Amaranta: alas para las mujeres de arena
Contenido ofrecido por Fundación Cepsa
La organización desarrolla un proyecto de empoderamiento de mujeres en exclusión que ha merecido el Premio al Valor Social 2019 de la Fundación Cepsa.
Hay mujeres que son de arena, y ser de arena no es nada fácil. Si eres de arena eres más débil. Apenas puedes sostenerte de pie, ni moverte. Siempre pegada al suelo, sujeta. Atada a unas circunstancias. Por suerte, también hay quien las ayuda. Las moldea, les enseña y, al fin, les cose unas alas para que puedan volar en libertad. La Fundación Amaranta, creada por las religiosas Adoratrices, trabaja por ellas en Algeciras desde hace casi 14 años. Mujeres en situación de exclusión y vulnerabilidad, la mayoría migrantes afectadas por la prostitución, víctimas de trata. Desde su centro de apoyo social para mujeres (situado en la calle Duque de Almodóvar), la Fundación Amaranta ha acompañado ya en todo este tiempo a más de 7.000 mujeres (también a sus hijos), una cifra que demuestra una situación demasiado común en el Campo de Gibraltar.
En 2018, las mujeres de arena y sus pequeños pudieron, gracias al apoyo del Premio al Valor Social de la Fundación Cepsa, contar con diferentes actividades en un centro que hoy es su casa, un entorno adaptado a sus necesidades, confortable y dotado con espacios y materiales. El año pasado, la Fundación Amaranta contó de nuevo con el respaldo de la Fundación Cepsa para un proyecto que daba un paso más en este camino, ahondando en la idea de convertir las instalaciones en un centro para la capacitación y el empoderamiento de las mujeres en contexto de vulnerabilidad con el objetivo de que sean ellas quienes tomen al fin las riendas, apoyadas en todo momento por Amaranta, y sean lo que quieran ser. La Fundación Cepsa, que “ha vuelto a confiar en nosotras y en nuestro trabajo con las mujeres” -como asegura Ilargui Mayor, coordinadora de la delegación de la Fundación en Algeciras- premió un amplio proyecto que incluía la dinamización del centro y el desarrollo de acciones preventivas y promocionales en los locales y zonas de alterne, además de actividades de acercamiento con las que tomar contacto, informarse, acompañar y motivar a las mujeres mediante intervenciones socioeducativas.
Adaptación a las nuevas circunstancias
Pero llegó el coronavirus y le dio la vuelta a todo: “Tuvimos que readaptarnos y convertir el proyecto en un servicio de emergencia”, no en vano “muchísimas mujeres de repente se vieron si alimento, sin trabajo o sin tener dónde dormir” y tuvieron en la Fundación Amaranta el apoyo que necesitaban, que no era poco, no solo de subsistencia, sino también emocional. “Han sabido en todo momento que estábamos cerca y no estaban solas” gracias a un intenso trabajo en el que diversas asociaciones solidarias de la comarca, como el equipo de apoyo COVID-19 de la Asociacion Intercultural Saladillo, funcionaron como una sola en apoyo de todos aquellos que se quedaron con las manos vacías en marzo. Con el final del Estado de Alarma el centro de Amaranta pudo volver a abrir sus puertas y, cosas de la vida, las aproximadamente 70 usuarias habituales se han convertido en muchas más. Mujeres de arena que ahora saben que existe quien puede ayudarlas, que disponen de un espacio seguro de escucha que, de paso, ha servido al proyecto inicial de acercamiento: “gracias a la participación de tantas mujeres sabemos mucho mejor cómo está la situación”, confiesa Ilargui Mayor, que también destaca cómo el centro ha contribuido a establecer lazos entre ellas y actitudes de solidaridad mutua que no existían hasta ahora.
El mes de octubre será el momento en que se retome toda la actividad de dinamización en las instalaciones y se conviertan en su centro, el refugio en el que volver a estar seguras, donde puedan hablar y se les escuche, donde tengan voz y puedan iniciar su camino hacia la libertad.
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