bienes del príncipe Hixam. Tras la muerte de al-Hakam II, en el año 976, se fue adueñando de todos los resortes del poder.
En el 977 Hixam II lo nombró chambelán, cargo que compartió con el ministro al-Mushafi hasta la muerte de éste en el año 983. A partir de entonces quedó como dueño absoluto del Califato. Como refiere el Dikr (s. XIV), se adueñó del poder absoluto en al-Andalus y en la otra orilla del Estrecho, llegando a ser invocado en los sermones en la ciudad de Siyilmasa (en la frontera con el Sahara).
Cuatro años antes, en el 973, se había reunido en Algeciras un fuerte ejército, mandado por el general Galib, mientras que en el puerto se hallaba fondeada la escuadra, cuyo almirante, Ben al-Rumahis, solo esperaba la orden de embarcar las tropas y cruzarlas a Ceuta. En esta ocasión llegó también a la ciudad Muhammad ben Abi 'Amir, que venía como intendente y administrador de los fondos de la campaña. Galib residió en Algeciras hasta el mes de junio, haciendo los preparativos de la expedición y esperando que se ultimara la construcción de varias decenas de navíos en las atarazanas de la ciudad. El 15 de junio Almanzor hizo que cruzara el mar por delante las tropas y las máquinas de guerra... En cuanto a él, embarcó en Algeciras el domingo día 11 de ramadán, rumbo a Tánger (refiere Ibn Hayyán). Una vez en África fue nombrado juez supremo de todos los territorios omeya del Magreb, con tales poderes que los generales no se atrevían a tomar ninguna decisión sin su aprobación.
Una vez controlado el poder por Ben Abi 'Amir, éste se preocupó en continuar la política seguida en el norte de África desde los tiempos de 'Abderramán III. Estableció una guarnición en Ceuta, nombró en dicha ciudad funcionarios fieles a él y se atrajo a los jefes bereberes con gratificaciones y regalos, al mismo tiempo que los inscribía en el ejército cordobés. Más adelante organizó nuevas expediciones, aunque en estas campañas él no cruzaba el Estrecho, sino que las dirigía desde Algeciras, residiendo en una mansión que la crónica árabe denomina la Hachibiyya.
Firmó una alianza con las tribus bereberes logrando restablecer la soberanía omeya sobre todo el Magreb hasta los límites del desierto. Entretanto que se desarrollaban las campañas en la otra orilla, había mandado fortificar la ciudad de Ceuta y trasladar la población al monte Hacho donde había ordenado que se comenzaran las obras de una nueva muralla. También había tenido tiempo de recibir en Algeciras al almirante de la flota, Ben al-Rumahis, con el que se había enfrentado por asuntos militares. Según la fuente árabe que recoge el encuentro, Almanzor lo invitó a comer, envenenando los alimentos que debía ingerir el almirante, que murió pasados unos días.
De nuevo se trasladó Almanzor a Algeciras en el mes de agosto del año 985, donde acometió personalmente los preparativos militares para frenar el avance del bereber Hasán ben Qannún. Desde Ceuta las tropas andalusíes se dirigieron a Fez, en cuyas cercanías fue derrotado. Acabó asesinado cuando era conducido a Córdoba.
Almanzor volvió a establecerse en Algeciras en el año 998. Llegó a la ciudad a principios del mes de agosto con el objetivo -como apunta Joaquín Vallvé- de poder seguir de cerca las operaciones militares en la otra orilla. Una vez en Algeciras pasó revista a las tropas, que esperaban la llegada de su hijo 'Abd al-Malik, en quién había confiado el mando de la expedición. El 24 de octubre, 'Abd al-Malik, después de vencer al ejército rebelde, entró en Fez, siendo nombrado por su padre gobernador del Magreb.
Al final del siglo X, Almanzor había llegado a la cumbre de su gloria: los enemigos del norte se hallaban sometidos a su vasallaje; el Magreb era un apéndice del califato andalusí y Córdoba se había convertido en la ciudad más prestigiosa de Occidente, en la cabeza de un estado poderoso y temido. Pero ese mismo estado se hallaba minado por el viejo germen de la disolución que había amenazado en tantas ocasiones la existencia del islam hispano. Un germen que arruinaría el esfuerzo unificador de toda una dinastía y conduciría a al-Andalus a su disgregación en los llamados Reinos de Taifas y a su absorción por sucesivos imperios norteafricanos.
Almanzor murió en el transcurso de una de sus expediciones contra los cristianos del norte en el verano del año 1002. Refiere el Dikr que murió en la frontera y fue enterrado en la ciudad de Medinaceli el veintisiete de ramadán (el 9 de agosto).
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